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Autor Tema: Datos curiosos del cuerpo humano que pocos conocen  (Leído 526 veces)

Scientia

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Datos curiosos del cuerpo humano que pocos conocen
« en: Noviembre 06, 2014, 08:41:28 pm »
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Datos curiosos del cuerpo humano que pocos conocen.
¿Por quíé; tenemos los ojos al frente de la cabeza?
El cuerpo humano es una maravilla andando, por lo que te dejamos un listado de 15 datos curiosos que de seguro te dejarán con la boca abierta.

Anam Mare NCVNTV Dí­a 5 de noviembre , 2014 1:37 am

1. El cuerpo humano contiene más de 96.500 kilómetros de vasos sanguí­neos, algo que serí­a suficiente para envolver la Tierra dos veces. Además, por cada nuevo kilogramo de grasa o músculo, el cuerpo crea 10 kilómetros de nuevos vasos sanguí­neos.

2. Cuando una persona se ruboriza, su mucosa del estómago se ruboriza tambiíén.

3. Dentro del ombligo humano hay miles de bacterias que forman un ecosistema equivalente al tamaño de la selva tropical.

4. Una persona adulta cuenta con cerca de 7.000.000.000.000.000.000.000.000.000 de átomos. Para comparación, en nuestra galaxia hay tan solo unos 300.000 millones de estrellas.

5. En 30 minutos el cuerpo humano produce la cantidad de calor suficiente para hacer hervir cuatro litros de agua.

6. Los átomos que conforman nuestro cuerpo hoy son los mismos átomos que se formaron durante el Big Bang hace más de 13.700 millones de años.

7. Los huesos humanos son tan fuertes como el granito. Un pedazo de hueso del tamaño de una caja de fósforos puede soportar hasta nueve toneladas de peso.

8. Si el cerebro humano fuera un ordenador, podrí­a realizar 38.000 billones de operaciones por segundo. La supercomputadora más potente del mundo, BlueGene, puede realizar sólo el 0,002% de esa cifra.

9. El ADN humano es un 50% idíéntico al ADN del plátano.

10. Cada segundo el cuerpo humano produce 25 millones de cíélulas nuevas.

11. Los seres humanos son bioluminiscentes y brillan en la oscuridad. No obstante, la luz que generamos es 1.000 veces más díébil de la que nuestros ojos pueden ver.

12. Las conexiones entre neuronas de nuestro cerebro se asemejan a la estructura del universo.

13. Junto con los tradicionales cinco sentidos del oí­do, vista, tacto, olfato y gusto, el ser humano dispone tambiíén de otros 15 sentidos, entre ellos el equilibrio, la temperatura, el dolor, el tiempo, y además las sensaciones internas de sofocación, sed y saciedad.

14. El fenómeno llamado 'sinestesia' significa la interferencia entre diferentes sentidos. Es decir, algunas personas pueden degustar o ver sonidos y escuchar colores.

15. El cuerpo humano contiene la misma cantidad de pelo que los chimpancíés. La mayorí­a de esos cabellos, no obstante, son inútiles y casi invisibles.

Lo más curioso:

¿Por quíé; tenemos los ojos al frente de la cabeza?

Están, por ejemplo, pollos, vacas, caballos y cebras que los tienen a los lados de la cabeza.Mientras que los ojos de otros, como monos, tigres, lechuzas y lobos, están unidos al frente, apuntando hacia adelante.Todos los humanos obviamente están en el último grupo pero, ¿cuál es la razón de esta división? y ¿cómo terminamos nosotros, los primates, con los ojos al frente?

Cuestión de evolución

Hay ventajas y desventajas en la ubicación de los ojos en los animales.

Cuando se desplazan hacia delante de la cara dos campos visuales se traslapan. Es esa superposición –la perspectiva ligeramente distinta sobre la escena al frente que cada uno de tus ojos enví­a al cerebro– lo que te permite percibir la profundidad.

Los animales que tienen los ojos a los lados no tienen esta percepción de profundidad bien desarrollada, pero sí­ pueden tener una visión panorámica mucho mayor.

La ubicación de los ojos probablemente evolucionó por distintas razones en diferentes grupos de animales.

Hipótesis arbórea

En 1922, el oftalmólogo británico Edward Treacher Collins apuntó que los primeros primates necesitaban una vista que les "permitiera mecerse y saltar con precisión de rama en rama… para tomar la comida con sus manos y llevársela a la boca".

Al mudarse a los árboles para escaparse de los depredadores, argumentó Collins, la evolución favoreció en nuestros antepasados un sistema visual con una buena percepción de profundidad.Básicamente, desarrollando ojos al frente podí­an desplazarse mejor entre los árboles y tambiíén agarrar rápidamente a sus presas.

Su idea pasó luego a ser conocida como la "hipótesis de locomoción arbórea" y prevaleció, con ciertos cambios, por mucho tiempo.

Despuíés de todo, ciertamente el riesgo de no poder medir las distancia entre los árboles era bastante alto."El precio que se pagaba por fracasar era una caí­da de muchos metros a un suelo habitado por bestias carní­voras", escribió el psicoterapeuta visual Christopher Tyler en 1991.

Depredador visual

El problema con la hipótesis de Collins es que muchos animales, como las ardillas, han desarrollado sus vidas en los árboles y tienen los ojos a los lados de la cabeza.

En 2005 el antropólogo biólogo Matt Cartmill propuso una idea distinta: la "hipótesis de la depredación visual".

Es decir, lo que más le convení­a a los depredadores era tener una buena percepción de la profundidad.

Eso los ayudaba a localizar y capturar su presa, ya fuese un leopardo acechando una gacela, un ave rapaz agarrando un conejo con sus garras o uno de nuestros antepasados primates, atrapando un insecto en la rama de un árbol.

Cartmill pensó que su explicación era la más elegante porque tambiíén incluyó otros cambios evolucionarios que son caracterí­sticos de los primates. Los primates primitivos, por ejemplo, usaban más la vista para cazar que el olfato.Cartmill consideró que la reducción en su capacidad para oler fue un efecto secundario de la confluencia de los ojos, simplemente porque el espacio disponible para la nariz y sus conexiones con el cerebro se volvió más pequeño.

Hábito nocturno

El neurobiólogo John Allman trabajó a partir de la hipótesis de Cartmill y la expandió para concentrarse en la depredación nocturna.Y es que no todos los depredadores tienen los ojos al frente de la cabeza.

Los felinos, los primates y las lechuzas sí­, pero no así­ las mangostas, musarañas y petirrojos.

El aporte de Allman fue sugerir que tener los ojos al frente resultaba beneficioso para criaturas que cazan de noche, como las lechuzas y los felinos, porque pueden absorber más la luz que si los tuviesen a los lados.

Y los primeros primates tambiíén cazaban de noche, por lo que su adaptación para la depredación nocturna podrí­a haberle asegurado ojos frontales a todos los descendientes, incluyendo a nuestra propia especie.

Visión de rayos X

El neurobiólogo teórico Mark Changizi propuso una idea distinta.

En 2008 en la publicación Journal of Theoretical Biology presentó la "hipótesis de la visión de rayos X".

En resumen, sostiene que tener los ojos al frente le permitió a nuestros antepasados ver a travíés de las tupidas hojas y ramas en el hábitat de la selva.

El llamativo tí­tulo de su hipótesis viene de un fenómeno curioso: "Cuando levantas un dedo verticalmente y fijas la mirada en algo que está mucho más al fondo", señaló, "percibes dos copias de tu dedo y ambas parecen transparentes".Por lo tanto tienes la habilidad de "ver a travíés de" tu dedo, como si estuvieras mirando con visión de rayos X.

Pero la confusión de planos únicamente afecta a los animales grandes de la selva, como los primates.Los más pequeños, como las ardillas, sufren menos el problema porque sus cabezas son lo suficientemente pequeñas para ver entre las ramas y las hojas.

Y los animales grandes que están fuera de hábitats selváticos no tienen mayores problemas con sus ojos en los lados.Por lo tanto, el motivo por el cual tenemos ojos al frente de nuestras cabezas aún no está aclarado. Cada hipótesis tiene sus puntos fuertes y díébiles.Sin embargo, ya sea que fuese para saltar entre ramas, perseguir sabrosos insectos o ver a travíés de las hojas, por lo menos una cosa es segura: todo se reduce a la vida en los árboles. — con Marcelo Ignaciio, Mario Alvarez Iglesias, Nicolás Ignacio Lafuente Angulo y 43 personas más.
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