Miedo, mucho miedo. Este es el sentimiento que despierta el nuevo Gobierno de Alexis Tsipras entre los dueños del dinero griego, que está saliendo del país a toda velocidad. Según fuentes consultadas por Bloomberg, han sido 11.000 millones los que se han fugado del país desde la semana pasada.
El nuevo gobierno de Grecia empezó a enseñar sus cartas este miíércoles, prometiendo negociar con Bruselas una solución "viable" y "justa" al problema de su deuda, y parando varios proyectos de privatizaciones, a lo que la bolsa de Atenas reaccionó con una fuerte caída. El gobierno heleno, formado por Syriza (izquierda radical) y Griegos Independientes (derecha soberanista), exige a sus acreedores internacionales una renegociación de su deuda (175% del PIB) y de las medidas de austeridad aplicadas desde 2010 a cambio de dos rescates de un total de 240.000 millones de euros.
El objetivo, proclamó el nuevo ministro de Finanzas Yanis Varoufakis, es "pasar la página de la política de la austeridad", dictada por la troika de acreedores (UE, Banco Central Europeo y Fondo Monetario Internacional). A la espera de que se abra la negociación con Bruselas, el nuevo jefe de gobierno, Alexis Tsipras, anunció en su primer consejo de ministros que "entre nuestras prioridades figura una nueva renegociación para encontrar una solución justa, viable y mutuamente beneficiosa".
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