Por... Tarik Jablic
La mala situación económica, la falta de reformas que saquen al país de su punto muerto y la apatía de los ciudadanos tras años de promesas políticas incumplidas son la imagen de Bosnia-Herzegovina ante las elecciones generales de este domingo.
El desempleo en el país balcánico alcanza ya el 42 por ciento, sin que haya inversiones ni proyectos que auguren un desarrollo con la apertura de nuevos puestos de trabajo.
La economía sumergida es la salida para muchos, hasta el punto de que algunos estudios señalan que el desempleo "real" es del 28 por ciento.
La producción industrial en Bosnia sigue a la baja y muchas de las enormes empresas o fábricas de la íépoca del socialismo yugoslavo han fracasado por las malas privatizaciones o la ineficacia de sus directivos.
Según datos oficiales, las inversiones extranjeras directas en Bosnia en 2013 fueron de apenas 214 millones de euros, un 20 por ciento menos que el año anterior.
Las protestas sociales que culminaron en febrero pasado en el país brotaron en Tuzla, una ciudad del norte que fue un importante centro de industria química, maderera y alimentaria y un gran exportador, pero donde la mitad de las factorías han cerrado debido a las privatizaciones iniciadas en 1998.
Los datos de la agencia bosnia de estadísticas muestran que no hay compañías grandes que sean motor del desarrollo y creen trabajo para las pequeñas y medianas empresas, que suponen el grueso de la economía bosnia.
El 92 por ciento de las empresas bosnias registra ingresos inferiores a los dos millones de euros al año, y en sólo el 1,5 por ciento superan los diez millones.
Las inundaciones y riadas del pasado mayo causaron píérdidas por valor de 2.000 millones de euros, con un daño directo sobre la actividad económica de 750 millones.
Cientos de empresas tuvieron que parar la producción, por lo que 3.000 personas perdieron su empleo.
La ayuda prometida a estas firmas, sea en forma de subvenciones o de críéditos con buenas condiciones o con apoyo financiero directo, aún no ha llegado a las empresas más afectadas.
Mirjana Zivak, de 37 años, madre de una hija de 12, perdió el trabajo en un cafíé en la norteña Doboj, que fue cerrado como la gran mayoría de los locales, destruidos por las riadas.
"El trabajo es un gran problema, numerosos negocios han fracasado y la gente fue despedida. Encontrar un empleo fue un problema tambiíén antes, pero ahora, despuíés de las inundaciones, es aún peor", cuenta a Efe Zivak.
"Hasta en un cafíé, por no hablar de las grandes empresas o las compañías estatales, sólo consiguen trabajo los parientes y amigos de los propietarios y directores", asegura.
"O si no, debes pagar caro, la gente toma críéditos para dar sobornos por un empleo", señala Zivak, que lamenta que su hija no tiene "en absoluto" ningún futuro en este país.
Zlatko, un sarajevita de 32 años, cuenta que sus padres perdieron su empleo en una cadena de grandes almacenes que fue privatizada "y se quedaron en la calle de la noche a la mañana" con dos hijos que todavía estudiaban.
El padre pronto empezó a trabajar como taxista y la madre ocupó distintos empleos eventuales durante años al tiempo que vendía lo que podía en los mercadillos. Hoy día, ambos están jubilados.
"Mi padre, Irhan, se jubiló con 47 años de antigí¼edad en el trabajo, y mi madre, Jasmina, con 40. Las pensiones de los dos suman 400 euros. Mi hermano y yo tenemos que ayudarles porque no les alcanzaría para sobrevivir", asegura.
Es muy difícil encontrar empresas exitosas que logran competir en el mercado internacional.
Una de esas pocas historia de íéxito en Bosnia es el fabricante de compuestos de coches Prevent.
Situada en Gorazde, en Bosnia oriental, medio centenar de trabajadores comenzaron en 1999 a fabricar asientos de coches para marcas alemanas. Hoy trabajan allí unas 4.000 personas.
Pero para muchos bosnios, la única esperanza es el inflado sector público, donde los salarios llegan a tiempo y encima son más altos que en el sector privado, donde apenas se pagan unos 400 euros al mes.
Al mismo tiempo, la prensa local informa de que las propiedades de decenas de políticos se han multiplicado desde que se dedican a la actividad pública, con pisos y coches de lujo, y que sus fortunas suman en algunos casos millones de euros.
Un reciente sondeo muestra que apenas el 3 por ciento de las promesas electorales han sido cumplidas desde las últimas elecciones de 2009.