La reestructuración acometida en la banca europea quizá ha sido timorata de una manera que penaliza la recuperación de su rentabilidad. Lo sugirió el miíércoles el presidente de la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglíés), Andrea Enria, apuntando que, a pesar de los rescates y el proceso de consolidación, el censo de bancos "casi no varió" en algunos países.
"Esto -añadió- tambiíén lo vemos en la rentabilidad. El ROE es el 6% de media en la Unión Europea y cuando preguntas a inversores, banqueros, analistas..., cuál es el ROE sostenible y viable dicen que del 10 al 12%, muy lejos". Casi 40 bancos se saltan el tope de bonus para directivos.
En un encuentro organizado por la Asociación Española de Banca (AEB) y la Confederación Española de Cajas de Ahorros (CECA) admitió como excepción que en España la reestructuración ha tenido lugar de manera "masiva". El grado de consolidación es, de hecho, de los más severos.
Se ha pasado de unas 70 entidades a poco más de una docena y, según las últimas estadísticas del Banco Central Europeo (BCE), el 53% de las sucursales clausuradas en la eurozona entre 2008 y 2013 tenían factura española, y el 29% del ajuste de personal -60.834 despidos y prejubilaciones aquí-.
La minoración ha ido a más en 2014, sin embargo, su mensaje entronca con el convencimiento del propio sector y del Banco de España de que restan sacrificios por encarar para insuflar, vía ahorros, oxígeno en la maltrecha cuenta de resultados. Para ganar rentabilidad hay pocas medidas a arbitrar con el negocio aún deprimido. De hecho, el ROE del sector financiero español era del 4,18% en septiembre pasado, según Funcas. Ha remontado el peor registro de 2012, cuando sucumbió a un ratio negativo del 18,74% por culpa de las millonarias píérdidas, pero dista del 11,61% promedio que disfrutó en el periodo 1998-2011.
Enria, que no entró en otras valoraciones nacionales, reconoció que la rentabilidad puede estar presionada por las enormes cargas en dotaciones para saneamientos, pero realizó una defensa cerrada de la recapitalización exigida por reguladores y supervisores, que han elevado el ratio medio de capital del sistema europeo desde el 9,2 al 11,8% en el último año y medio. La industria bancaria ha tratado de frenar los crecientes requerimientos frente a la misma EBA de cara a los estríés test y futuras normativas como Basilea III, alertando de cerrojazos en el críédito que frenen la recuperación.
El presidente de la EBA contradijo la tesis con el argumento de que los países que anticiparon las recapitalizaciones son los que "mejor se han enfrentado a la crisis" porque las entidades con más fondos propios "están prestando más", mientras que las que van justas "tienden a economizar capital" y sufren costes financieros superiores al emitir deuda.
Enria fue presentado en el encuentro por el presidente de la AEB, Josíé María Roldán, quien fuera su jefe en la EBA y aprovechó para pedir claridad en un entorno que se ha tornado complejo: ahora se exige hasta nueve ratios distintos a la banca frente al único aplicado antes y el reporte a una autoridad nacional se ha multiplicado por cuatro (EBA, BCE, el supervisor domíéstico y la autoridad de resolución). Entre las dudas aún sin despejar y sobre la que indició el director general de la CECA, Josíé María Míéndez, son las futuras pruebas de esfuerzo. Responsables de Cecabank, el Santander o Caixabank demandaron claridad sobre cuándo será igual el campo de juego para todos los sistemas bancarios.
Reglas locales durante años
El presidente de la EBA subrayó la armonización ya lograda en conceptos claves como es la definición de críédito dudoso y cómo se debe cocinar el capital, y apostó por acelerar el proceso. Pero admitió la existencia de diferencias nacionales cuya transición a normas iguales "van a durar diez años". Igual ocurre con el futuro marco de resolución, cuya adopción será progresiva y donde la directiva deja espacio a actuaciones locales independientes.
Para paliar la posibilidad de que autoridades de distintos países donde opere un banco lleguen a conclusiones enfrentadas sobre su viabilidad recetó máxima coordinación, mientras la EBA ya trabaja en aspectos como definir quíé desencadena la intervención para aplicar planes de resolución, o si debe y cómo aplicarse un reparto de la carga a accionistas y acreedores. Fijar defendió una base jurídica firme para no repetir el error de fragmentación de mercado provocado con las soluciones nacionales.
Enría aprovechó el foro para entrar de lleno en los escándalos que rodean a la banca y amenazan la estabilidad financiera -solo en Estados Unidos las entidades han pactado compensaciones por 200.000 millones por la suprime, blanqueo de capitales y mala comercialización de productos-.
A juicio de la EBA es preciso exigir involucración directa del consejo de administración, "establecer incentivos" para fomentar la praxis sana frente a las políticas agresivas retributivas que han podido fomentar la venta inapropiada; y armonizar la definición de conductas punibles y sus sanciones para hacerlas predecibles.
En cuanto a las pruebas de esfuerzo, quiere que se repitan de forma anual y se difundan sus resultados. Sin embargo, Enria sugirió modular el análisis, ya que el pasado año fue casi una due diligence, y prescindir de la prueba en 2015 a la luz de la alta carga de trabajo que soportan las autoridades con la puesta en marcha de la Unión Bancaria.
