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Autor Tema: La habíénula, centinela del estríés y el negativismo  (Leído 397 veces)

Scientia

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La habíénula, centinela del estríés y el negativismo
« en: Agosto 21, 2014, 08:21:22 pm »
La habíénula, centinela del estríés y el negativismo

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Seguro que te ha ocurrido alguna vez. Algo dentro de ti te dice que elegir ese trabajo o relacionarte con una persona en concreto, va a traerte consecuencias negativas. Y sin embargo, lo haces. ¿Se trata quizá de una corazonada, de una especie de pre-cognición capaz de advertirnos de unas consecuencias que no son buenas para nosotros?

No del todo. Como ya sabes, la mayorí­a de nuestras estructuras cerebrales son resultado de un afinado proceso de evolución. Somos un conglomerado de instintos, experiencias previas y aprendizajes automatizados a lo largo de nuestra especie, y tambiíén de nuestra vida. De ahí­, que a menudo, cuando nos encontramos ante una determinada situación o ante un tipo de persona, algo en nosotros ya intuye de antemano que no son buenas para nosotros. Que nos van a traer sufrimiento, estríés y puede que hasta la infelicidad. Lo sabemos por una intución racionalizada, por hechos del pasado, por una valoración rápida que pone la luz roja en nuestro cerebro ante un peligro que no siempre acabamos de obedecer.

Todos estos procesos se organizan en una pequeñí­sima estructura cerebral similar a un guisante, una fantástico elemento neuronal denominado Habíénula. La centinela del miedo.
 
LA HABí‰NULA: CENTINELA DEL MIEDO APRENDIDO

En un estudio reciente realizado por la University College de London, nos explica el gran peso que esta estructura llega a tener en nuestra conducta. Jonnathan Roister, responsable del mismo indica que la habíénula, se relaciona con nuestra motivación a la hora de reaccionar y de tomar ciertas decisiones, relacionadas casi siempre con hechos negativos.

A nivel de laboratorio puede observarse con ejercicios sencillos donde las personas, no se atreven por ejemplo a oprimir ciertos botones por miedo a recibir alguna descarga elíéctrica. Hay quien se arriesga y prueba suerte en busca de la recompensa, y hay quien simplemente, decide no hacer nada "por temor al dolor, por inocuo que íéste sea".

A nivel cotidiano, es la habíénula quien nos puede inducir el miedo a la hora de cruzar por cierta calle por temor a ser atropellados, o si nos vamos a un escalón más complejo, serí­a ella tambiíén quien nos envuelve con ese miedo a la hora de tomar ciertas decisiones ¿He de dejar a mi pareja?  ¿Debo ahora hacer esta inversión? ¿Debo cambiarme de trabajo?

La habíénula nos ofrecerí­a pues ese lado negativo de las cosas, basadas básicamente en experiencias previas: "si dejo a mi pareja, me sentiríé solo/a", "si hago esta inversión me ocurrirá como hace unos años, que fracasaríé", "si cambio ahora de trabajo, lo más seguro es que me quede sin ninguno". Los cientí­ficos nos indican que la actividad de la habíénula está relacionada con la supresión de la dopamina, ese neurotransmisor relacionado con la motivación, con las ansias de logro.

Un dato a tener en cuenta, es que existen personas que dispondrí­an de una habíénula sobreexcitada. Ello vendrí­a a suponer que cada valoración hecha serí­a siempre negativa, serí­an perfiles que solo ven los aspectos negativos de la vida y que son muy tendentes a padecer depresiones. De ahí­ la importancia de un análisis míédico con el cual valorar si dicha estructura funciona correctamente en este tipo de personas que se niegan a tomar decisiones, que solo demuestran y se envuelven de una negatividad absoluta. De este modo, obtendrí­an mejores tratamientos para su depresión.

Como ves, resulta interesante saber que cuando nos ocurre algo negativo o incluso doloroso, será siempre la habíénula quien almacene este hecho, ella quien lo sintetiza y lo guarda en su interior. Cada vez que iniciemos una acción parecida, ella dará la señal de alarma para advertirnos de que es posible que suframos las mismas consecuencias, ella quien nos susurre un "no lo hagas".

En ocasiones es positivo tener esta advertencia, desde luego, pero ha de ser nuestra parte razonal quien tenga la última palabra. El miedo, o esa sensación negativa te llegará a menudo como una especie de escalofrí­o o halo inexplicable, casi sobrenatural: "algo dentro de mi me dice que es mejor dar la vuelta e irme de aqui, no abrir esta puerta". Pero eres tú y no el miedo almacenado en la habíénula quien deba tomar la última decisión.

La mayorí­a de las veces el miedo experimentado en situaciones anteriores nos debe servir como aprendizaje, lo sabemos.. Pero tambiíén es adecuado que nos enfrentarnos a ese temor con nuevos recursos aprendidos. O quien, sabe, tal vez y dependiendo del contexto en sí­, vale la pena tomar como cierta esa "señal de alarma" y  no acercarnos a ese peligro identificado de antemano por la habíénula.

Así­ pues, recuerda: escucha a tus miedos pero no dejes que te aprisionen o que frenen tus pasos. Analí­zalos, interpríétalos, desmenúzalos...si su esencia te advierte de algo lógico, hazle caso. Si su valoración no se asienta sobre una base aceptable, asúmelos pero salta sobre ellos para avanzar y alcanzar tu felicidad. Tu tranquilidad.
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