EFE
El ministro de Finanzas de Japón, Taro Aso, descartó hoy que el Gobierno de Tokio haya presionado al banco central para activar su reciente plan de estímulo monetario adicional y así abaratar el yen para favorecer a los grandes exportadores nipones.
"El principal objetivo (de las nuevas medidas de flexibilización adoptadas) es sacar la economía nipona de la recesión deflacionaria. La depreciación del yen es un efecto derivado", dijo Aso en rueda de prensa poco despuíés de que el yen tocara en Tokio su mínimo en casi siete años con el dólar.
Sus declaraciones llegan despuíés de que el viernes el Banco de Japón (BoJ) anunciara por sorpresa una inyección adicional de entre 10 y 20 billones de yenes (entre 70.324 y 140.648 millones de euros/entre 88.077 y 176.154 millones de dólares) para facilitar aún más el críédito.
Esta partida se une al agresivo plan de estímulo monetario activado en abril de 2013 como uno de los pilares de la estrategia de reforma económica implementada por el Gobierno del primer ministro Shinzo Abe.
Con esta partida adicional el BoJ busca ampliar la base monetaria a un ritmo de hasta 80 billones de yenes (562.674 millones de euros/704.723 millones de dólares) al año con objeto de lograr para 2015 una inflación en torno al 2 por ciento interanual para cerrar así un ciclo deflacionario de casi dos díécadas.
Aso añadió hoy, en declaraciones recogidas por la agencia Kyodo, que el G-20 ha entendido las metas que Japón ha planteado, pese a las críticas vertidas por algunos países.
Por otra parte, el ministro de Finanzas tambiíén destacó la necesidad de implementar medidas para que muchas pymes japonesas no se vean afectadas por la fuerte subida en los costes de sus importaciones motivadas por la aguda caída del yen.
El dólar se cambió hoy en Tokio por encima de los 114 yenes por primera vez en seis años y diez meses, lo que llevó al selectivo Nikkei de la Bolsa de Tokio a dispararse por segunda jornada consecutiva y a superar los 17.000 puntos por primera vez desde 2007.
Por su parte, el euro se movió en la banda baja de los 142 yenes, su mayor nivel desde otoño de 2008.
Un yen barato estimula la competitividad de las grandes empresas exportadoras niponas e incrementa sus beneficios a la hora de repatriarlos.