Agencias
La bancarrota en Detroit dejó imágenes desoladoras de casas abandonadas, las que fueran hogar de quienes tuvieron que salir a buscar mejores oportunidades.
Un año y medio atrás, alrededor de dos millones de personas fueron abandonando su casa y su vida en Detroit. Lo hacían despuíés de ser víctimas de los grandes recortes de personal consecuencia de la bancarrota. Hoy en día, una población de alrededor de 700 mil personas se agolpa para comprar los lotes vacíos que quedaron como doloroso recuerdo de la clase media que alguna vez prosperó junto a la industria automotriz.
Comienza la vida despuíés de la bancarrota. El nuevo alcalde, Mike Duggan, de la mano del consejo de la ciudad, realiza un esfuerzo para que los ciudadanos ayuden con el mantenimiento de las propiedades que quedaron en el abandono, contadas por decenas de miles. Con el atractivo precio de 100 dólares, los ciudadanos interesados acudieron al gimnasio de la Escuela Secundaria Mumford.
Según lo que publica la web de la BBC, tras la bancarrota Detroit se convirtió en un lugar oscuro y aterrador. Oscuro porque solo el 40 por ciento del alumbrado público funcionaba.
Steven Rhodes, el juez que presidió el proceso de la quiebra, considera hoy un milagro que Detroit haya superado ese paso sin tener que hacer recortes draconianos en perjuicio de los jubilados de la ciudad. Se propuso en algún momento vender una colección de arte de su Instituto de las Artes, lo que tampoco fue necesario.
Y aunque Detroit sigue lejos de su íépoca de apogeo de los años 60, hoy en día está caminando. Sigue siendo difícil, no obstante, imaginar que Detroit pueda volver a inspirar tanta admiración como alguna vez lo hizo.