Un ocíéano separa Europa de Estados Unidos. Esa inmensa distancia geográfica se traslada tambiíén a las Bolsas, en especial estos días. Despuíés de la corrección generalizada en la primera quincena de octubre, dos de los principales índices de Wall Street, el selectivo S&P y el industrial Dow Jones, cotizan en zona de máximos históricos mientras que las Bolsas del Viejo Continente intentan aún sacudirse las dudas y siguen lejos de sus techos anuales.
A diferencia de las anteriores ocasiones en las que la Reserva Federal (Fed, por sus siglas en inglíés) retiró estímulos, esta vez la Bolsa de EE UU sube con fuerza desde que el organismo central decidió dejar de comprar activos el 30 de octubre. Los sólidos resultados empresariales y las buenas cifras macroeconómicas justifican este comportamiento.
Araceli de Frutos, de la Eafi homónima, indica que en el tercer trimestre “los resultados empresariales han crecido en EE UU un 10% anual y el porcentaje de empresas que ha batido los pronósticos del mercado está por encima del 80%, algo que no se veía desde 2009â€.
El viento sigue soplando a favor de la Bolsa estadounidense por la fuerte situación de la primera economía mundial. Por eso, Juan Josíé Fernández–Figares, director del departamento de análisis de Link Securities, destaca que “de cara a la temporada de compras navideñas, que empieza la próxima semana tras Acción de Gracias, el ambiente es de moderado optimismo y los inversores apuestan por el típico rally de Navidadâ€.
En opinión de Diego Jimíénez–Albarracín, responsable de renta variable del centro de inversiones de Deutsche Bank, el recorrido de este año en el S&P está prácticamente agotado (le da un precio objetivo de 2.050, en torno al nivel actual del índice) pero, “dada la solidez de los datos macroeconómicos, los buenos resultados y la incesante actividad corporativa, cualquier caída debe ser vista como una oportunidad de compraâ€.
Entre los obstáculos que podrían frenar a la Bolsa estadounidense están la fortaleza del dólar y la próxima subida de tipos de la Fed. Sobre la apreciación de su divisa, Jimíénez–Albarracín indica que “en EE UU el sector exterior aporta a la economía solo entre un 16% y un 17% del totalâ€. Con todo, desde Legg Mason destacan que las empresas más dependientes del consumo interno se han compotado mejor en las últimas semanas que las que ingresan más vía exportaciones.
Por ahora, el principal riesgo es el alza de tipos previsto para 2015, ya que si la Fed eleva el precio del dinero antes de lo esperado generaría volatilidad. Desde Barclays resaltan que históricamente, el S&P ha subido un 10% en los nueve meses previos a un alza del precio del dinero pero lo ha hecho, de media, un 6% peor que el resto de índices desarrollados en los seis meses posteriores a la decisión. Aun así, Wall Street lo hace mejor si la inflación es baja (cuando los precios estaban por debajo del 2,5%, el S&P subió un 3% en los seis meses siguientes) y si la subida del precio del dinero es pequeña (cuando el alza de tipos no superó el 0,5%, el S&P repuntó un 5% en los seis meses posteriores, mientras que se quedó plano cuando fue entre el 0,5% y el 1,5%). Este escenario gradual más beníévolo es el que prevíé el mercado, lo que allana el camino a Wall Street para más alzas