Por… Corina Mora Torrero
Las últimas semanas de 2014, la Unión Europea (UE) aprobó una nueva normativa sobre el blanqueo de dinero tras las reuniones entre el Parlamento, el Consejo y la Comisión Europea. Pero la nueva directiva, aunque con pequeños avances, se queda lejos de cumplir con las expectativas por impedimentos presentados por varios países, entre ellos España.
Desde la red EURODAD, se elabora anualmente un informe que compara el desempeño de 15 países de la Unión Europea en la lucha contra la evasión fiscal y el trabajo por garantizar la transparencia financiera. Beneficios Ocultos: el apoyo de la UE a un sistema mundial injusto demuestra los escasos avances producidos en esta materia: la evasión fiscal no es una prioridad para los gobiernos europeos.
Resulta indignante que, en estos momentos de crisis económica, los gobiernos de la UE no se afanen en reformar el sistema fiscal de manera que aumente la recaudación y se reduzca el díéficit. Es preciso asegurar mecanismos suficientes para garantizar una redistribución con justicia y equidad que recaiga fundamentalmente sobre aquellas rentas del capital mejor dotadas: las de las grandes empresas.
Mientras los líderes europeos están fallando en la reforma del sistema fiscal, las multinacionales siguen evadiendo impuestos en Europa, así como en los países más pobres del mundo, donde se necesita para afrontar inversión social pública los ingresos por impuestos a las empresas.
Isabel Ortigosa, responsable de Incidencia de la organización InspirAction, apuntaba que “hay una gran falta de coherencia, ya que los estados hablan de reforma fiscal para apoyar la generación de recursos para los presupuestos nacionales pero luego se negocian tratados fiscales con países en desarrollo que les obligan a bajar la tasa de impuestos para beneficiar a las empresas europeas.â€
España es uno de los países europeos que ha conseguido negociar las mayores reducciones en las tasas de impuestos para la expansión de empresas a travíés de sus tratados fiscales con los países en desarrollo, lo que significa la píérdida de ingresos fiscales en los países más pobres y no revierte en un beneficio público para nuestro país en cuanto a ingresos. Ha firmado tratados fiscales con 43 países en desarrollo.
Para acabar con la opacidad financiera, el informe plantea diferentes medidas entre las que se encuentra el “reporte país por país†para que las multinacionales revelen los beneficios obtenidos y los impuestos pagados en todos los países en los que operan. El intercambio de información entre las jurisdicciones de los contribuyentes debe ser automática, y debe haber registros públicos de la identidad de los beneficiarios finales de las empresas para hacer frente al secreto fiscal y evitar las “empresas fantasmaâ€.
En la comparativa entre los 15 países de la UE que han sido examinados, Francia es el país más transparente y con la normativa más estricta en cuanto a presentación de informes para las empresas multinacionales. España, Alemania, Luxemburgo, Países Bajos y Suecia presentan una falta de información sobre la propiedad de las empresas a nivel nacional o se resisten a las iniciativas a nivel de la UE para promover la transparencia en el registro de propietarios. Este secreto ayuda a las empresas a evadir impuestos y a obtener a cambio ganancias en los paraísos fiscales.
Para la mayoría de países de la UE el sistema de negociación fiscal global sigue siendo un espacio privilegiado. Son los países más ricos –miembros de la OCDE y del G20- quienes toman las decisiones. Se niegan a dar el paso a una negociación en el seno de Naciones Unidas, donde los países más pobres tambiíén tengan representación y no sólo el “club de los ricos†pueda decidir sobre las políticas fiscales mundiales que más les favorezcan. Si las decisiones fiscales se siguen tomando país a país y sin coordinación con otros, las empresas se moverán buscando la legislación más permisiva, como en el caso de los paraísos fiscales, por lo que es fundamental que existan acuerdos globales sobre fiscalidad. La falta de cooperación global es una de las razones fundamentales por las que el sistema tributario mundial es injusto y beneficia a los países más ricos en lugar de favorecer a los más pobres con el principio básico de redistribución.
Suerte en sus inversiones…