Mario Draghi ha puesto especialmente alto el listón de cara a la reunión de hoy del Consejo de Gobierno del BCE, despuíés de reconocer en su intervención en Jackson Hole de hace casi dos semanas la debilidad de la economía europea y su disposición de abordar nuevas medidas extraordinarias, sin descartar ninguna. Tras sus palabras, el mercado ya descuenta que, tarde o temprano, el BCE activará un programa de compra de deuda QE, al estilo de la Fed.
Draghi deberá lidiar hoy con esas expectativas, que han llevado a la deuda soberana a nuevos mínimos de rentabilidad, si bien lo esperado es que no saque toda la artillería disponible sino solo la suficiente para no defraudar. “Lo crucial será calibrar el grado de preocupación del BCE sobre el crecimiento y la inflación y el alcance del movimiento del Consejo de Gobierno hacia el QE de deuda soberanaâ€, resume JP Morgan.
¿Cuál es el estado de salud de la economía de la zona euro?
La publicación de los últimos datos macroeconómicos en la zona euro reflejan que la recuperación ha perdido ritmo y es “frágil y desigualâ€, en palabras de Draghi. En el segundo trimestre, la región se estancó, mientras que su primera economía, Alemania, se contrajo dos díécimas; la segunda, Francia, se quedó como estaba y la tercera, Italia, entraba en recesión. Esta semana se ha conocido que el índice PMI de actividad del sector manufacturero ha caído en agosto hasta los 50,7 puntos, su nivel más bajo en 13 meses. El indicador se situó por debajo de los 50 puntos (la barrera que separa una economía en crecimiento de otra que se contrae) en Francia (46,9) e Italia (49,8).
El temor a la deflación tambiíén atenaza a la economía europea. En agosto, el indicador de precios quedó en el 0,3%, en línea con lo esperado por los analistas, pero muy lejos del objetivo del BCE (“por debajo, pero cerca del 2%â€). El hecho de que este dato quedara justo como esperaba el mercado enfrío algo las expectativas de acción del organismo central. Sin embargo, parece claro que la inquietud por la caída de los precios es creciente en Frankfurt. El propio Draghi se mostró preocupado en Jackson Hole ante las bajas perspectivas de inflación en la zona euro a cinco años vista. Para la reunión de hoy, y ante los últimos datos, Críédit Agricole espera que el BCE revise a la baja sus previsiones de crecimiento e inflación de 2014 y 2015.
¿Quíé acciones concretas pueden esperarse hoy del BCE?
La opinión unánime es que no será el momento de anunciar una compra de activos QE. Aprobar nuevas medidas antes incluso de poner en marcha las que aprobó en junio, afirman los expertos, significaría por parte del BCE enmendarse la plana y reconocer la ineficacia de sus últimas medidas antes de que echen a andar. 50 de 55 casas de análisis no esperan bajada de tipos en esta reunión. Pero sí nuevas señales. Por ejemplo, una mejoría en las condiciones de las líneas liquidez TLTRO para hacerlas más atractivas a la banca, como sería la eliminación del diferencial de 10 puntos básicos sobre los tipos de referencia –la primera subasta de liquidez condicionada al críédito TLTRO será el próximo 18 de septiembre–. Y mayor concreción sobre la compra de bonos de titulización ABS, avanzada en junio.
Desde Barclays, donde tampoco esperan cambios del BCE este jueves, afirman que “dado el actual nivel de los intereses en la zona euro (con la rentabilidad de la deuda alemana a cinco años cerca de cero), pensamos que es improbable un nuevo recorte del precio del dinero y no vemos beneficios claros de una pequeña reducción en los tipos de interíés o en los de la facilidad de depósitoâ€.
¿Quíé novedades podría anunciar el BCE sobre la compra de ABS?
En opinión de Deutsche Bank, es improbable que los detalles tíécnicos del programa ABS estíén ya listos, pero la firma sí espera un compromiso firme del BCE para su puesta en marcha. “Un anuncio podría esperar, pero los mercados podrían sentirse decepcionados si no se toma ninguna otra medidaâ€, aunque fuera una rebaja de tipos, añade. Este programa de compras tiene como objetivo incentivar el críédito bancario, a travíés de las compras de nuevas titulizaciones de críéditos de la banca que realizaría el BCE, que elevaría así su riesgo en balance. Y para que la fórmula funcionara realmente, queda pendiente aún un cambio regulatorio que premie en mayor medida para un banco a efectos de solvencia la liberación de riesgo que supone la titulización. El BCE compraría esas emisiones, que deben recibir un rating, sin que estíé claro que la institución vaya a adquirir las de más riesgo, las que por tanto pesan más en el balance de los bancos.
¿Quíé efectividad tendría la activación del programa QE?
Si se trata de que el BCE asuma mayor riesgo en su balance con compras de activos, con el fin de aliviar a la banca para que fluya el críédito, la opción es un QE centrado en la adquisición de bonos de titulización y por un importe que vaya mucho más allá de los 50.000 millones de euros que se estiman, según advierte Deutsche Bank. Para Credit Agricole, un QE de deuda soberana es “improbable e indeseable†y recuerda los obstáculos legales y políticos que impedirían hacerlo, con Alemania al frente de las críticas y despuíés de que el coste de financiación de los estados ya estíé en mínimos.
Además, la estructura de la financiación privada en la zona euro es muy distinta a la de EE UU, donde las emisiones de deuda corporativa tienen mucho más peso, lo que dio por tanto mayor efectividad a las compras de deuda privada de la Fed. “Hemos llegado a un punto en el que hacer mucho más no supone una gran diferenciaâ€, señalaba ayer escíéptico el copresidente del Deutsche Bank, Anshu Jain, que cree que la utilidad del QE sería marginal.
La depreciación del 5,6% del euro desde mayo, la buena noticia
Una de las motivaciones del BCE para aprobar nuevas medidas de política monetaria expansiva es la de debilitar al euro, como estímulo a las empresas exportadoras. Sin embargo, el euro ha caído solo con las palabras de Draghi hasta el entorno de los 1,31 dólares, mínimo en un año. En su discurso Draghi ha defendido en todo momento que el mercado de divisas queda fuera de las competencias del BCE, rechazando cualquier intervención directa para frenar la apreciación del euro. Aunque sí ha mostrado su preocupación, más aún cuando un euro fuerte contribuye a alimentar la baja inflación gracias a que permite el abaratamiento del coste de adquisición de materias primas como el petróleo. Su caída, del 5,6% desde mayo, es una de las escasas buenas noticias
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