El riesgo se puede medir. Pero la incertidumbre, no. Por eso en el mundo de los negocios y en el de las finanzas no se teme al primero, pero sí a la segunda. Y como el dinero es miedoso, suele huir cuando huele la incertidumbre. Esa sensación es la que envuelve de forma creciente a la deuda española y catalana. La decisión del presidente de la Generalitat, Artur Mas, de seguir adelante con la consulta del 9 de noviembre ha comenzado a dejar su huella en los mercados financieros.
Aunque el Estado ha puesto la maquinaria en marcha para que finalmente no se celebre, la tensión derivada de esta situación basta para generar la suficiente dosis de incertidumbre como para alimentar una oleada vendedora de bonos españoles y catalanes en el mercado. Como aseguran fuentes del mercado, por el momento, y a la espera de acontecimientos, no pasan de ser "ventas preventivas", pero avisan de la conveniencia de no minusvalorarlas, porque pueden ser el anticipo de lo que puede ocurrir en caso de que la tensión –y la incertidumbre– vaya a más.
Esa primera reacción defensiva ha provocado ya un aumento de los rendimientos, puesto que la rentabilidad sube cuando el precio de los bonos baja. En el caso de los títulos españoles a 10 años, el interíés ha repuntado en las dos últimas jornadas del 2,15 al 2,22%, aunque este lunes llegó a repuntar hasta el 2,28%. A su rebufo, la prima de riesgo, que mide la diferencia entre la rentabilidad de los bonos españoles y alemanes a 10 años, se ha ampliado de los 118 a los 126 puntos básicos. En el caso de los títulos catalanes con vencimiento en mayo de 2024, su rendimiento ha crecido en las dos últimas sesiones del 4,10 al 4,16%. Además, el seguro de críédito (CDS) para protegerse de un posible impago se elevó de los 74 a los 85 puntos básicos, con lo que se situó en la cota más alta desde mayo.
Se avecinan turbulencias...
En este sentido, los expertos dibujan un panorama lógico: cuanto más se retuerza la situación –y más se aproxime a la consulta o a la independencia–, mayor será el castigo para ambas deudas. Morgan Stanley publicó ayer un informe en el que analiza las distintas opciones que se manejan actualmente. A su juicio, la más probable –le concede un 50% de posibilidades– pasa por un acuerdo fiscal entre España y Cataluña que apuntalaría la posición de las finanzas públicas catalanas y "empeoraría algo las cifras fiscales de España". ¿Quíé otros escenarios maneja? El de una independencia unilateral –al que le da un 5% de opciones–, el de una independencia acordada –15%– y que la situación se salde sin acuerdo alguno, es decir, sin independencia ni pacto fiscal –30% de opciones–.
Precisamente para fundamentar su informe, el banco de inversión estadounidense subraya tres diferencias entre el caso catalán y el escocíés. La primera, el mayor apoyo social con el que cuenta la independencia en Cataluña; el segundo, el mayor peso de Cataluña en la economía española, puesto que aporta cerca del 20%, mientras Escocia proporciona menos del 10% del producto interior bruto (PIB) británico; y la tercera, la falta de consenso entre los Gobiernos español y catalán.
Por todo ello, en caso de que el problema se agrave, desde Morgan Stanley aventuran "mayores turbulencias" en la deuda pública española si la sombra de la independencia o de la celebración del referíéndum se alarga. Tambiíén avisan de que crecería la presión sobre la calificación crediticia española.
Fitch lo tiene claro: el 'bono basura' acecha a Cataluña
Por extensión, fuentes del mercado dan por hecho que esa situación se propagaría igualmente a la deuda patriótica catalana. De hecho, este lunes ya llegó un aviso en toda regla al respecto. La agencia Fitch, una de las tres más importantes del mundo junto a S&P y Moody's, puso en revisión negativa el rating catalán precisamente por el incierto panorama al que conduce la convocatoria de la consulta.
Actualmente, Fitch concede un rating de BBB- a la deuda catalana –dos escalones por debajo del BBB+ que da a España–, con lo que sólo se queda a un paso de caer a la categoría de bono basura o alto rendimiento, en la que se encuadran los emisores menos fiables. La decisión anunciada ayer abre la puerta a tomar esa decisión y situar su nota en bono basura, y de hecho así lo reconoció la propia firma. Las dudas de la agencia se derivan de que, sin la financiación aportada por el Fondo de Liquidez Autonómica (FLA), Cataluña tendrá difícil afrontar sus compromisos y financiarse en los mercados.
El precedente escocíés
Las ventas de deuda pública española y catalana vistas este lunes cuentan con un precedente muy próximo, porque ocurrió lo mismo en las semanas previas al referíéndum que se celebró en Escocia el pasado 18 de septiembre. Temiendo el efecto dominó que la victoria del sí habría tenido en la situación entre España y Cataluña, el rendimiento de los bonos españoles a 10 años escaló al 2,34% y el catalán, el 4,28%. En esos días, ya se sucedieron varios informes, al calor de la consulta escocesa, que alertaban de la situación que podría abrirse en Cataluña y su posible impacto en la deuda soberana española. Uno de ellos llevaba la firma de UBS, que avanzaba la posibilidad de que esa incertidumbre pudiera calentar la prima de riesgo española hasta los 170 puntos básicos, con lo que retrocedería a los niveles de mayo de este año.
Con el no escocíés ya sobre la mesa, el bono español se relajó al 2,15% y el catalán, al 4,10%. Pero ahora, al calor de los últimos acontecimientos, han retrocedido sobre esos mismos pasos. Las ventas han vuelto. Y amenazan con ir a más si la incertidumbre crece.