Despacito y buena letra. Es la máxima que siempre ha imperado en los despachos de GMP, una de las empresas inmobiliarias más desconocidas para el gran público pero, al mismo tiempo, más admiradas dentro del sector.
Dueña de emblemas como la Torre Negra de BBVA, ubicada en pleno corazón del madrileño Paseo de la Castellana, y especializada en el negocio patrimonialista, la compañía acaba de constituirse en socimi como paso previo para su próxima salida a bolsa, según ha podido confirmar El Confidencial con fuentes oficiales.
En este movimiento, la compañía controlada por la familia Montoro cuenta con el apoyo del fondo soberano GIC, el brazo inversor del Gobierno de Singapur, que hace pocas semanas anunció un acuerdo para entrar a formar parte del accionariado de GMP, con una participación del 30% y una inversión de 200 millones.
Esta inyección de dinero garantiza a la compañía los recursos para consolidarse como inversor clave en el segmento de oficinas y parques empresariales de Madrid y Barcelona, ya que el nuevo Plan Estratíégico de GMP va dirigido a realizar inversiones selectas en edificios de oficinas, al mismo tiempo que se pondrán a la venta activos no estratíégicos y se rehabilitará parte del parque de activos.
Un ejemplo que la propia compañía cita como referencia de hacia dónde quiere dirigir sus pasos es la compra de la antigua sede de Altadis, cerrada el pasado julio, en la madrileña calle de Eloy Gonzalo, cuya rehabilitación acaba de iniciar.
Aunque las socimis cuentan con un plazo de dos años para saltar al mercado de valores, la compañía confía en dar este paso en cuanto vea la ventana de oportunidad y bajo la forma jurídica de GMP Sociedad de Inversiones Inmobiliarias Socimi. No obstante, tampoco prevíé hacerlo de manera inmediata y, de hecho, por el momento, no tiene contratado al banco que llevará la operación.
En el reciente acuerdo con el fondo soberano de Singapur, JP Morgan, Garrigues, CB Richard Ellis y Clifford Chance actuaron como asesores de la operación.
El pasado ejercicio, GMP tuvo unos ingresos de 98 millones de euros, un ebitda de 68 millones y un beneficio neto de 5 millones. Con un nivel de apalancamiento –loan to value– del 52%, en 2007 refinanció su deuda corporativa a 10 años, lo que le confiere estabilidad financiera a medio plazo, y cuenta con un nivel de ocupación del 93%, con más de la mitad de su superficie con vencimientos posteriores a 2017.