Expansión
Es lo que tienen los mercados financieros, una capacidad infinita para mutar de ángeles en demonios sin que nada parezca haber cambiado en la superficie: lo que era atractivo en un momento dado se convierte al siguiente en un riesgo que hay que vigilar.
Esa peculiaridad de los mercados es lo que está transformando los oasis de rentabilidad de la renta fija por los que suspiraban los inversores y a los que se lanzaron no pocas gestoras de fondos en los nuevos infiernos de la iliquidez. Y ya no son solo expertos del mercado o analistas los que advierten sobre la trampa de liquidez en la que viven muchos inversores, convencidos de que podrán deshacer sus posiciones en cuanto quieran sin problemas excesivos.
Esta vez ha sido Mark Carney el que ha alzado la voz, y cuando la alerta procede de quien es a la vez gobernador del Banco de Inglaterra y presidente del Consejo de Estabilidad Financiera (Financial Stability Board o FSB) la situación adquiere inmediatamente varios grados más de intensidad.
«La búsqueda de rentabilidad ha reducido la prima de riesgo de liquidez en todos los mercados», señaló ayer Carney, en un discurso pronunciado ante las autoridades monetarias de Singapur. En un entorno de tipos ultrabajos, los inversores se han apresurado a comprar instrumentos que den algo más de rendimiento sin calibrar el riesgo extra que estos activos tienen por la dificultad de desprenderse de ellos y la menor seguridad que conllevan. El problema es que esta tendencia «no es sostenible a medio plazo», añade el presidente del organismo creado para velar por la estabilidad financiera mundial, «porque se produce en un contexto de reducción de la actividad de los creadores de mercado».
La realidad es que la liquidez se ha desplomado en los mercados secundarios de renta fija, sobre todo por el efecto de una regulación más restrictiva sobre los bancos que les ha llevado a reducir de forma drástica la actividad de compraventa justo en el momento en el que las empresas más han apelado al mercado en busca de financiación alternativa por la caída del príéstamo bancario. Un dato para la reflexión: «El tiempo que lleva liquidar una posición es ahora siete veces más elevado que en 2008», destacó Carney.
Subidas de tipos en el horizonte
El problema es que el entorno de sobreabundancia de liquidez que han creado las políticas de tipos cercanos a cero de los bancos centrales de medio mundo no va a ser eterno. Es más, tanto en Reino Unido como en Estados Unidos se ven ya subidas de tipos en el horizonte y nadie está protegido contra un susto que provoque una retirada masiva de inversores del mercado.
Y ahí es donde entran en juego los fondos de inversión, porque un accidente de cualquier tipo tendría un efecto devastador en la industria y en los partícipes debido a las prácticas que ha llevado a cabo el sector en los últimos años.
«Casi el 50% de los 70 billones de dólares en activos bajo gestión en todo el mundo están en fondos que ofrecen a los inversores la posibilidad de reembolsos inmediatos. Al mismo tiempo, los fondos están invirtiendo cada vez más en activos de alta rentabilidad y menor liquidez», recordó el gobernador del Banco de Inglaterra. ¿Cuáles son esos activos? Mercados emergentes, bonos corporativos y high yield.
Con estos elementos, el riesgo de un intento de salida masiva es evidente, pero no solo para los fondos de inversión. La financiación empresarial depende cada vez más del mercado de bonos, así que un cambio en el comportamiento de los fondos podría causar un grave deterioro en las condiciones de críédito para las compañías.
Como buen patrón de los reguladores, Carney no se limita a describir el estado de las cosas sino que urge a actuar. Si la industria de gestión de activos contiene el germen de un riesgo sistíémico potencial, su tratamiento deberá ser el mismo que el de otros sectores con idíéntico mal. Primero fueron los bancos, luego las aseguradoras y ahora les toca el turno a los fondos de inversión. El presidente del FSB exige un marco regulatorio que identifique dentro del sector a las instituciones sistíémicas que no sean ni bancarias ni aseguradoras.
Ese será solo el primer paso. A partir de ahí habrá que establecer el escenario de control y para ello Carney hace un llamamiento a los reguladores de los mercados de valores para que se pongan a trabajar. Por si tienen alguna duda, incluso les dice adónde les debería llevar esta tarea, porque el presidente del FSB tiene claro que cualquier medida debería pasar por exigir a los fondos de inversión colchones de liquidez y estrategias de respuesta a las peticiones de reembolsos. Y no solo eso, el Consejo tambiíén cree necesario que se camine hacia una mayor estandarización de los instrumentos de deuda cotizada.
El objetivo de Carney es que los árboles le dejen ver el bosque y que la preocupación porque no vuelva a repetirse la última crisis no le impida centrarse en el control de nuevos riesgos. Y el FSB no tiene duda de que los fondos de inversión constituyen cada vez más uno de esos nuevos peligros.