El primer ministro griego, Alexis Tsipras, ha concluido su primera y fallida ronda de contactos con las capitales europeas para plantear una renegociación del rescate. Bruselas se mantiene por ahora inflexible, al igual que el BCE y el FMI. Y Berlín recibirá hoy al ministro griego de Finanzas con una posición más dura si cabe.
Alemania se ha reservado la última palabra en los contactos con el reciíén elegido gobierno de Syriza. Y a juzgar por las declaraciones y filtraciones conocidas ayer en Berlín, todo indica que el volcánico ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, se estrellará hoy contra el muro de impasibilidad de su colega alemán, Wolfgang Schí¤uble. El gobierno alemán se ha encargado de minar el terreno que pisará Varoufakis en la última etapa de una gira europea que ya parece irremisiblemente condenada al fracaso.
Ni el primer ministro griego, Alexis Tsipras, ni su ministro de Finanzas, han logrado que el resto de la zona euro se mueva un ápice en sus posiciones, más allá de algún respaldo formal en París y Roma.
En Fráncfort, Varoufakis se reunió ayer con el presidente del Banco Central Europeo, del que depende en gran parte la liquidez del sistema financiero griego. Mario Draghi, por ahora, no ha cerrado el grifo para las entidades griegas que empiezan a sufrir por la retirada de depósitos.
Pero el italiano urgió al ministro a resolver cuanto antes la incógnita sobre la futura financiación de Grecia, una vez que el rescate de la zona euro y el FMI expire el 28 de febrero. El BCE podría vetar o restringir las líneas de liquidez del Banco de Grecia si Atenas no alcanza algún tipo de acuerdo con sus acreedores, aunque sea provisional.
Más tajante fue el BCE en cuanto a la propuesta de Varoufakis de transformar los 27.000 millones de euros en bonos griegos comprados por el emisor en deuda perpetua. Draghi, según fuentes del BCE citadas por Efe, dejó claro al ministro griego que Fráncfort no aceptará ni ese ni ningún tipo de reestructuración.
Tsipras tampoco salió bien parado de su estreno en Bruselas, a pesar de que en su encuentro con las instituciones mostró su voluntad de llevar a cabo su programa electoral pero “al mismo tiempo, respetar las reglas de la UEâ€. Bruselas advirtió a Tsipras que la negociación será todavía muy larga y que Grecia tiene por delante aún importantes sacrificios.
Para rematar la lamentable jornada del ejecutivo griego, el Fondo Monetario Internacional desmintió a Varoufakis, que ayer anunciaba en un diario alemán que ya había iniciado los contactos con Washington para plantear el citado canje de bonos. “Existe un marco acordado para el actual programa [de rescate]. No hay ninguna negociación con las autoridades [griegas] para cambiar ese marcoâ€, señaló el FMI por medio de una portavoz.
Atenas acusó ayer los primeros síntomas de este fracaso inicial de su estrategia con una colocación de Letras del Tesoro a seis meses que se quedó corta (812 millones de euros en lugar de los 1.000 millones previstos) y que registró la menor demanda desde 2006.
El gobierno de Syriza confía en ese tipo de emisiones para financiarse a partir del 28 de febrero, mientras alcanza un nuevo acuerdo con sus acreedores de la zona euro y del FMI.
Pero los inversores, además de escasos, elevaron ayer el precio de sus príéstamos (del 2,3% al 2,75%) en una señal clara de que esa vía tambiíén puede cerrarse si la negociación entre Atenas y las capitales europeas, en particular, Berlín, no se encarrila cuanto antes.
Por ahora, esa negociación parece estancada, con Alemania dispuesta a apurar los plazos para reducir el margen de maniobra de un gobierno de Syriza que ayer dejó traslucir las primeras señales de inquietud. Varoufakis, que a principios de semana calculaba que el acuerdo tardaría varios meses en llegar, ayer apostaba por cerrarlo cuanto antes.
El ministro griego ha recorrido en cuatro días París, Londres, Roma y Fráncfort, en una ofensiva que le ha reportado gran eco mediático. Varoufakis anunció en la capital británica que renunciaba a la quita nominal de la deuda a cambio de un canje de bonos por títulos cuyo cobro dependa de la recuperación económica de Grecia. Una oferta que supone una concesión importantísima por parte de Atenas, pero que no ha tenido el eco político esperado
Un portavoz del Gobierno de Merkel despreció ayer las últimas sugerencias de Grecia como un mero “debate eufemístico†para intentar camuflar la reestructuración de la deuda. Y a Varoufakis no le esperan mejores palabras hoy en Berlín. El departamento de Schí¤uble, en un documento al que ayer tuvo acceso Reuters, parece dispuesto a exigirle que anule la mayoría de las medidas de su programa electoral, entre ellas, las más llamativas anunciadas nada más ganar las elecciones, como la readmisión de funcionarios.
La dureza del Gobierno alemán de coalición parece ser monolítica, porque el vicepresidente, el socialista Sigmar Gabriel, tambiíén se expresó ayer en tíérminos tajantes. “El nuevo Gobierno griegoâ€, dijo, “se comporta como si su país fuera víctima de la UE y de la troika. Eso es falso. Grecia ha sido víctima de sus propias elites políticas y económicas. Ellas saquearon el paísâ€.
La posición de Berlín anticipa semanas complicadas para Grecia, que la semana que viene deberá reiniciar su ofensiva para plantear un rescate que ha sumido al país en una recesión de seis años sin lograr mejorar la sostenibilidad de su deuda.
El próximo jueves, en la cumbre europea que se celebra en Bruselas, Tsipras podría tener la oportunidad de presentar sus reivindicaciones cara a cara a la canciller alemana, Angela Merkel. La canciller aún no ha tenido ningún contacto directo con Tsipras, pero ha maniobrado, con repetidos contactos con París y Roma, para limitar la capacidad de acción del griego.
Tanto el presidente francíés, Franí§ois Hollande, que ayer recibió a Tsipras, como el primer ministro italiano, Matteo Renzi, que le recibió el día anterior, se han limitado a mostrar su solidaridad con Grecia, pero descartando una quita de la deuda y sin ofrecer otras contrapartidas. Hollande y Renzi han remitido a Tsipras al Eurogrupo (ministros de Economía de la zona euro) donde Grecia deberá pasar por el regateo habitual sin ningún tratamiento especial. Alemania, además, cuenta en ese foro con apoyos tradicionales (como Holanda y Finlandia) y otros coyunturales (como España, por temor al paralelismo entre Syriza y Podemos), Portugal (el primer ministro, adalid de las políticas de austeridad, afronta elecciones generales este año) y los países bálticos (partidarios de la austeridad y de la mano dura con Moscú, a diferencia de Syriza).
Un duro vecindario que Tsipras ha empezado a conocer y sufrir esta semana. “En la zona euro no hay caseros e inquilinosâ€, se quejó ayer en París, “todos somos compañeros de pisoâ€. La metáfora se lo ha puesto muy fácil a Schí¤uble, que hoy podría sacarle a Varoufakis las facturas pendientes de pagar