EFE
Noemí Jabois
Los supervivientes de la fuga de gas de Bhopal, que causó miles de muertos en esa ciudad del centro de la India en 1984, no pierden la esperanza de obtener justicia cuando están a punto de cumplirse 30 años de uno de los mayores desastres industriales de la historia.
La madrugada del 3 de diciembre de 1984, Rashida Bi se despertó sobresaltada, sintiendo que le faltaba el aire; salió de su casa y corrió sin saber a dónde entre los cientos de cuerpos amontonados en las calles de Bhopal, mientras ingentes cantidades de isocianato de metilo lo contaminaban todo desde una fábrica de pesticidas cercana.
El caos, el pánico y el más absoluto desconocimiento reinaron aquella noche.
"Si intentaba abrir los ojos, sólo veía cadáveres por todas partes y cómo la gente corría por encima de ellos. A las madres se les caían los niños de las manos, pero no paraban a recogerlos. La gente se defecaba y se orinaba encima, les salía agua de la boca. No sabíamos lo que ocurría, sólo corríamos", explicó Bi a Efe.
La mujer, que entonces tenía 27 años, escuchaba a la gente como le pedían la muerte a Dios, porque "la vida era enemiga" en medio de un escenario demasiado semejante al apocalipsis.
Tras díécadas de lucha sin resultados, Bi acampa estos días en Nueva Delhi junto a otros cientos de supervivientes y víctimas del desastre para apoyar a cinco mujeres que desde el lunes mantienen una huelga de hambre para pedir justicia para los 150.000 enfermos crónicos y familiares de los 25.000 muertos que, según las cinco asociaciones en que se agruparon las víctimas, causó la tragedia.
Demandan compensaciones económicas y que se revisen las cifras oficiales de víctimas, que no dejan de aumentar entre una segunda generación con niños nacidos con malformaciones y discapacidades, dijo a Efe la activista y afectada Safreen Khan.
La empresa Union Carbide India Limited (UCIL), que en el momento de la tragedia poseía y operaba la fábrica siniestrada, y el Gobierno indio, personado como demandante en un eterno proceso judicial, cerraron en 1989 un acuerdo de conciliación que convenía el pago de 470 millones de dólares por parte de UCIL.
En los años siguientes, diferentes organizaciones apelaron sin íéxito la sentencia, que la estadounidense Corporación Union Carbide (UCC), dueña en 1984 del 51 % de UCIL, consideró el culmen de su "diligente trabajo para proporcionar ayuda a las víctimas", según su página web dedicada a la tragedia.
El entonces presidente de UCC, Warren Anderson, abandonó la India tras el incidente y falleció el pasado 29 de septiembre, a los 92 años, sin haber sido juzgado.
Khan asegura que muchos jóvenes participan estos días en la protesta en el "manifestódromo" delhí de Jantar Mantar, porque la de Bhopal no "es una lucha sólo de los mayores, sino tambiíén de los niños", según reivindicó la joven de 19 años, que sufre problemas de respiración y oculares a consecuencia del desastre.
"Todavía ahora nuestro agua es completamente blanca y espumosa, huele mal y parece que la hayan mezclado con algún tipo de substancia", denunció a Efe la superviviente Kailashi Bai, cuyo hijo nació con una mano diminuta, varios dedos unidos entre sí y un lado de su cuerpo totalmente paralizado.
Durante los últimos 30 años, los afectados por la tragedia han realizado marchas a pie desde Bhopal hasta Nueva Delhi, han escrito cartas a innumerables autoridades y han llevado sus protestas a países de todo el mundo para buscar fuera de las fronteras indias el apoyo que no han encontrado en su país.
Sin embargo, muchas de las casi 600.000 víctimas no han recibido todavía indemnización o se han tenido que conformar con cifras que consideran ridículas, como las 25.000 rupias (unos 400 dólares) que obtuvo Kanku Bai en compensación por una larga lista de problemas de salud, manifestó la superviviente en declaraciones a Efe.
Entre las víctimas de Bhopal hay un sentimiento de abandono por parte de las autoridades, que, según dice Bi, podrían sentir que "darle justicia a los afectados" llevaría a empresas extranjeras a tener "miedo de establecerse en la India".
Pero "30 años es suficiente" para Bhopal, tal y como rezan las decenas de carteles que desde el lunes se pueden leer en el campamento establecido por las víctimas en la capital del país para pedir justicia "ahora".
"No estamos vivos por la respiración, estamos vivos por nuestra fuerza y corazón", reivindicó Bi, que se siente preparada para afrontar con decisión, junto a las demás víctimas, la acción de las fuerzas del orden