Hace casi un año que Bill Gates entró en el capital de FCC al adquirir una participación del 5,736% por la que pagó 113,5 millones de euros. Ahora, ese paquete de acciones vale en bolsa 95,7 millones de euros, según la cotización de ayer, por lo que si el empresario vendiera ahora su participación lo haría con una minusvalía de 17,8 millones de euros.
La incertidumbre sobre la futura ampliación de capital de FCC y la refinanciación de la deuda personal de Esther Koplowitz, principal accionista de la constructora, ha llevado a la compañía a cotizar al precio mínimo de los últimos dos meses.
FCC fue ayer el valor más bajista del Ibex 35 al caer al cierre de mercado un 4,93 por ciento, hasta los 13,105 euros. No obstante, durante la sesión, las píérdidas llegaron incluso a alcanzar el 9,94 por ciento. La constructora acumuló así su novena sesión consecutiva sin subir en bolsa y la acción se quedó a tan solo un 0,5 por ciento de los mínimos anuales marcados en el mes de agosto.
En lo que va de semana la acción pierde ya cerca de un 8 por ciento. Un porcentaje que se eleva al 12 por ciento si se tiene en cuenta esta última racha bajista que se alarga ya nueve jornadas.
El consenso de mercado, recogido por FactSet, recomienda vender los títulos de FCC, que caen un 19 por ciento desde principios de año, y estiman que la constructora será la única compañía del Ibex 35 que cerrará con píérdidas en 2014.
Ahora la compañía está pendiente de reunir al consejo para convocar una junta extraordinaria donde se anunciará una ampliación de capital, que seguramente rondará los 1.000 millones de euros, con la que la constructora amortizará un tramo de su deuda de 1.350 millones. Sin embargo, la operación depende de la refinanciación del pasivo de B-1998, la sociedad a travíés de la cual Koplowitz tiene la mayoría de FCC, un 50,1 por ciento.
El volumen de la ampliación ha sido hasta el momento el punto de conflicto en las negociaciones, ya que la empresaria se resiste a perder el control en la compañía y por eso no termina de alcanzar un acuerdo con sus acreedores, Bankia y BBVA, que pretenden simplificar la estructura crediticia y la ejecución de garantías.
El reto de la constructora
Sin embargo, para la constructora el tiempo apremia, pues el tramo B de la deuda que se quiere amortizar con la ampliación, tiene un coste superior al 11 por ciento. Una vez se alcance el acuerdo el reto de la compañía será, según los analistas, despertar un apetito suficiente por parte del mercado para absorber la ampliación de capital, sin la suscripción de su principal accionista, "que no llevaría a cabo si quiera la operación blanca de suscribir títulos con los fondos obtenidos mediante la venta de derechos".