La Copa del Rey vuelve al Bernabíéu en todo su esplendor. Se reúnen los mejores ingredientes. Un derbi Madrid-Atlíético, a día de hoy campeones entre los dos de todas las competiciones que han disputado en el último año; un resultado de la ida, el 2-0, que mueve a los locales a un partido para recordar y a los visitantes a marcar pronto para apagar el fuego blanco; y una afición madridista encargada de crear la atmósfera propicia para la remontada. Y ya saben, el que pierda, paga.
El Atlíético devuelve la visita a unos vecinos a los que está incomodando como solo recuerdan los más viejos del lugar. De hecho, de sus últimas cinco comparecencias en Chamartín, el Madrid tan solo se ha impuesto en una, precisamente en las semifinales de Copa de Rey del año pasado. Los rojiblancos ganaron los dos últimos derbis de Liga, empataron en la Supercopa y se llevaron la final de Copa de 2013. Un balance nada casual, atendiendo al poder del Atlíético de Simeone.
Esta vez, el Madrid no ha enchufado su motor propagandístico buscando la remontada. Ni invocaciones a espíritus, ni mensajes en las redes sociales, ni declaraciones inflamables. Tampoco debe ser casual, incluso podría responder a una estrategia medida, acorde al espíritu del templado Ancelotti, que ha pedido cabeza fría a sus hombres. El partido no se acaba en los primeros 15 minutos, se ha afanado en repetir a la plantilla.
Con calma
Los últimos intentos de remontada en el Bernabíéu se quedaron en el casi. De ahí que esta vez se haya optado desde la casa blanca por calmar los ánimos previos a un partido en el que se impone darle la vuelta a un marcador en contra. Evitar la ansiedad de querer marcar el segundo antes que el primero. Concentración para evitar un gol del Atlíético, que sería prácticamente definitivo.
Ha sido Arbeloa quien, a título personal, se ha erigido en el director y protagonista de una campaña viral llamando a la afición a recibir al equipo con un pasillo como en las mejores noches. Concha Espina será el kilómetro cero de la remontada. Precisamente Arbeloa no estará sobre el cíésped por lesión. Pero el lateral juega el derbi a su manera. Si el puesto de portavoz blanco estuviera vacante cuando se retire, pocos lo harían mejor que íél.
En la pizarra, Ancelotti solo se guarda a Casillas, lo que seguro contentará a Simeone. Un Santo siempre viene bien en noches como esta. Keylor, por ahora, no ha demostrado superpoderes. Y Simeone estará pendiente de la gripe de Mandzukic. Se guardará, no obstante, mucho menos que en la ida.
Será un derbi con mayúsculas, jugado al filo del abismo. Madrid o Atleti se despedirán en esta noche de enero de uno de los tres títulos en liza, demasiado pronto para dos equipos acostumbrados a pelear títulos en primavera. El que pase se medirá al Barí§a en una semana —salvo remontada de proporciones bíblicas en el Martínez Valero—. El que pierda, se llevará un disgusto... y un descanso muy bienvenido. Por cierto, pita Mateu. Una moneda al aire.
