Por... Víctor Pavón
Nuevamente en estos días la equivocada política estatal represiva contra las drogas se ha cobrado preciosas vidas humanas. El reciente asesinato del periodista Pablo Medina y de la practicante, Antonia Almada, es una muestra de los catastróficos efectos de aquella errónea metodología.
Si hay algo que la política represora estatal no toma en cuenta es que el narcotráfico es un negocio de alto rendimiento. Los que participan en el mismo harán lo que sea para seguir en el ramo. En el caso de la marihuana, los agricultores defienden sus cultivos no porque quieran ser delincuentes, sino por una sencilla relación de costo/beneficio.
Desde que se incorporó una variedad transgíénica de esta planta, el precio en finca llega a 45 mil Guaraníes (10 dólares) por Kilogramo, mientras que el precio promedio pagado a los productores de mandioca (yuca) es de 1 mil Guaraníes (22 centavos de dólar) o del síésamo a 7 mil Guaraníes (1,5 dólares) por kilogramo.
El cultivo de marihuana en Paraguay tiene varias ventajas. Crece como cualquier planta del monte. Es casi como tirar la semilla y la naturaleza hace el resto. El clima cálido, la tierra fíértil abonada naturalmente y las periódicas lluvias le favorecen. Todavía más, se ha extendido entre los campesinos la práctica de curar ciertas dolencias como la artritis, el reuma y la migraña mediante una poción de te con la planta "maldita".
Más allá de las falsedades contra esta hierba propiciada por cuanto órgano estatal se organice para reprimirla, la realidad tambiíén permite ver que su consumo ya no está en la clandestinidad. Hoy día no hay barrio de Asunción que no conozca de su influencia. Los distribuidores están instalados en las calles, cerca de los centros de enseñanza, en escuelas y universidades. Pero aquí debemos hacer una salvedad. La marihuana está siendo mezclada con productos artificiales que la degradan, afectando la salud física y mental de los consumidores, y todo por la absurda represión.
Por lo demás, la perversa política represora estatal está haciendo surgir la “narco democraciaâ€. Muchos dirigentes políticos financian sus campañas electorales con los ingresos del comercio marihuanero para luego proteger a los capos mafiosos de la justicia, lo que tambiíén se traduce con la compra de conciencias de jueces y fiscales. Los cárteles van ganando terreno.
Contener al narcotráfico mediante la represión de los órganos gubernamentales fue y sigue siendo un error. Si en los países con mayores recursos no se ha dado la debida contención, mucho menos se dará en Paraguay. Los altos precios de la marihuana se pueden constatar en un mercado de alta demanda. Y cuanto más elevado el estrato socio económico, los precios suben a discreción.
Los que se dedican al cultivo y comercialización de la marihuana saben los que mejor les conviene. Pero como la marihuana es vista como la imagen misma del diablo debido a su criminalización, entonces no debería extrañarnos la violencia con la que se defiende este negocio. Lamentablemente, los periodistas están en la primera línea como víctimas mortales. Una de las tareas de la prensa es la de informar precisamente sobre todo aquello que sea clandestino.
La represión por parte de los organismos estatales no ha dado resultados en cuanto se refiere a prohibir a que la gente elija quíé consumir. Esto se demostró con las bebidas alcohólicas (1920-1930) en EE.UU. La famosa “Ley Seca†de entonces promovió la violencia, la clandestinidad y logró conformar a los primeros gángster de la mafia que ofrecían en principio seguridad a cambio de buenos dividendos.
Paraguay no puede pasivamente seguir observando la destrucción de su sociedad a causa de una guerra absurda. No sería un desatino proponer que en el caso específico de la marihuana se inicie un estudio científico acerca de sus propiedades medicinales y, en especial, se saque de una vez por todas del mercado clandestino su cultivo y comercialización, para sí dar un golpe de timón a la mafia y a sus cárteles.