A solo cinco días de conocer los resultados de la mayor prueba de resistencia llevada a cabo en la banca europea, el sector se ha apresurado a señalar que no se esperan grandes sorpresas ni entre los aprobados (la mayoría de las 130 entidades examinadas) ni entre los suspensos (con entidades alemanas e italianas como principales candidatas).
Pero las autoridades involucradas (Banco Central Europeo, Autoridad Bancaria Europea yComisión Europea) en este histórico ejercicio están advirtiendo contra la sensación de complacencia que parece haberse apoderado de la banca europea.
Bruselas avisa de que más allá de la nota que obtenga cada entidad (basada en el ratio de capital), los tests expondrán al sector a un nivel de escrutinio como tal vez nunca ha soportado. Un fogonazo de transparencia que puede resultar letal para alguna entidad si los inversores descubren, gracias a la radiografía del Banco Central Europeo, que su modelo de negocio no es tan saludable como parecen indicar las grandes cifras.
Tras el anterior test, en 2011, se derrumbó Dexia, a pesar de haber superado con holgura la prueba de solvencia. El colapso se interpretó entonces como un fallo del propio examen, que no habría detectado las fallas de la entidad belgo-francesa. Pero Bruselas evoca la secuencia de los acontecimientos de un modo muy diferente: los tests revelaron los puntos vulnerables de Dexia y el mercado dictó sentencia.
El riesgo de que se repita esa fatal correlación es mucho mayor este año que en pruebas anteriores, según fuentes europeas, porque el test de estríés del BCE será más riguroso y exhaustivo. Y va acompañado, además, de una revisión de la calidad de los activos bancarios que permitirá a los analistas profundizar en el conocimiento del sector.
Los datos, según fuentes europeas, se publicarán con claridad y detallando desde la cartera de príéstamos de cada entidad (sector inmobiliario, pymes, etc.) a su nivel de exposición a la deuda soberana. Y esa vez, el mercado husmea nuevos “Dexias†en Italia (Monte dei Paschi) y entre los bancos regionales de Alemania (HSH, NordLB).
Fuentes comunitarias indican que el BCE ya ha compartido con las 130 entidades que se someten a examen las grandes líneas que marcarán el resultado de los próximos tests de estríés, los últimos que se realizan antes de que Fráncfort asuma el 4 de noviembre la supervisión centralizada del sector.
El supervisor no ha revelado todavía a cada banco el impacto que supone el examen en tíérminos de capital, detalle que solo conocerán poco antes de que se hagan públicos los resultados a las 12 del mediodía del próximo domingo, 26 de octubre. Pero el sector especula con un aprobado casi generalizado y con unas necesidades mínimas de capital (los analistas del Royal Bank of Scotland aventuraban ayer que 16.400 millones de euros en el peor de los casos).
Las autoridades europeas mantienen un hermetismo absoluto sobre el detalle de los resultados. Pero, con independencia del número de entidades que suspendan o aprueben, defienden el rigor de una prueba que consideran crucial para recuperar la confianza internacional en la banca europea.
Los sondeos que manejan Bruselas y Fráncfort indican que el 90% de los operadores del mercado (inversores institucionales, brokers, etc.) confían en la credibilidad de la prueba. Las tres anteriores (2009, 2010 y 2011), coordinadas por al Autoridad Bancaria europea (EBA) dejaron dudas en el aire, por el grado de la supuesta connivencia entre los supervisores nacionales y las entidades de cada país.
En esta ocasión, destacan las fuentes consultadas, el BCE no tiene motivos para mostrarse tolerante. Todo lo contrario: los tests del 26 de octubre serán la primera prueba de fuego para su credibilidad como nuevo supervisor bancario.