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Autor Tema: ¿Quíé es una Entidad Astral Parasitaria?  (Leído 608 veces)

Scientia

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¿Quíé es una Entidad Astral Parasitaria?
« en: Enero 05, 2015, 07:15:39 pm »
¿Quíé es una Entidad Astral Parasitaria?

http://hermandadblanca.org/entidades-astrales-parasitarias/#

La intrusión astral se produce cuando una o varias entidades pertenecientes al plano comúnmente conocido como astral o etíéreo se introducen en el campo energíético de un individuo humano, con o sin su expresa autorización, fundiíéndose parcial o totalmente en la mente subconsciente del individuo.
Estas entidades se abastecen, a modo de parásitos de los aparatos sensorio-motor y emocional de íéste, a travíés de los cuales se relaciona con el medio externo. La intrusión astral no implica posesión, aunque íésta no se descarta. Un individuo puede desarrollar una vida absolutamente normal sin ser jamás consciente de que “su espacio” ha sido ocupado por diversas entidades adheridas a íél.
Hay diferentes tipos de EAPs. Su grado de seriedad depende de muchos factores. La más común es la producida por la consciencia de entidades humanas descarnadas, es decir, seres humanos que por algún motivo no han completado el proceso de transición despuíés de la muerte del cuerpo fí­sico, quedando “atrapados” con o sin su consentimiento en el estado intermedio o bajo astral.
Tambiíén hablaremos de las entidades demoní­acas y de parásitos semi-conscientes o larvas. El tema de las entidades demoní­acas es muy complejo, y para comprenderlo en su totalidad es necesario que el lector se familiarice con determinados conceptos relacionados con el sistema de control.
espiritu
Despuíés de la muerte fí­sica
Despuíés de la muerte fí­sica el cuerpo etíéreo, tambiíén llamado cuerpo sutil o astral se separa del cuerpo fí­sico. La energí­a de un ser humano se halla almacenada dentro del cuerpo etíéreo; la información correspondiente a la personalidad o falso yo, con toda la gama de patrones emocionales y residuos fí­sicos de las experiencias acumuladas durante la vida fí­sica, se halla registrada en este campo energíético, incluyendo las experiencias de otras vidas.
Envuelto en este cuerpo sutil, el ser se dirige hacia la luz, la cual está siempre presente. Los espí­ritus guí­as se acercan para recibir al espí­ritu del reciíén difunto. Los espí­ritus guí­as no tienen una forma definida, pueden parecer ángeles, personas queridas o pueden ser simplemente, formas de energí­a.
Los espí­ritus de los familiares o seres queridos pueden hacer de guí­a, y aunque íéstos no posean forma, el difunto los reconocerá por la vibración de sus almas. Si el que viene no tiene una forma definida, los ojos, que son considerados las ventanas del alma, serán la clave para que se efectúe el reconocimiento. Esto es importante ya que muchas entidades, cuyo propósito no es, precisamente, el de guiar al reciíén llegado, se hallan a la espera de poder”engañar” a los ilusos.
í‰stas son entidades del servicio a sí­ mismo que buscan atrapar a aquellos espí­ritus que no posean el conocimiento suficiente para defenderse. De acuerdo a William Daldwin
  • , los ojos de dichas entidades son negros, ya que carecen de luz.

Aparentemente, hay una barrera o un portal por el que hay que pasar para poder entrar completamente en la luz. Si el espí­ritu del difunto se mueve más allá de ese portal, avanzará hacia la 5ta densidad, a la cual van las almas de todos los seres despuíés de la muerte.
Al morir, el cordón de plata que une al espí­ritu con el cuerpo fí­sico en la tercera densidad se rompe definitivamente. Sin embargo, no todos los espí­ritus fallecidos siguen su camino hacia la luz. Algunos se pierden en el camino, ya sea por decisión consciente o por simple ignorancia, muchos quedan atrapados en el estado entre la quinta densidad y la densidad fí­sica, la tercera densidad.
Algunos autores denominan dicha zona como bajo astral, zona gris o zona intermedia. Aquel que no traspasa el portal, vagabundea por dicha zona y puede que encuentre a algún ser humano al que adherirse para poder seguir disfrutando de las actividades inherentes a la vida fí­sica.
De íésta forma, el encarnado se une de forma parcial o total a la mente subconsciente de un individuo “vivo”, ejerciendo un determinado grado de influencia en los procesos mentales, las emociones, la conducta y el cuerpo fí­sico. De esta forma la entidad se vuelve un parásito en la mente del huíésped. Una ví­ctima de esta condición puede resultar totalmente amníésica durante episodios de completa toma de control por parte de la entidad.
Hay una gran cantidad de razones por las cuales un individuo no completa su transición; como ejemplos podemos citar: Una muerte traumática o repentina puede tomar por sorpresa a la entidad, produciendo un trauma en la conciencia del espí­ritu reciíén difunto. Dicha muerte puede provocar diversos estados emocionales que pueden ir desde la sorpresa hasta la furia, el miedo, la desesperación, la culpabilidad, el remordimiento, etc.
Puede que la entidad se niegue a aceptar su muerte fí­sica o quizás sea inconsciente de ue íésta se ha producido. Las emociones, sean estas de caracter positivo o negativo, que rayan en la obsesión actúan como un ancla que impide la partida de la entidad. Por lo tanto, los sentimientos de odio, culpa, remordimiento, furia, e incluso excesivo amor, pueden interferir con la transición.
Falsos sistemas de creencias sobre la vida despuíés de la muerte pueden evitar que el espí­ritu se dirija hacia la luz; puede que la experiencia de la muerte no coincida con las falsas expectativas o nociones preconcebidas de cómo deberí­a ser.
La muerte por sobredosis de drogas o alcoholismo puede provocar que el espí­ritu del difunto conserve el apetito o el deseo de consumir tales sustancias; al ser un estado de conciencia-energí­a, el mundo astral no puede satisfacer tales apetitos, por lo que el espí­ritu decide holgazanear hasta encontrar un sujeto al que adherirse, por ejemplo, un adicto que le proporcionará satisfacción a travíés de su aparato sensorio-motor.
De esta forma el espí­ritu se convierte en un parásito. Lo mismo puede ocurrir con cualquier tipo de apetito u obsesión asociada al mundo material y fí­sico de la tercera densidad, por ejemplo: comida, sexo, otro ser humano, etc.
Si al morir la persona tení­a dentro de sí­ una, o varias entidades parasitarias, la transición puede resultar un proceso difí­cil. En este caso hay varias posibilidades: El espí­ritu del reciíén difunto puede llevar consigo a la entidad parasitaria hacia la luz y de esta forma rescatar al alma perdida.
El espí­ritu del reciíén difunto puede separarse de la entidad parasitaria y dirigirse solo hacia la luz. Despuíés de la separación la EAP puede encontrarse nuevamente perdida, por lo que reinicia la búsqueda de otro huíésped en quien alojarse. Si la EAP posee una fijación con el individuo al que estuvo adherida, puede esperar hasta la próxima encarnación de íéste, localizarlo en el momento en que se produzca el nacimiento, y uní­rsele nuevamente.
Esta intrusión puede ocurrir en repetidas encarnaciones del huíésped. Si el espí­ritu de la persona reciíén fallecida no puede separarse de la entidad intrusa, quizás por carecer de la energí­a necesaria, puede tambiíén pasar a ser una entidad parasitaria con la otra EAP adherida a íél.
De esta forma, ambas entidades pueden uní­rsele a otra persona, la cual a su vez, al morir, queda atrapada, y así­ sucesivamente, hasta formar verdaderas cadenas de EAPs. Estos espí­ritus encadenados pueden formar verdaderos cúmulos de entidades errantes.
Es necesario comprender que no se trata de una realidad fí­sica y que aplicar conceptos que sí­ lo rigen en un estado material es un error fundamental. Los espí­ritus son energí­a y no ocupan lugar. Una persona puede tener docenas, hasta cientos de entidades adheridas.
Hasta pueden reacomodarse en el aura o flotar dentro del aura fuera del cuerpo. Si una parte del cuerpo de una persona es particularmente díébil, o ha sufrido un accidente o enfermedad, puede alojar a una EAP que a su vez, se identifica con dicha debilidad. Tambiíén pueden situarse en cualquiera de los chakras, atraí­dos por la peculiar energí­a de uno de ellos o por las estructuras fí­sicas de esa parte del cuerpo.
Hay diferentes clases de EAPs. Los hay benignos, malignos y neutrales o pasivos. Las razones que pueden llevar a que una persona actúe como imán de estas entidades son muchas y de muy diversa índole. Puede tratarse de algo muy simple, como el hecho de estar fí­sicamente próximo al lugar donde se produjo el deceso.
De acuerdo a W. Baldwin, aproximadamente el 50% de los casos investigados clí­nicamente se debieron a situaciones fortuitas sin que existiera relación alguna entre los EAP y el huíésped ni en íésta ni en ninguna otra encarnación. La otra mitad de los casos pueden deberse a que existe algún tipo de relación o asunto sin terminar en esta u otra vida.
De acuerdo a los especialistas del tema, el fenómeno de Intrusión Astral se da con mucha frecuencia y todas las personas son afectadas por uno o más EAPs en algún momento de sus vidas. Una debilidad fí­sica, psí­quica o emocional es una invitación inconsciente para que una entidad se adhiera al individuo.
Emociones demasiado fuertes, sentimientos negativos reprimidos consciente o inconscientemente pueden ser la señal que las EAPs necesitan para convertirse en inquilinos indeseados.
Algunos de los motivos que atraen a una EAP son: Todo tipo de cirugí­as, trasplantes de órgano, transfusiones de sangre, enfermedades, debilidades fí­sicas o psí­quicas, depresión, enfermedades mentales, golpes en la cabeza, estríés, etc.
El uso de drogas, especialmente las alucinógenas, el alcohol, la anestesia, calmantes, y sustancias similares producen una abertura en campo energíético que nos protege. Las relaciones sexuales pueden permitir el intercambio de EAPs. El abuso sexual, el incesto, las violaciones, incrementan la posibilidad de intrusión astral por parte de entidades que se sientan atraí­das por las vibraciones que semejantes situaciones producen.
Las prácticas mágicas de cualquier tipo, la canalización, la acción de pedir ayuda a los guí­as sin tener el conocimiento suficiente sobre el mundo invisible, las prácticas de meditación para contactar a los maestros espirituales, las sesiones espiritistas y todo tipo de actividades espirituales que sean realizadas sin un profundo conocimiento de los mundos invisibles, son invitaciones gratuitas a que espí­ritus oportunistas de toda clase, tanto descarnados como entidades demoní­acas interfieran y produzcan todo tipo de problemas.
He aquí­ que muchas de las ideas propagadas por la Nueva Era no sean más que pura desinformación que puede costar MUY CARO a quienes no estíén dispuestos a investigar más profundamente este tipo de enseñanzas. La práctica de ciertos estilos de vida, la fijación u obsesión de ciertos patrones mentales pueden atraer a aquellas entidades que tengan afinidad con los mismos. La exposición a ciertos ambientes en los cuales predominan las vibraciones negativas atraerán a una multitud de EAPs.
Un hecho que los jóvenes de hoy (y los no tan jóvenes tambiíén), que ignoran profundamente la seriedad del tema, están expuestos a la intrusión astral al escuchar cierto tipo de música, así­ como tambiíén a inclinarse por la práctica sexual promiscua, las drogas, el alcohol, etc. No se trata aquí­ de ser puritano. Se trata de que el Sistema de Control utiliza estas herramientas para su beneficio, asignando una gran cantidad de entidades demoní­acas a aquellos que podrí­an tener la posibilidad de DESPERTAR y de ENTENDER la verdadera naturaleza de nuestra realidad.
De esta forma, los jóvenes y hablo especialmente de los jóvenes porque en cierta forma, son los más vulnerables a las influencias externas impulsados por la necesidad de pertenecer a un determinado grupo, andan por caminos sinuosos que ponen en peligro mucho más que su vida fí­sica: ponen en peligro la libertad de sus ALMAS. Hablaremos de esto cuando tratemos el tema de entidades demoní­acas.
Una persona puede ser afectada por una EAP de muchas formas sin llegar a sospechar nunca que una o varias EAPs se hallan adheridas a ella. Las actitudes, la conducta, las inclinaciones, los deseos, los pensamientos y las emociones pueden estar influenciadas o incluso ser determinadas por la acción de otra personalidad con una historia y un patrón de conducta diferentes, sin embargo el individuo creerá que son sus pensamientos y sus emociones.
Tal entidad actúa como un vampiro psí­quico sin importar cuál sea la intención de la entidad, negativa o positiva succionando la energí­a vital del huíésped quien en su ignorancia, cree que se trata de un hecho incorregible. La entidad vive al nivel del subconsciente del individuo y ejerce sobre íél, todas sus cargas mentales, emocionales y fí­sicas.
Una EAP es un parásito que impide a un individuo disponer de su energí­a, y realizarse espiritualmente. La EAP impone a su huíésped su propia carga psí­quica, la cual puede manifestarse emocional y /o fí­sicamente interfiriendo con su vida, pudiendo alterar el plan original del huíésped.
El karma puede ser alterado debido a la influencia de la EAP, causando una muerte prematura o una vida demasiado prolongada, impidiendo que el individuo pueda partir en determinado momento de su vida.
La EAP puede alterar la orientación sexual de la persona, la elección de la pareja, las relaciones con otras personas, etc.
En muchos casos una persona reconoce la posibilidad de haber albergado una EAP sólo despuíés de haberse sometido a terapia y de haber descubierto o notado que ciertos hábitos, pensamientos, adicciones u obsesiones han desaparecido.
Esta nueva conciencia puede llegar pasados meses del tratamiento. Los sí­ntomas de la intrusión astral pueden ser muy sutiles. Una EAP puede estar presente sin producir ningún sí­ntoma notable y esto se aplica tambiíén a las entidades demoní­acas. Sin embargo EAPs SIEMPRE ejercen algún grado de influencia.
Los lazos que unen a dos individuos en esta u otra vida ya sean de amor, de odio, celos, venganza, etc.- pueden ser un factor importante que permita la intrusión astral. Sin saberlo, un individuo puede, inconscientemente, invitar a un ser querido a uní­rsele cuando este último ha fallecido.
Esta invitación puede producirse por el dolor que produce la píérdida y por rehusarse a dejar ir al ser amado.
El espí­ritu de la persona fallecida puede sentir de la misma forma y decidir quedarse para acompañar al otro, protegerlo, darle amor, etc. Sin embargo esto NO BENEFICIA a ninguno de los dos.
La intrusión que se produce por los lazos de amor que unen a dos individuos es una VIOLACIí“N del
LIBRE ALBEDRíO de ambas almas. La realidad es que por mucho que la persona que continúa viva extrañe, anhele o sienta dolor por la píérdida del fallecido, el espí­ritu de este NO TIENE derecho a invadir el espacio y la energí­a de la otra persona, así­ como tampoco, la persona viva NO DEBE jamás invitar a un espí­ritu a quedarse.
De ninguna manera es un acto de AMOR impedir el progreso espiritual de otro ser y es una acto extremo de servicio a sí­ mismo (SAS). Violar el libro albedrí­o de un ser es anotar una gran deuda en el libro del Karma y es completamente perjudicial para ambos seres.
Sin embargo pareciera ser que hay algunos casos en donde la intrusión astral es planificada en la etapa previa a la vida como parte del plan para aliviar deudas kármicas. De todas formas puede que esto sea una excepción que sólo se permite a ciertas almas.
La intrusión astral NO necesita del permiso del huíésped para producirse. La ignorancia y el rechazo ante la idea de las EAPs NO ES DEFENSA contra íéstas. El poseer un determinado sistema de creencias NO ES
DEFENSA contra la intrusión astral.
La íšNICA protección es el CONOCIMIENTO de que hay una gran cantidad de evidencia tanto en la historia, como proporcionada por investigadores cientí­ficos del campo de la psiquiatrí­a y la psicologí­a, de que la intrusión astral ES una REALIDAD. SABER que EXISTE y cómo se produce es ya, de por sí­ un escudo protector. EL CONOCIMIENTO PROTEGE, LA IGNORANCIA NOS PONE EN PELIGRO.
Una conducta inconsistente y errática puede resultar del pase del control del individuo de una EAP a otra.
Este tipo de comportamiento es similar al cambio que se produce entre personalidades alternas en los casos de trastornos disociativos de indentidad o personalidad múltiple.
Un individuo puede detectar un cambio repentino en algún aspecto de su personalidad, en sus intereses, sus inclinaciones, sus deseos, sus ideas y emociones, y sin poder explicarse la razón de semejante cambio.
Puede que íéste se deba a la interferencia de una o varias EAPs que se han adherido a la persona. En este caso los sí­ntomas que se manifiestan repentinamente, como salidos de la nada – pueden ser: la apremiante necesidad de consumir sustancias tóxicas, el inusual desarrollo de un acento extranjero o el conocimiento de otro idioma, patrones de conducta contradictorios, reacciones extrañas ante situaciones familiares, movimientos repetitivos de alguna parte del cuerpo tales como tics o temblores que escapan al control del individuo, sí­ntomas fí­sicos que no poseen una base orgánica, la píérdida del sentido de la identidad, la sensación de que un espí­ritu o alguna otra entidad ha tomado el control del cuerpo o la mente u ambos, cambios de personalidad desde los más sutiles a los más obvios despuíés de haberse sometido a una cirugí­a, sufrido un accidente, pasado por una crisis emocional o al haberse mudado de casa.
Una intrusión reciente o una posesión puede causar el deseo desmedido por la comida, las bebidas, las drogas, el sexo, la obsesión por una idea o una persona, el cambio repentino del sistema de creencias, de los intereses, de los gustos, etc. La voz y las expresiones faciales y corporales tambiíén pueden cambiar drásticamente.
La realidad de las EAPs refuta el lema tatan difundido en los últimos años por el movimiento de la Nueva Era de que tú creas tu propia realidad. Esto es una falacia peligrosa y puede desatar un verdadero caos psicológico en la mente de un individuo. A este respecto pueden leer el artí­culo de “Por quíé TU NO creas tu propia realidad” por Moris Tarantella.
Una persona que sufre la intrusión astral puede tener ideas suicidas que parecieran salir de la nada. Puede experimentar imágenes mentales inexplicables, oí­r voces, presenciar extraños fenómenos, sentir miedo repentino o tener la sensación de ser observada o perseguidas. Las EAPs tambiíén se manifiestan en sueños y pesadillas. Una EAP puede reactivar la memoria de su muerte en la mente del huíésped haciendo que íéste tenga visiones o sueños con dicha escena.
Tambiíén puede generar emociones asociadas a lugares, situaciones, ideas u otras personas. Es muy importante tener en cuenta que antes de realizar cualquier terapia de vidas pasadas, el terapeuta debe diagnosticar la posible presencia de EAPs.
Una terapia de vidas pasadas realizada sin esta precaución puede resultar en un completo fracaso para aliviar los sí­ntomas del paciente, ya que podrí­a estar tratando la vida de una EAP. Una persona puede creer que está recordando sus otras vidas, cuando en realidad, son las de la EAP.
Si realmente se trata de la vida del individuo, íéste deberá recordar los acontecimientos que siguieron a la muerte, es decir, la luz, la transición a la 5ta densidad conocida como el Bardo por algunos autores- su estancia allí­, el proceso de la planificación de la nueva vida, la vuelta a la 3ra densidad, la entrada al cuerpo y el nacimiento.
Si por el contrario, el individuo no tiene recuerdos sobre el proceso posterior a la vida, es probable que se trate de los recuerdos de la EAP. La entidad ha quedado traumatizada por los hechos previos a la muerte por lo que los sí­ntomas del paciente pueden ser los de la entidad. El terapeuta o la persona misma deberán cuestionar los recuerdos hasta encontrar la prueba de que estos son de la persona en cuestión y no los de una EAP.
Por ejemplo, el tiempo o la íépoca en la que transcurre la vida de la EAP pueden no ser los apropiados para los del individuo. La EAP recordará la edad que el huíésped tení­a cuando íésta se le unió así­ como tambiíén las circunstancias de la intrusión.
El propósito de la identificación de EAPs es la de liberar al huíésped de los sí­ntomas que le aquejan. No se trata aquí­ de resolver los problemas de la entidad al menos que sea necesario para que íésta acepte partir. De lo contrario, la entidad debe resolver sus propios problemas durante la vida y no a travíés del cuerpo y el aparato psí­quico de otra persona.
La entidad debe ser liberada guiándola hacia la luz, el terapeuta o la persona que hace la liberación debe asegurarse de que la entidad caiga en buenas manos, es decir, que los guí­as que acuden a su encuentro provengan de la luz. Es necesario explicarle quíé es lo que va a ocurrirle de modo que se deshaga de los obstáculos que le impiden partir. Una espí­ritu humano descarnado puede no presentar tantos problemas como uno que tenga dentro de sí­ a una o varias entidades demoní­acas o como una entidad demoní­aca en sí­ misma.
Trastornos Disociativos de Indentidad o Personalidad Múltiple ¿Cuáles son las diferencias entre los sí­ntomas de una persona ví­ctima de una EAP y los de una persona que sufre de un trastorno disociativo (TDI)?
Un individuo que sufre de un TDI es incapaz de integrar la personalidad, siendo íésta una proliferación de personalidades diferentes entre sí­. El Trastorno Disociativo de Identidad se caracteriza, de acuerdo al DSM-IV (Manual Diagnóstico y Estadí­stico de los Trastornos Mentales, 4ta. Edición), por la presencia de dos identidades o personalidades distintas -cada una con su patrón estable de percibir, relacionarse y pensar sobre el ambiente y sobre uno mismo, que alternativamente, al menos dos de ellas, toman el control del comportamiento de la persona y que se acompaña por una incapacidad para recordar información personal importante que es demasiado amplia para ser explicada por un simple olvido.
Este trastorno se define por perí­odos de amnesia. Aunque la tercera edición revisada (DMS III R) del DMS eliminó el criterio de amnesia, la cuarta edición lo restableció por dos razones: En estudios sistemáticos de pacientes con este trastorno, la amnesia está presente virtualmente en todos los casos. Sin el requisito de amnesia, los criterios diagnósticos son demasiado amplios y facilitan el diagnóstico excesivo de este trastorno.
El Trastorno Disociativo de Identidad se caracteriza por fracasos crónicos en la integración de la identidad, la memoria y la consciencia. La identidad depende de la continuación de la memoria personal (James, 1890/1923).
En el caso de estos pacientes, alteraciones de la memoria y la conciencia provocan una escisión en la personalidad, que se presenta como una serie de identidades con patrones conductuales y cognitivos determinados, y con amnesia cuando menos entre algunas de estas identidades. Las investigaciones determinan que los individuos que manifiestan el TDI relatan una enorme prevalencia de abusos fí­sicos y sexuales durante la infancia; sin embargo, no es posible concluir que el abuso es suficiente en sí­ mismo para la presencia de este trastorno, puesto que hay muchos más casos de abusos en la infancia que de Trastornos
Disociativos de la Identidad.
Terr (1991) concluyó que entre los niños traumatizados solo aquellos que sufren un daño crónico suelen presentar patrones disociativos. Por otro lado, Putnam (1985) declara que el 95% y 100% de los casos de
TDI tienen una historia de incesto, tortura o algún otro tipo de abuso en la infancia.

Los pacientes con trastornos disociativos presentan, por lo general, diversos sí­ntomas psicológicos y fí­sicos:
Ansiedad, depresión.
Abuso de sustancias psicoactivas (alcohol, drogas)
Automutilación.
Intentos de suicidio.
Sí­ntomas de:
Somatización: consiste en la presencia de sí­ntomas fí­sicos Similares a los de un problema míédico, pero que no pueden explicarse por una enfermedad fisiológica, por el consumo de sustancias psicoactivas o por otro trastorno psiquiátrico. Incluye sí­ntomas gastrointestinales, sexuales, seudoneurológicos, dolor sin una base anatómica o fisiológica permanente.
Conversión: consiste en la presencia de uno o más problemas motrices o sensoriales similares a condiciones neurológicas o míédicas. Los sí­ntomas de conversión son eminentemente disociativos en tanto que manifiestan una falta de integración entre la experiencia sensorial o motriz del individuo y la integridad anatómica y fisiológica.
Estos sí­ntomas, por lo general, son parte de un cuadro más complejo que incluye otros fenómenos disociativos. El diagnóstico diferencial de este trastorno incluye sí­ntomas causados por los efectos fisiológicos de una enfermedad, particularmente, algunas formas de epilepsia, y los efectos agudos de un medicamento.
De acuerdo al Dr. Richard Kluft (1986), hay cuatro factores determinantes para el desarrollo del TDI:
Una predisposición biológica para la disociación.
Un historial de trauma y abuso.
Estructuras psicológicas especí­ficas o contenidos que pueden ser usados para la creación de personalidades múltiples.
La falta de un adecuado cuidado materno u oportunidades para recuperarse del abuso.
El Doctor Bennet Brown (1986) propuso un modelo 3-P del desarrollo de este desorden: Hay dos factores hipotíéticos que predisponen a un individuo a desarrollar el TDI:
Una predisposición psicológica y biológica para la disociación.
Una exposición repetida a un ambiente de abuso.
Un evento que precipita el trauma, al cual el paciente responde disociándose.
La interacción con el abusador que continúa por un perí­odo de tiempo indefinido y cuyo control está fuera del alcance de la ví­ctima.
Trastornos disociativos no especificados
Los trastornos disociativos no especificados se definen, según el DMS-IV, como trastornos en los que la caracterí­stica predominante es un sí­ntoma disociativo, por ejemplo, una perturbación de las funciones habitualmente integradas de la consciencia, la memoria, la identidad o la percepción del medio, que no cumple los criterios de los trastornos disociativos mencionados:
Casos similares al trastorno disociativo de identidad que no cumplen todos los criterios.
Por ejemplo, no hay dos identidades claramente diferenciadas o no hay amnesia de información personal importante:
Sí­ntomas de desrealidad sin despersonalización.
Estados disociativos en individuos que han sido sometidos a formas crónicas e intensas de coerción (por ejemplo, lavado de cerebro).
Píérdida de consciencia, estupor o como que no son parte de un problema míédico.
El sí­ndrome de Ganser, que consiste en dar contestaciones aproximadas a preguntas (por ejemplo, 2 + 2=5), sin estar asociado a la amnesia disociativa o a la fuga disociativa.
El trastorno disociativo por trance, se caracteriza por un estado de trance involuntario que no es aceptado por la cultura de la persona como una parte normal de un colectivo cultural o de una práctica religiosa y que provoca un malestar o deterioro funcional clí­nicamente significativos.
Se considera al trance por posesión como un episodio de sustitución de la identidad habitual por una nueva, atribuido a la influencia de un espí­ritu, poder, deidad, u otra persona, y acompañado por conductas o movimientos estereotipados y culturalmente determinados que son controlados por el agente de la posesión y/o amnesia parcial o total del acontecimiento. [Manual de Psicologí­a y Trastornos Psiquiátricos Vol. I, Siglo veintiuno de España Editores, SA., 1995]
Conclusión: Podemos concluir que hay diversos factores que diferencian al Sí­ndrome de Intrusión Astral del Trastorno Disociativo de Identidad.Veamos un cuadro que resume estas diferencias.
Trastornos Disociativos de Identidad (TDI) versus Sí­ndrome de Intrusión Astral (SIA).
TDI SIA
-Los sí­ntomas se inician en la infancia. Los sí­ntomas visibles se dan, por lo general, entre los 20 y 40 años.
La mayorí­a de los pacientes fueron ví­ctimas de abuso durante la infancia.
-Una Entidad Astral Parasitaria puede adherirse en cualquier momento de la vida del huíésped, manteniendo una consciencia clara de su identidad, del momento en el que se unió al huíésped y de las razones que la llevaron a dicha unión. Sin bien la salud mental, emocional o fí­sica del huíésped, pueden influir en la atracción de la entidad, no juegan un factor determinante en la intrusión astral.
-La meta de la terapia es la integración de las distintas personalidades o al menos, la cooperación y co-consciencia. [Braun, 1986·En el SIA, sólo la liberación de la entidad produce el alivio de los sí­ntomas.
Por lo tanto el tratamiento de los conflictos de la entidad sólo se realiza como un medio para lograr su partida. El objetivo final es aliviar los sí­ntomas del paciente.
-Las personas que sufren de este desorden padecen de amnesia durante el perí­odo de control de una de las personalidades. ·Por lo general, el huíésped no presenta amnesia sino que más bien, se identifica con las conductas, las emociones y los pensamientos de la entidad, como si se tratara de los suyos propios.
Sólo se produce amnesia en un caso de posesión total, lo que no es muy común. ·Dr Ralph Allison (1985, que ha investigado en detalle el tratamiento del TDI, declara que muchos de sus pacientes con TDI, han demostrado sí­ntomas de posesión.
-Despuíés de liberada la entidad, el paciente notará el cambio en su modo de actuar, sentir o pensar. Puede incluso llegar a sentir alivio, como si un gran peso se le hubiera quitado de encima.
-Las personalidades toman completo control de la conducta del individuo, resultando en personalidades diferentes entre sí­ sin ser conscientes de la presencia de otras personalidades.
-La entidad es consciente de que no se encuentra en su propio cuerpo. Por último, Allison (1980) describe numerosos casos de supuestas posesiones en pacientes con TDI. Ha desarrollado un esquema conceptual que distingue cinco niveles o tipos de posesión:
  • Neurosis

Compulsiva obsesiva.
Formas mentales y seres creados.
Un aspecto fragmentado de la mente del individuo.
Un espí­ritu descarnado que en algún momento tuvo su propio cuerpo humano.
Posesión demoní­aca.
Entidades Astrales Parasitarias
Todas las referencias que descubrí­ en lo que respecta a los espí­ritus descarnados parecí­an corresponder con el fenómeno de la canalización en general. Y cuanto más aprendí­a, más me parecí­a que los míédiums estaban arriesgándose enormemente convirtiíéndose en los inadvertidos cómplices de cuestionables atenciones por parte de los descarnados.
Antiguas enseñanzas espirituales de una gran variedad de culturas hablan de una hueste de seres descarnados que habitan una dimensión cercana a la Tierra. Este es el plano astral inferior, un triste pozo negro de los muertos, habitado por aquellos que han vivido vidas deshonestas, ignorantes o egoí­stas.
Afligidos por el ansia de toda clase de placeres terrestres, su existencia decadente se enriquece gracias a su apego a ingenuos y necesitados individuos Terrestres.
Y así­, se disfrazan de guí­as o maestros provocando el apego emocional en los seres humanos y reciclando la erudición disponible a todos los que habitan el universo inmaterial. Sus procesos mentales son tan rápidos como maquiavíélicos; sus ansias vampí­ricas de energí­a humana no tienen lí­mites. Estos espí­ritus descarnados o, en tíérminos Tibetano-Budistas, los pretas o fantasmas hambrientos, son individuos cuyas mentes, en el momento de la muerte fí­sica, han sido incapaces de desembarazarse del deseo.
Esclavizados de esta forma, la personalidad queda atrapada en los planos inferiores aunque retiene, por un tiempo, su memoria y su individualidad. He aquí­ el tíérmino alma perdida, una entidad residual que no es más que un cuerpo astral en espera. Se condena a sí­ mismo a morir; ha elegido una segunda muerte.
En su libro, “El Cuerpo Astral“, el teniente coronel Arthur E. Powell asevera que las entidades que se reúnen alrededor de los míédiums o personas sensitivas son gente que ha llevado una vida maligna y que se hallan llenos de deseos por la vida terrestre que han dejado atrás, y por las delicias animales que ya no pueden saborear directamente. [The Siren Call of Hungry Ghosts, Joe Fisher, Paraview Press, 2001]
Hoy en dí­a, mucha gente arrastrada por la curiosidad y/o por la necesidad de una confirmación sobre la existencia del más allá o por la búsqueda de soluciones a sus vidas, entra en contacto con supuestos guí­as o maestros ascendidos, entregando así­, a seres invisibles, su independencia mental, emocional y espiritual.
A causa de la ignorancia, las personas que practican el espiritismo, la canalización o que simplemente meditan pidiendo ayuda a un guí­a, se convierten en presas fáciles de los fantasmas hambrientos de los que habla Joe Fisher en su libro.
Sin mencionar el hecho de que el sistema hiperdimencional de control utiliza estos medios para subyugar a aquellos con posibilidades de despertar, tenemos el problema de que las personas ingenuas e ignorantes no sólo atraen a espí­ritus descarnados o sea, entidades que alguna vez han ocupado un cuerpo humano sino que tambiíén atraen a otro tipo de entidades, que nunca han sido humanos y que se conocen comúnmente como entidades oscuras o demonios.
Están tambiíén quienes practican la Magia cualquiera sea su forma, nombre o color, cualquier tipo de magia es una invitación para dichas entidades. No existe tal cosa como la magia negra, blanca, íétc. Es en realidad lo mismo.
El verdadero buscador de la verdad espiritual sabe muy bien que la magia atenta contra el orden natural de las cosas y que aquellos que la practican son alimento de todo tipo de entidades, especialmente de las de la cuarta densidad servicio a sí­ mismo, sin mencionar que además, entregan su alma a fuerzas oscuras a cambio de favores, lo que los sumerge en un remolino que los hunde cada vez más hacia el servicio a sí­ mismo.
Al morir, estas personas se encuentran ante la terrible situación de verse atrapadas por las entidades oscuras que las esperan para darles la bienvenida en un verdadero infierno de esclavitud y servidumbre.
Aquellos que practican la canalización deberí­an leer todo el material posible al respecto antes de siquiera empezar a experimentar, además de estudiar muy bien sobre la variedad de seres que habitan en los reinos invisibles.
Invocar a verdaderas entidades espirituales de altas esferas de conciencia no es tarea para cualquiera, ya que se requiere de mucha preparación, es decir, de una verdadera voluntad por conocer el universo o sea, al Creador y de llegar a la verdad.
A este respecto hay muchí­sima información en el Material de los Casiopeos, que aunque se trata de un proyecto que incluye la comunicación superluminal, íésta NO es de ningún modo la actividad principal, sino que la autora del experimento Casiopeo ha dedicado años de estudio e investigación en TODAS las áreas del conocimiento humano.
El estudio y la Investigación son la base de dicho experimento, no la canalización que es más bien, una herramienta y no la meta final. Laura Knight Jadczyk ha experimentado en el campo de la liberación de entidades, como hipnoterapeuta profesional, y además ha creado su propia teorí­a en cuanto a la canalización de entidades de una conciencia superior.
Pero volviendo al tema de las entidades parasitarias, en la primera parte de este trabajo hemos dicho que íéstas succionan la energí­a de sus huíéspedes. Esto no significa que una EAP sea la causa de una permanente falta de energí­a.
Puede ser una de las tantas razones, por lo cual es necesario que el individuo se asegure primero que no son otras las causas (Ej.: Yendo al míédico para un chequeo completo, cambiando los hábitos alimenticios, desarrollando una actividad fí­sica o intelectual de agrado, etc.).
Claro está que, el que haya una manifestación fí­sica de los sí­ntomas, no significa que se deba descartar la posibilidad de que se trate de una entidad, sino que por el contrario, puede que sea una entidad la causante del problema fí­sico. Pero cada caso es diferente y requiere de un seguimiento individual.
Es interesante recalcar que, de acuerdo a la lectura seria disponible sobre el tema, los míédiums experimentan grandes píérdidas de energí­a e incluso su salud fí­sica, claridad mental y emocional se ven deterioradas como resultado del contacto con entidades del más allá lo que es una clara muestra de que íéstas se alimentan de la energí­a vital de los seres vivos.
Hay que recordar que, no importa quiíén sea la entidad si un amigo, familiar, amante, etc. o cuáles sean sus intenciones si lo hacen por amor o por el bienestar del otro, o por brindarle compañí­a, apoyo, etc. Las EAPs son parásitos que impiden la realización del individuo, absorben su energí­a, llegando incluso a producir la enfermedad fí­sica o mental y hasta en algunos casos- la muerte prematura.
Las EAPs influyen en la vida de una persona pudiendo llegar a impedirle que cumpla con el plan realizado durante la etapa entre vidas. Esto genera enormes deudas Kármicas.
Sin embargo, las EAPs, más exclusivamente, los espí­ritus de seres humanos difuntos, son almas confundidas que necesitan ayuda para poder ver su situación. El rol del terapeuta es ayudarlas a encontrar su camino, tratando en la medida de lo posible, de resolver lo que los aqueja para poder desbloquear la energí­a que los mantiene atados al plano terrestre.
Por lo tanto, los viejos míétodos de exorcismo no producen más que daño y en muchos casos, más confusión y dolor. “Liberando a los Cautivos – Louise Ireland-Frey” en su libro “Freeing the Captives“, explica que un acercamiento más suave, persuasivo, incluso con entidades fuertes y del tipo demoní­acas, ha dado resultados positivos.
Ella dice: Entre los dos extremos [el de un acercamiento al estilo el exorcista y el estilo más terapíéutico] se halla el del desafí­o, en donde el terapeuta es el que desafí­a, manteniendo a la entidad obsesiva en un modo defensivo, mediante el uso de preguntas y palabras fuertes, a la vez que mantiene un marco mental firmemente compasivo.
Estos míétodos son útiles en muchos casos pero no cuando se trata de fuertes entidades oscuras, cuyo propio empuje verbal puede ser devastador para un terapeuta meramente humano haciíéndole perder el equilibrio y permitiendo a la entidad oscura tomar la iniciativa.
Sin embargo en el caso de estas entidades oscuras, se necesita más de una persona para tratarlas, y muchas veces requiere tiempo. De acuerdo a Laura Knight Jadczyk, el hecho es que la ví­ctima es, generalmente, incapaz de funcionar sin ellas si han estado presentes por un largo tiempo. La tasa de recaí­da con entidades de este tipo es alta, no importa lo que hagas.
Laura Knight escribe:
“La otra noche, C** y yo estábamos discutiendo por telíéfono, la complejidad de la intrusión astral y el potencial que tiene para producir profundí­simos efectos en la vida de cualquiera. Ella se sorprendió un poco por las cosas que le dije, por lo que me di cuenta de que tal información, a pesar de hallarse ampliamente disponible para el practicante de la hipnoterapia, pareciera ser conocida sólo de una forma limitada por el individuo promedio, aún para una persona con una base fuerte y sólida en el estudio de la metafí­sica.
Hay una considerable cantidad de textos que han sido escritos sobre la materia, la mayorí­a producidos por la investigación y no por la canalización ni por conjeturas filosóficas. Muchos de los investigadores en este campo han sido psicólogos, psiquiatras, doctores en medicina, y hasta cierto punto, sacerdotes con una preparación míédica o psicológica.
Me parece claro que las ideas de que tú creas tu propia realidad de acuerdo a aquello en lo que te concentras, así­ es que no consideres nada que no desees crear ha causado muchos problemas a una gran cantidad de buscadores del camino, impidiíéndoles descubrir muchas de las cosas que les posibilitarí­a desenterrar las barreras que se interponen hacia el progreso.
Aprender algo, investigar, no es lo mismo que crear. La afección de la interferencia o intrusión astral o posesión, es casi universal en la población humana. Los practicantes de la psicoterapia y la hipnoterapia han descubierto casi la misma frecuencia de esta dolencia.
Si la intrusión astral es una afección tan común y es la raí­z de tantos males sociales, debe ser estudiada y entendida. Es esencial que se haga a la gente consciente de que íésta existe y que más profesionales, en el campo de la salud mental y tambiíén en las profesiones clericales, reciban entrenamiento de las tíécnicas apropiadas para aliviar esta aflicción. Se deben descartar los mitos y las supersticiones sobre los espí­ritus y las posesiones, cuyo tíérmino más apropiado es el de intrusión astral.
La literatura existente sobre la intrusión astral se ha desarrollado tras muchos años de experiencia clí­nica entre algunos pioneros en los campos de la psicologí­a y la psiquiatrí­a, entre los que se encuentran el Dr. Carl Wickland, Dr. Edith Fiore, Dr. Joel Whitton, Dr. William Baldwin todos ellos entrenados cientí­ficamente. Hay miles de casos que han sido estudiados y trabajados por medio de la experimentación.
Cuando estaba aprendiendo la metodologí­a, no informaba a ninguno de mis pacientes que iba a hacerles un par de preguntas en algún momento dado, diseñadas para identificar a las entidades parasitarias. En realidad, tení­a mis sospechas sobre la afirmación de que mucha gente sufrí­a de esta forma.
Pero al mismo tiempo, sabí­a que la hipnosis, la psicoterapia, y otros míétodos estándar con frecuencia demostraban ser obsoletos o sólo funcionaban por un perí­odo de tiempo antes de que el proceso de extinción se iniciara. Esta extinción formaba parte de la teorí­a de un psiquiatra Suizo que trabajó mucho con la hipnoterapia, y que se dio cuenta de que los pacientes sometidos a sesiones intensivas, aun cuando demostraban un íéxito inicial maravilloso, eventualmente recaí­an.
Yo experimentíé el mismo problema con mis sujetos. Pero despuíés de mis primeras sesiones de liberación de entidades, que seguí­an tíécnicas bastante especí­ficas, la tasa de recaí­das pasó a ser casi nula. La condición de posesión espiritual o sea, la toma de control parcial o absoluta de un ser humano por una entidad descarnada- ha sido reconocida o al menos, se ha teorizado sobre ella, en todas las eras y todas las culturas. En el 90% de las sociedades alrededor del mundo, hay reportes sobre fenómenos de posesión. (Foulks, 1985). Una cantidad numerosa de evidencia contemporánea sugiere que seres descarnados, los espí­ritus de humanos difuntos, pueden influir sobre las personas vivas formando una conexión o apego fí­sico o mental, imponiendo, posteriormente, sí­ntomas y aflicciones fí­sicas o emocionales perjudiciales. Esta dolencia ha sido llamada “el estado de posesión”, “Desorden de posesión”,
“Sí­ndrome de posesión de entidades”, “entidades obsesivas” o “intrusión astral”. (Hyslop, 1917; Wickland, 1924; 1934; Allison, 1980; Guirdham, 1982; Crabtree, 1985; Fiore, 1987)
Mi propia experiencia es que desde que aprendí­ el míétodo de diagnóstico diferencial, nunca he tenido un paciente que NO tuviera alguna entidad intrusa de una forma u otra. Y en verdad, si se discute el tema antes de la sesión, algo que he hecho en ocasiones despuíés de pasar un largo perí­odo verificando la hipótesis, aquellos que niegan la posibilidad con más vehemencia, ¡son, generalmente, los que tienen las entidades más obstinadas y profundamente arraigadas!” [Laura Knight Jadczyk, Splitting Realities]
Como hemos dicho antes, ignorar el tema no contribuye a que la situación mejore. Es importante recordar lo siguiente:
La Intrusión Astral es una violación del libre Albedrí­o. Tambiíén parece refutar la noción tan difundida de que cada persona es totalmente responsable de crear su realidad y que no hay ví­ctimas. El conflicto existe a causa de la falta de conocimiento. Y de acuerdo al lema de Los Casiopeos:
“El conocimiento protege, la ignorancia nos pone en peligro”
Por último recuerden que:
En la ignorancia y la negación de la posibilidad de la intrusión astral, no hay búsqueda del conocimiento sobre las definiciones del permiso y la elección del libre albedrí­o. La negación de la existencia de la intrusión astral no es una defensa contra la misma, y en verdad, constituye una aceptación tácita del engaño mediante la adopción de la ilusión.
Con un conocimiento si es que hay algún tipo de conocimiento limitado y percepciones distorsionadas de la naturaleza del mundo espiritual, la realidad no fí­sica, muchas personas dejan la puerta abierta y crean sus propias vulnerabilidades como parte de la idea de que tú creas tu propia realidad.
Fuente: http://blackswansaray.es/