La Comisión Europea, el Banco Europeo de Inversiones (BEI) y los 28 Estados Miembros de la Unión Europea (UE) empiezan a trabajar hoy en un plan para identificar proyectos de inversión a corto y medio plazo. El objetivo: enderezar la recuperación económica y evitar una tercera recesión en Europa.
Representantes de las dos instituciones y de los distintos gobiernos europeos celebrarán hoy la primera reunión del "Grupo de Trabajo para desarrollar una Cartera de Proyectos en la UE". En el orden del día de este primer encuentro se encuentra la aprobación del mandato de este equipo, cuya misión será detectar obstáculos a la inversión y crear una cartera de proyectos en áreas consideradas clave, como la investigación y el desarrollo, la economía digital o las infraestructuras.
La reunión se celebra en Luxemburgo, donde tambiíén se verán hoy las caras los ministros de Finanzas de la zona euro (Eurogrupo), y mañana se unirán los del resto de la UE (Ecofin). Está previsto que la Comisión y el BEI den cuenta al Ecofin de ese primer encuentro. La idea es tener listo un primer informe en diciembre.
"[El Consejo Europeo] pide al Grupo de Trabajo que identifique proyectos de relevancia europea que puedan ser realizados en el corto y el medio plazo y fije las bases para una cartera de proyectos creíble y transparente que impulse la competitividad y el crecimiento potencial a medio y a largo plazo", asegura el borrador de conclusiones de la reunión de ministros de Finanzas de mañana, al que ha tenido acceso EXPANSIí“N.
"[El Consejo Europeo] está de acuerdo con la necesidad de centrarse en sectores clave que impulsen la competitividad y el potencial de crecimiento de la Unión, especialmente la investigación y el desarrollo, la economía digital, infraestructura de energía y transporte, infraestructura social y medioambiente", continúa el documento.
El Grupo de Trabajo tambiíén deberá "explorar y analizar las principales barreras y cuellos de botella de la inversión, incluyendo la falta de demanda y el desarrollo de proyectos financiables, lagunas en los datos, y el desajuste entre necesidades del mercado y modalidades de financiación".
La necesidad de estimular la inversión es el nuevo mantra de la UE, especialmente despuíés de que los datos de PIB del segundo trimestre de la zona euro mostraran el estancamiento de la economía, con países como Alemania e Italia en tasas negativas de crecimiento.
"[El Consejo Europeo] admite los recientes acontecimientos macroeconómicos con decepcionantes crecimientos del PIB en buena parte de Europa y niveles muy altos y persistentes de desempleo" asegura el borrador de conclusiones. Según los datos esgrimidos por el BCE, la inversión de la zona euro ha caído un 20% desde 2008, frente al 15% que lo hizo en la recesión de 1992, y hasta que esta no se recupere, la reactivación económica no será duradera.
El plan Juncker
En esta tarea de impulsar las inversiones, el próximo presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, pretende desempeñar un papel importante. El luxemburguíés prometió en su discurso de investidura ante el Parlamento Europeo un plan para movilizar 300.000 millones de euros en inversiones públicas y privadas en un plazo de tres años.
De momento, todos los Gobiernos han dado el visto bueno, tácito o explícito, a esa idea. En general. El problema llega cuando se empiezan a debatir los detalles. Como ha ocurrido desde el inicio de la crisis del euro, no existe consenso sobre cuál es la mejor manera de estimular la inversión.
En un extremo están aquellos que pretenden tirar del gasto público, mientras piden al BCE compras masivas de deuda soberana. Francia, que propone incumplir de nuevo los objetivos de díéficit público el año que viene, e Italia, que hizo un amago para cambiar las normas fiscales de la UE son buenos ejemplos.
En el otro extremo se encuentran aquellos que limitan la intervención del Estado a la eliminación de las barreras a la inversión privada, como la rigidez de los mercados laborales europeos o las trabas burocráticas para crear empresas y obtener licencias. Por ejemplo, Alemania hasta el momento se niega a incurrir en díéficits públicos para financiar infraestructuras, tal y como piden la Comisión Europea y el BCE.
En lo que sí hay consenso es en la utilización del balance actual del BEI para estimular la inversión privada. Donde hay menos acuerdo es en si es necesario reforzar el capital de la institución, que en 2013 ya recibió una inyección extra de capital de 10.000 millones de euros por parte de los Estados Miembros. El discurso de Juncker ante la Eurocámara el pasado mes de julio mencionaba la posibilidad de volver a reforzar el capital del BEI, y un documento de trabajo presentado por Italia en septiembre sugería la creación de un fondo europeo de inversiones. Sin embargo, sin el visto bueno de Berlín, nada de esto será posible.