La construcción de viviendas fue el principal indicador del desequilibrado crecimiento en los primeros años del siglo XXI. Luego, anunció el desastre. Y ahora, es el último vagón en sumarse a la lenta recuperación de la economía española, que acumula ya cinco trimestres de avance, cada vez más lejos de la recesión.
El Instituto Nacional de Estadística (INE) confirmó este jueves que, en los meses de verano, el valor real del PIB aumentó un 0,5% respecto al segundo trimestre y avanza a un ritmo anual del 1,6%. El detalle de la contabilidad nacional revela además que el consumo privado se mantiene como la locomotora de esta recuperación, que el gasto público corriente sigue estancado y que el sector exterior vuelve a restar. O que la inversión modera algo su aportación. Pero es aquí donde se produce la principal novedad, porque el valor añadido que genera la inversión en vivienda vuelve a crecer, tras siete años en retroceso.
La inversión en construcción de viviendas avanzó un 1,3% respecto al segundo trimestre, cuando la variación trimestral no había dejado de ser negativa desde el verano de 2007. La última muesca de la recuperación tiene, sobre todo, un valor simbólico. Porque la inversión residencial empezó a caer un año antes de que España entrara, a mediados de 2008, en recesión. Lo que el Gobierno socialista, y muchos expertos, tomaron entonces como “un aterrizaje suave†tras el estallido inmobiliario, acabó siendo un heraldo de la mayor crisis económica en más de medio siglo.
El colapso financiero internacional, la Gran Recesión y su epílogo europeo desvelaron las graves debilidades del patrón de crecimiento español. El aterrizaje, en las peores condiciones posibles, fue de emergencia. Dejó tras de sí un reguero de inmobiliarias cerradas, viviendas vacías, entidades financieras quebradas (o muy golpeadas). Y endosó una factura enorme en actividad y empleo a la economía española.
“Los datos muestran que la actividad en el sector de la construcción de viviendas se acerca a un punto de inflexiónâ€, advertían los expertos de BBVA Research este mismo mes. “La inversión residencial debería estar ya creciendoâ€. La predicción del servicio de estudios, ahora corroborada por la contabilidad nacional, se basaba en la sucesión de indicadores parciales (consumo de cemento, condiciones financieras, visados, inversión extranjera, empleo en la construcción) que daban cuenta en el último año de una mejora en el sector. Otros, como el precio de compraventa de viviendas, tienden a estabilizarse.
Los expertos del BBVA recordaban que “la actividad inmobiliaria tradicionalmente ha anticipado la recuperación de la economíaâ€. Pero esta vez no ha sido así, e incluso el empleo, que suele ser el último en reaccionar a la mejora de la actividad, lleva nueve meses creciendo. El elevado nivel de deuda de familias y empresas, y el amplísimo parque de viviendas nuevas sin vender, cercano al medio millón de unidades, explican que la inversión inmobiliaria haya quedado tan rezagada.
Siete años de destrucción de actividad han menguado el peso del sector. Si el valor añadido que generaba la inversión en vivienda llegó a rondar los 32.000 millones de euros al trimestre, ahora apenas llega a los 10.500 millones. De suponer un 12% del PIB en 2006, una desproporción sin igual en la zona euro, ahora se ha quedado en el 4%. Y lo que revelan los últimos datos es que lo que ha tocado el sector es más bien el subsuelo: las cuentas del Ministerio de Fomento apuntan a que este año se iniciarán algunas viviendas más que en 2013. Pero es que el ejercicio pasado apenas se comenzaron 29.232 casas y pisos de precio libre, el registro más bajo desde 1960. Y apenas un 5% de las que se iniciaban en los años más desquiciados del boom inmobiliario.