Por... Manuel Hinds
El día de ayer publiquíé una nota en la que mostraba cómo los precios del petróleo han estado bajando muy rápidamente, en gran parte como un síntoma del descenso de la demanda total de bienes y servicios que ha estado teniendo lugar en los últimos meses. En íél mencionaba que los precios de las materias primas en general tambiíén están cayendo, lo cual tendrá un efecto negativo en las economías latinoamericanas que dependen de las exportaciones de estos materiales. En este artículo enfoco en tres otros indicadores que sugieren que la era de los booms artificiales está llegando a su fin.
La gráfica 1 muestra cómo los precios de las acciones en EE.UU. han caído fuertemente en los últimos tres meses, de tal forma que casi han anulado todo lo que habían subido desde hace un año. El índice del Financial Times para el Reino Unido ha caído a su valor más bajo en los últimos 12 meses, y el índice del mismo periódico para el mundo entero ha caído 8 por ciento desde principios de septiembre. El índice Eurofirst, que mide los precios de las acciones en Europa, ha caído tambiíén violentamente, de modo que tambiíén perdió todo lo que había ganado en un año.
Fuente de datos básicos: International Financial Statistics del Fondo Monetario y el Financial Times.
Otro índice que se ha vuelto pesimista en las últimas semanas es el que mide la volatilidad de los precios de las acciones de EE.UU. —es decir, la frecuencia con la que suben y bajan durante un día en el mercado. Este índice, que se muestra en la gráfica 2, es llamado el índice del miedo porque al medir la volatilidad en las expectativas de si van a subir o bajar los precios de las acciones está midiendo las vacilaciones de los inversionistas. Esta volatilidad se ha duplicado en las últimas semanas.
Fuente de datos: Chicago Board Options Exchange.
Otro indicador es las tasas de interíés pagadas por el Tesoro de EE.UU. en nuevos bonos de 10 años plazo, que ha bajado de cerca de 2,6 por ciento a 2 por ciento. Esto parecería que es un indicador de que todo está bien, que los mercados están calmados, pero es al revíés porque indica que grandes cantidades de dinero están entrando en EE.UU. para comprar estos bonos de corto plazo del Tesoro. Hay tanto dinero comprando estos bonos la gente acepta comprarlos a tasas de interíés más bajas, por lo que la tasa de interíés en ellos baja (los bonos se subastan).
Este dinero entra de esta forma motivado por el miedo a la devaluación de otras monedas y a lo que pueda pasar en otros países si esto degenera en una crisis mundial. Contrario a lo que se tanto se dice y se escribe, cuando la gente tiene miedo lleva su dinero no a India, o China, o Brasil, sino que lo convierte a dólares y lo lleva a EE.UU.
Además de estas señales financieras, hay señales en el mundo real que muestran que la actividad económica del mundo no está creciendo al mismo ritmo que en los últimos años. Alemania reportó que las órdenes de productos industriales declinaron 5,7 por ciento en agosto, Japón no ha logrado crecer a pesar de haber impreso cantidades navegables de dinero y China parece estar desacelerándose.
Estos síntomas no necesariamente indican que el mundo se encamina directamente a una crisis. Los indicadores todavía están muy lejos de los niveles que la evidenciarían. Puede ser que sea un episodio temporal. Pero no parece serlo. El gobierno no puede ignorar este peligro y debe tomarlo en cuenta en lo que espera para los siguientes meses y años.