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Autor Tema: Las recetas del guríº que predijo la crisis...  (Leído 955 veces)

aguantaman

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Las recetas del guríº que predijo la crisis...
« en: Octubre 11, 2008, 08:44:12 am »


Nouriel Roubini es el hombre de moda en esta crisis. La referencia constante. El faro que ilumina a los desorientados inversores. La guí­a de aquellos que transitan desnortados por las tenebrosas calles de la coyuntura actual. Se podrí­a decir que es uno de sus escasos ganadores. Se lo ha ganado a pulso. Jugó a gurú y le ha salido bien. Su documento “Riesgo de un colapso financiero o los doce pasos del desastre que está por venir”, publicado en febrero, ha resultado ser absolutamente profíético. Su tono apocalí­ptico asusta. Pero los acontecimientos le han dado la razón. Les adjunto el resumen de lo que apuntó entonces. Lo que podí­a parecer un thriller económico-financiero, fruto de la imaginación de un enajenado intelectual, se ha convertido en una guí­a práctica para entender lo sucedido a partir de esa fecha. Transcribo, literalmente, su apartado 11. Recuerden, es de hace ocho meses.

“Once: el empeoramiento de la crisis de críédito que afecta a la mayorí­a de los mercados, tanto de contado como de derivados, traerá consigo un drenaje casi completo de la liquidez en numerosas áreas de negocio, incluidas algunas de las que actualmente consideramos más lí­quidas. Se disparará el interbancario, resultado de la percepción de un elevado riesgo de contrapartida, la falta de confianza, la prima de liquidez exigida y la propia incertidumbre crediticia. Los diferenciales entre la deuda del Tesoro y la privada así­ como los indicadores de volatilidad o cualquiera otra referencia indicativa de la aversión al riesgo se irán por las nubes”.

El documento no acababa ahí­. Quíé va. Tras recordar, con Goldman Sachs, que cada dólar de merma de capital de las entidades se traduce en una contracción del críédito diez veces superior por el efecto apalancamiento (hagan la extrapolación de los 1,4 billones de dólares en los que el FMI, que parecí­a agresivo antes del verano, sitúa las píérdidas potenciales para el conjunto de la industria y verán el impacto que, sobre la economí­a real, tiene en tíérminos de financiación al sistema), Roubini concluí­a:

“Nos encontraremos con una recesión económica global conforme las píérdidas y la restricción del críédito se expandan por el planeta. Veremos pánico, ventas desesperadas y desplome en el precio de los activos que traerán consigo quiebras de entidades sistemáticamente importantes y ampliarán los negativos efectos financieros y económicos de la crisis. La polí­tica monetaria y fiscal serán ineficaces (…). La falta de confianza en las contrapartidas generará un deseo de acumulación de efectivo que hará impotente cualquier acción sobre los tipos de interíés Debemos estar preparados para lo peor: el colapso del conjunto del sistema”.

Uf, se quitan las ganas de seguir escribiendo despuíés de leer esto y ver la caí­da cercana al 10% que ha sufrido el IBEX. Sin embargo, con la vitola de triunfador  a cuestas, el prolí­fico Roubini ha decidido considerar el aforismo de “si no eres parte de la solución, formas parte del problema” y ha presentado sus recetas para solventar la crisis en un documento del que, al igual que he hecho con anterioridad, me limitaríé a traducir, de la forma más inteligible posible, parte de su contenido. Adjuntaríé algunos enlaces con las actualizaciones que se han producido en las últimas 24 horas. Coincide esta iniciativa con el 40% de pico a suelo que íél anticipó que podí­a caer la bolsa en Estados Unidos, medido en tíérminos de S&P500. Los hechos han superado sus peores augurios. No sólo Islandia o Pakistán se encuentran al borde de la bancarrota. sino que la propia California, que supone un 15% del PIB de los Estados Unidos y cuya economí­a dobla la india, por poner sólo un ejemplo, podrí­a, en menos de dos meses, encontrarse en la misma situación. El panorama que presenta es desalentador, la verdad, y sus recetas más propias para un enfermo terminal donde hay poco que perder y mucho que ganar. Una alternativa desesperada que es compartida tanto por Lawrence Summers, ex Secretario de Tesoro con Clinton, como por Stephen Roach de Morgan Stanley a travíés de un artí­culo en el FT que vio la luz justo al dí­a siguiente del texto del Profesor de la NYU. Contengan el aliento.

“Los sistemas financieros de los paí­ses desarrollados se encaminan a un colapso a corto plazo, consecuencia de la caí­da libre de las bolsas, el cierre del mercado monetario y la ampliación masiva de los diferenciales de críédito, que puede conducir a quiebras generalizadas de firmas solventes pero carentes de liquidez en todos los sectores productivos (…). A nivel económico, prácticamente no hay paí­s sin riesgo de un aterrizaje brusco, incluidos los emergentes. El tren de la recesión global ha abandonado la estación. La ilusión de que la contracción económica va a ser brusca u corta –una V de seis meses-, ha sido sustituida por la certeza de que esto va para largo – una U que se durará, al menos dos años- e incluso por la posibilidad, si la ruptura del modelo financiero se confirma, de una recesión a la japonesa que se alargue durante más de una díécada.

En un mundo tan sobrado de capacidad productiva como el actual, la reducción de la demanda traerá consigo la siguiente preocupación: la deflación, una amenaza difí­cil de combatir cuando el precio del dinero se acerca peligrosamente a cero. (…) La desconexión entre polí­ticas monetarias cada vez más agresivas y el aumento de las tensiones en los distintos activos a los que deberí­a afectar es especialmente preocupante (…). Cuando los mercados están sobrevendidos, incluso las medidas más desesperadas no tranquilizan a sus partí­cipes, como ha quedado probado. (…) Llegados a este punto, el daño está hecho. Sin embargo, aún se puede evitar este desastre económico y financiero. Se requiere liderazgo y una acción coordinada por parte de las mayores economí­as del mundo consistente en:

   1.
      Nuevo recorte masivo de tipos de interíés alrededor del planeta de 150 puntos básicos de media.
   2.
      Garantí­a generalizada de todos los depósitos, algo anticipado por el WSJ el jueves, hasta que se distingan las entidades efectivamente quebradas de aquellas solventes pero que sufren problemas momentáneos de tesorerí­a a las cuales habrá que inyectar capital público algo, aparentemente, en camino según ha anunciado Paulson esta madrugada para las firmas de su paí­s.
   3.
      Congelación de la carga financiera de aquellos particulares que no pueden afrontar sus pagos y paralización inmediata de las ejecuciones hipotecarias.
   4.
      Provisión masiva e ilimitada de fondos a las entidades financieras insolventes.
   5.
      Provisión de fondos a empresas productivas solventes que sufren problemas transitorios de tesorerí­a.
   6.
      Polí­ticas fiscales expansivas consistentes en incremento del gasto público, cobertura por desempleo, devoluciones de impuestos a los ciudadanos de rentas más bajas y apoyo a aquellas administraciones regionales más necesitadas. Esta idea es recogida, de forma casi literal, por el especialista del Washington Post, Sebastian Mallaby, que la considera "la forma más rápida y más justa de ayudar al ciudadano de a pie".
   7.
      Acuerdo entre paí­ses acreedores y deudores para la financiación ordenada de sus díéficits y reciclado hacia las economí­as necesitadas de sus superávits para evitar un ajuste brusco de tales desequilibrios. Resulta, cuando menos, desalentador que, la posibilidad de coordinación con otras naciones con problemáticas ¿distintas?, fuera considerada ayer como "naive" por el Secretario del Tesoro estadounidense frente a la confianza mostrada por el primer ministro británico, Gordon Brown, en un artí­culo publicado en The Times que pretende sentar las bases que han de regir el sistema en el futuro.

A dí­a de hoy, cualquier propuesta que no se acerque a estos MINIMOS provocará un crash de mercado, el colapso financiero mundial y no una recesión sino una depresión global. Veremos que sale de la reunión del FMI, el Banco Mundial y el G7 de este fin de semana”. Una conclusión, por cierto, clavada al final del último artí­culo de Krugman, tambiíén del dí­a 9: "las cosas pueden ir a peor en los próximos dí­as y, si no se hace nada, definitivamente empeorarán".

Bueno, imagino cómo se les ha quedado el cuerpo. Igual que a mí­. Frí­o. Pero probablemente Roubini estíé dando una dimensión real de lo que está ocurriendo estos dí­as. De hecho, gran parte de las recetas colectivas que propone han sido implantadas, con peor o ninguna fortuna, tanto de forma coordinada, como de manera individual, por algunas de las naciones más afectadas. Basta con leer el discurso de Bush a la nación ayer -en el que, por fin, acompañó sus palabras del "podemos" que tanta falta hací­a- para darse cuenta de que así­ es. No lo duden. Se impone el modelo chino de socialismo financiero y capitalismo productivo. Quiíén nos lo iba a decir. Una conclusión evidente de la que, sin embargo, nadie se ha hecho eco a dí­a de hoy. Esas ramas que impiden ver el bosque. Hasta el NYT defiende las medidas keynesianas de los años 30 como única salida: "extiendan los cheques y preocúpense luego de la ideologí­a", subraya Floyd Norris en su columna económica. Pero ese empieza a ser, a mi juicio, incluso un problema menor. ¿Quiíén va a pagar esta fiesta? Y, sobre todo, ¿quíé va a pedir a cambio? Un nuevo orden mundial se va construyendo sigilosamente al abrigo de la crisis. Por cierto, ¿alguien dijo China? Pí­o, pí­o que yo no he sido...
@S. McCoy - 11/10/2008 06:00h