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Autor Tema: EEUU no reduce la contaminación, la exporta...  (Leído 96 veces)

OCIN

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EEUU no reduce la contaminación, la exporta...
« en: Diciembre 08, 2014, 07:35:25 am »

The Associated Press



Los paneles solares brillan en cada cabaña de esta atestada isla, una de las más grandes de un remoto archipiíélago frente a las costas de Panamá, pero estos pequeños emblemas de energí­a "verde" no ofrecen esperanza alguna en la batalla contra el cambio climático.

Sí­, ayudan a que la isla de Guna reduzca la presencia de por sí­ minúscula de carbono.

Los residentes cocinan con gas limpio. Usan pequeñas cantidades de combustible diíésel en sus lanchas pesqueras y un generador que ilumina las lámparas que cuelgan sobre los pisos de tierra al anochecer. Tienen una de las selvas más impolutas de Panamá que limpian naturalmente la atmósfera de dióxido de carbono.

Pero hay fuerzas más poderosas que amenazan con expulsarlos de la isla, derivadas del hecho de que el resto del mundo no ha sabido controlar sus emisiones de carbono.

La polución relacionada con el calentamiento global sigue aumentando a pesar de que los dos principales contaminantes del mundo se han comprometido a combatir el cambio climático. Estados Unidos dijo que va a reducir significativamente sus emisiones y China aseguró que las mismas dejarán de crecer en el 2030.

Es un camino peligroso que hace que Estados Unidos exporte cantidades ríécord de combustibles sucios al tiempo que reduce la contaminación responsable del calentamiento global en su territorio.

El carbono que contienen esas exportaciones ayuda a Estados Unidos a cumplir sus objetivos, pero no ayuda necesariamente al planeta.

Ello se debe a que Estados Unidos está enviando más combustibles sucios que nunca a otras partes del mundo donde reciíén se ponen en marcha los esfuerzos por combatir la contaminación. Si bien el combustible exportado es más limpio que antes, en el caso del diíésel, aproximadamente el 20% de las exportaciones son demasiado sucias como para ser quemadas aquí­.

En el caso de Guna, a medida que aumenta el carbono, tambiíén crecen las aguas del mar. Varias comunidades planean trasladarse tierra adentro, escapándole a las inundaciones y las tormentas que están azotando algunas islas y que han partido en dos otras.

"Nosotros conservamos, otros consumen", declaró Guillermo Archibold, agrónomo y ex delegado ante el congreso tribal de Guna.

Bajo el gobierno de Barack Obama, Estados Unidos ha reducido su contaminación con carbono más que ninguna otra nación, unos 475 millones de toneladas entre 2008 y 2013, de acuerdo con el Departamento de Energí­a de ese paí­s.

Menos de una quinta parte es consecuencia de que se quema menos gasolina y diíésel, mayormente en los automóviles, pero un análisis de la Associated Press de la información del Departamento revela que las exportaciones de gasolina y diíésel más que compensan esa reducción a nivel local con la contaminación que generan en el exterior. Se cree que en el mismo perí­odo fueron emitidas 1.000 millones de toneladas de carbono en el resto del mundo.

"Es una imagen falsa", sostuvo Onel Masardule, de la Iniciativa Indí­gena sobre Evaluaciones Locales de Cambio Climático, una organización ambiental con sede en Perú que estudió recientemente el cambio climático en Guna. "En realidad, Estados Unidos sigue contaminando".

Uno de los receptores de las exportaciones contaminantes estadounidenses es Panamá, que ha casi cuadruplicado las importaciones de diíésel y gasolina estadounidenses desde 2008.

Panamá es el principal destino de combustible diíésel, que es más sucio y contienen más carbono de lo que se permitirí­a usar en los motores de Estados Unidos. Ese combustible, no obstante, termina en autos y camiones que no tienen los mismos parámetros de eficiencia y no son inspeccionados ni mantenidos regularmente. Panamá exige que los conductores vigilen las emisiones, pero esa disposición es ignorada por todo el mundo.

El comercio de combustibles fósiles ha aumentado marcadamente bajo el gobierno de Obama al registrarse un boom en la producción de petróleo y gas natural.

en 2010, Estados Unidos todaví­a importaba más productos refinados del petróleo que los que exportaba. El año pasado, sin embargo, exportó más de lo que importó por primera vez desde 1949. en 2012 estos productos eran la exportación más grande de Estados Unidos, valuada en 117.000 millones de dólares, según el Departamento de Comercio de ese paí­s.

El boom ayudó a que Estados Unidos reduzca sus importaciones de petróleo y genere puestos de trabajo en campos petrolí­feros y en puertos. Sin ello, al gobierno de Obama le costarí­a mucho más cumplir su meta de duplicar las exportaciones y el díéficit comercial serí­a más grande todaví­a.

Pero a nivel mundial, Estados Unidos está teniendo un impacto bastante más reducido de lo que dice en la lucha contra el calentamiento global.

En el caso de la gasolina y el diíésel, Estados Unidos ha estado exportando mucho más que lo que ha reducido en consumo domíéstico en años recientes mediante medidas como patrones de eficiencia y la mezcla de gasolina con etanol.

"Esta es la historia secreta de su íéxito que querrí­an mantener oculta", dijo Kevin Book, analista de energí­a basado en Washington. Desde 2012, Book ha sido miembro del Consejo Nacional del Petróleo, un grupo de asesores elegido por el secretario de energí­a de Estados Unidos.

"Ha hecho mucho para mejorar nuestra posición, pero no es lo mejor para el clima. No se puede ignorar el hecho de que hay más emisiones cuando hay más para quemar", sostuvo Book.

No hay una idea clara del impacto que el aumento del uso de combustibles fósiles en Estados Unidos está teniendo en el panorama del calentamiento mundial. El gobierno no parece decidido a llegar al fondo de este asunto.

Estados Unidos estima que el aumento en las exportaciones energíéticas podrí­a ser considerado en un análisis de ese tipo, incluidas las gigantescas terminales que se piensa construir en la costa occidental para exportar más carbón a ser usado en plantas energíéticas en el exterior. Los acuerdos comerciales podrí­an ser tomados en cuenta en el impacto del comercio de la energí­a en el calentamiento global, pero ningún acuerdo comercial negociado por el gobierno de Obama menciona el calentamiento global.

"Es su responsabilidad analizar las exportaciones de Estados Unidos y la demanda de combustibles fósiles, el consumo y el clima", afirmó Lorne Stockman, de Oil Change Internacional, organización que combate el uso de combustibles fósiles. "Tiene que haber una evaluación holí­stica de lo que son todas esas exportaciones y del papel que van a tener que cumplir para que se cumplan los lí­mites climáticos".

La Casa Blanca dice que está trabajando para reforzar las medidas de protección del medio ambiente en los acuerdos comerciales y bajar las tarifas sobre las tecnologí­as que ayudarán a reducir las emisiones en el exterior.

El principal negociador de Estados Unidos en asuntos climáticos, Todd Stern, dijo recientemente que "el objetivo principal tiene que ser romper la relación entre el crecimiento y los combustibles fósiles".

Esa relación persiste en parte porque en Estados Unidos hay una creciente demanda de combustibles, pero el gobierno sostiene que las exportaciones energíéticas de Estados Unidos no han aumentado la demanda mundial ni las emisiones globales. Estados Unidos es el principal consumidor de petróleo del mundo y la cantidad de petróleo crudo que importa es dos veces las exportaciones de los derivados del petróleo.

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LA HISTORIA RETORCIDA DE PANAMA

Panamá desempeña un importante papel en el comercio mundial de energí­a debido al Canal de Panamá y podrí­a ser más grande todaví­a cuando se termine la construcción de una tercera esclusa el año que viene. Esa nueva ví­a permitirá el paso de buques cisterna llenos de gas natural lí­quido e incluso de petróleo crudo.

Panamá tambiíén está ampliando su red de zonas comerciales, que permiten la importación y exportación de gasolina y diíésel sin pagar tarifas.

El paí­s tiene sus propias historias retorcidas relacionadas con la contaminación.

Dice que no emite dióxido de carbono porque sus selvas absorben todo lo que despiden sus caños de escape y la deforestación, que son los principales contaminantes en el paí­s.

Ese análisis toma en cuenta las selvas propiedad de la gente de Guna pero excluye la contaminación generada por tres decenas, si no más, de buques oceánicos que atraviesan el Canal de Panamá todos los dí­as, pagando unos 250.000 dólares cada uno por viaje. La contaminación de los barcos, responsable de aproximadamente el 3% de las emisiones mundiales de carbono, no figuran en los cálculos de paí­s alguno.

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ISLAS QUE PELIGRAN

Ninguna isla panameña puede perder más que Guna, cuyos habitantes han defendido a capa y espada su primitivo estilo de vida.

en 2012 los lí­deres de Guna aprobaron el traslado de la tribu a tierra firme. Es un proyecto muy políémico para la tribu y cualquier traslado tendrá que esperar varios años. "Es nuestra responsabilidad evitar una catástrofe", dice la resolución. "Tarde o temprano, el cambio del clima va a afectar las islas".

El crecimiento de la población ya se ha hecho sentir.

La escuela de la isla de Gardi Sugdup sacrificó su patio al construir más aulas para albergar más alumnos. Las casas y los gallineros están pegados a la costa, a menudo en sectores rellenados con basura y corales para ganarle terreno al mar.

Con excepción de las botellas de Coca Cola y bolsitas vací­as de aperitivos regadas en lo largo de los senderos de tierra, hay pocos signos del mundo moderno.

Las mujeres lucen vestidos tradicionales y exhiben orgullosas los coloridos bordados conocidos como mola. Sus brazos, torsos y piernas están cubiertos por abalorios. La policí­a porta bastones de madera y camina descalza. No hay plomerí­a en los baños, que desembocan en el mar.

Pero los efectos del dióxido de carbono no conocen fronteras, como han descubierto los habitantes de Guna.

Una tormenta partió en dos una isla e inundó totalmente otras dos que no estaban habitadas en 2008, según Jorge Andreve, director regional del departamento del medio ambiente de Panamá. Otra isla sufrió inundaciones tan severas que los árboles se mojaron tanto que no se podí­a cocinar con esa leña.

"Todo ha cambiado", dijo Josíé Davis, hablando en nombre de ocho lí­deres tribales que representaban a 26 comunidades durante un encuentro ocurrido un domingo reciente. "No estamos acatando el orden universal del mundo ni conviviendo con la naturaleza, como se deberí­a", sostuvo. Agregó que hablarí­a con los dioses para ver cómo se puede vivir en mayor armoní­a con la naturaleza.

La ciencia ha documentado que los guna hablan de espiritualidad. Un ensayo del Instituto Smithsoniano de Investigación Tropical de 2003 comprobó que las aguas del mar que rodean el archipiíélago subí­an dos milí­metros por año. Empleando fotos satelitales, calcularon cuánta tierra habí­a quedado debajo del mar entre 1966 y el 2001. Era una superficie equivalente a 12 canchas de fútbol.

El ensayo agregó que la costumbre de cultivar corales para ganarle terreno al mar y disponer de más espacio para la gente agravaba el problema.

LA APUESTA ENERGETICA DE ESTADOS UNIDOS

En años recientes, la tecnologí­a de fracturación hidráulica, o fracking, ha impulsado una revolución energíética Estados Unidos, permitiendo a las empresas extraer petróleo y gas natural de formaciones lutí­ticas que hasta ahora eran inaccesibles. Eso hizo bajar el precio del gas natural y tambiíén los del petróleo a nivel nacional debido a que está vigente una prohibición de exportar petróleo de los años 70.

Paralelamente, polí­ticas pensadas para hacer frente al cambio climático han reducido la demanda, lo mismo que los altos precios de la gasolina que rigieron hasta hace poco. Normas para ahorrar combustibles impuestas por el gobierno de Obama han estabilizado el consumo de gasolina por primera vez en la historia. El requisito de que se añada etanol de maí­z a la gasolina redujo asimismo la presencia del petróleo en el mercado de la gasolina.

El resultado: desde octubre de 2007, los automóviles han usado 57.000 millones de litros de gasolina y diíésel menos, de acuerdo con Michael Sivak y Brandon Schoettle, de la Universidad de Michigan, pero Estados Unidos ha exportado casi siete veces esa cantidad para satisfacer la demanda en Amíérica Latina y otras regiones, según el Departamento de Energí­a. "El mundo saca un beneficio neto" al reducirse el consumo en Estados Unidos, expresó.

Otros expertos, no obstante, no están de acuerdo y dicen que cuando hay abundancia de una fuente de energí­a a buen precio, como ocurre con el petróleo estadounidense, la demanda aumenta y eso hace que otras formas de energí­a limpia sean menos competitivas.

Estados Unidos está haciendo poco para romper este ciclo en el mercado mundial. Obama ha pedido que se eliminen los subsidios de los combustibles fósiles en el paí­s, pero la propuesta no tiene mucha recepción en el Congreso.

LA CONTAMINACION PANAMEí‘A

Las campañas para promover energí­as eficientes que ayudaron a contener la demanda en Estados Unidos brillan por su ausencia en Panamá, donde la gasolina cuesta un dólar el galón (cuatro litros). El paí­s tiene tarifas para los combustibles muy bajas. No cuenta con refinerí­as, por lo que importa todo su combustible y no cobra tarifas. El gobierno lo vende a bajo precio porque es un combustible más sucio que el que se vende en Estados Unidos. Requiere una mezcla con un 5% de etanol de caña de azúcar y tiene programas para plantar árboles y combatir la deforestación.

El ministerio panameño de medio ambiente no está en condiciones de decir si las crecientes importaciones de gasolina de Estados Unidos han aumentado las emisiones. Menos de una decena de personas de esa dependencia trabajan en temas relacionados con el calentamiento global. "Para lidiar con todas las cosas relacionadas con el cambio climático hace falta más gente", dijo Daysi Vargas, analista del cambio climático del ministerio.

En gobierno panameño no inspecciona los caños de escape para asegurarse de que funcionan bien y emiten la menor cantidad posible de contaminación. The Associated Press visitó un taller de inspección en la ciudad de Panamá, el cual parecí­a abandonado. Trabajadores y propietarios dijeron que nadie iba a hacer una inspección por la que hay que pagar 16 dólares.

Panamá, por otro lado, fue el año pasado el principal receptor de algunos de los combustibles diíésel más sucios, que está prohibido usar en los motores de Estados Unidos. En los últimos cinco años se han más que triplicado las importaciones de gasolina y diíésel de Estados Unidos, según un estudio que hizo The Associated Press de datos del Ministerio de Energí­a. Esas importaciones contení­an unas 48 millones de toneladas de emisiones de dióxido de carbono, que desaparecen de la contabilidad de Estados Unidos y pasan a la de Panamá. Representan aproximadamente el 10% de las emisiones de este paí­s en todo concepto. El gobierno sigue trabajando para determinar cuánto carbono contribuye Panamá al calentamiento global. Dice que no está obligado a reducir sus emisiones porque es un paí­s en desarrollo.

EN ESTOS ARBOLES CRECE EL DINERO

La deforestación es de lejos la principal fuente de contaminación con carbono en Panamá y el gobierno se propone plantar árboles para proteger los bosques y permitir que el saldo de carbono siga siendo positivo.

Tambiíén se prepara para la posible venta de críéditos de carbono obtenidos mediante la protección de sus bosques, para ayudar a otras naciones o empresas a reducir su producción de carbono. Los pueblos indí­genas rechazaron en principio esta idea, pero se llegó a una tregua en diciembre del año pasado, reactivando un programa de las Naciones Unidas por 5,8 millones de dólares que habí­a sido suspendido por las objeciones de las tribus indí­genas.

Los guna siguen mostrándose escíépticos.

"Nos van a dar dinero, pero siguen contaminando", afirmó Hernaclio Herrera, biólogo de la Asociación Nacional por la Conservación de la Naturaleza. "Eso es una licencia para contaminar".

La Autoridad del Canal, que administra esa ví­a, ya se ha beneficiado por la venta de críéditos basada en los árboles de su propiedad. Un corredor privado no logró llegar a un acuerdo con los guna para pagar para que preservasen sus bosques y pudiesen vender críéditos a una aseguradora alemana deseosa de neutralizar parte de la contaminación que causa.

Los guna rechazaron la oferta a pesar de que el dinero los hubiera podido ayudar a escaparle a las consecuencias del cambio climático.

Los bosques, según los guna, son santuarios sagrados que no tienen precio.

"Cuando hablamos de los árboles, estamos hablando de nuestros hermanos y hermanas", dijo Andreve, el director de la agencia del medio ambiente de Panamá en la región de Guna Yala y quien es íél mismo guna. "No puedes ponerle una camiseta con el signo del dólar a un árbol si no eres dueño del árbol".


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