El incremento de las importaciones ha restado un 1,4 al PIB del cuarto trimestre.
Desde el arranque del año, dos factores están transformando el contexto económico de Estados Unidos: el crudo barato y la fortaleza del dólar. En ambos casos, el impacto cuenta con pros y contras entre distintas áreas y sectores. Una de las preocupaciones que rondan por la cabeza de muchos es si la apreciación de la moneda estadounidense podría estar provocando cierta volatilidad en los mercados financieros y jugando en detrimento del crecimiento del país.
Los ministros de Economía y Finanzas del Grupo de los 20 reconocían la semana pasada desde Estambul que la falta de sincronización entre las políticas monetarias de distintos países podría estar fomentando el riesgo de "un contagio negativo". En este sentido, una de las mayores preocupaciones es que la fortaleza del dólar acabe por endurecer las condiciones financieras en la mayor economía del mundo mientras buena parte del resto del planeta disfruta de una política monetaria acomodaticia.
Crecen las importaciones
De momento, el incremento de las importaciones han restado un 1,4 puntos porcentuales al crecimiento del cuarto trimestre del año pasado, cuando la economía crecía a un 2,6 por ciento según el dato preliminar. "Seguiremos viendo esta tendencia en los próximos trimestre dada la fortaleza del dólar", explica el economista de IHS, Doug Handler. Mientras el incremento en las exportaciones se perfila mucho más moderado, los vaivenes en el díéficit comercial estadounidense podrían restar hasta 0,5 puntos porcentuales esta año al PIB.
Al mismo tiempo, las multinacionales con mayor exposición internacional, como Procter & Gamble, Johnson & Johnson, IBM o Google, han puesto de manifiesto como el fortalecimiento del dólar está ejerciendo una presión significativa en sus cuentas. "Esperamos que el euro y el yen se deprecien todavía otro 20 por ciento con respecto al dólar hasta 2017", advertía David Kostin, estratega de Goldman Sachs.
Aún así tenemos que recordar que las empresas estadounidenses son menos vulnerables a la subida del dólar que las grandes multinacionales. Mientras que un dólar fuerte puede debilitar las exportaciones, tambiíén significa un petróleo más barato, productos extranjeros menos caros y la continuidad de una baja inflación. "Será doloroso para las grandes corporaciones, pero en tíérminos generales, el aumento en el dólar es algo que la economía de Estados Unidos es capaz de absorber", asegura Michelle Meyer, economista de Bank of America.
En medio de este contexto, David Hensley, economista de J.P. Morgan, "parece que el consumidor estadounidense ha cogido un resfriado".
"Pese al boom del mercado laboral y la caída del crudo que actúa como un descuento impositivo de 1.600 dólares por cabeza, las ventas minoristas no terminan de repuntar". Lo vimos la semana pasada, cuando el Departamento de Comercio informó sobre una caída del 0,8 por ciento en enero tras otro traspiíés en diciembre.
Para Sam Bullard, economista de Wells Fargo, un dólar fuerte "acabará siendo un lastre para el crecimiento de EEUU en 2015". Una decisión que justifica con el daño que la divisa hará a las exportaciones del país. El indicador de nuevos pedidos del ISM manufacturero correspondiente al mes de enero cayó el pasado mes hasta niveles no vistos desde el otoño de 2012. El mayor impacto de la revalorización del dólar tendrá que traducirse en una caída de las exportaciones y dado el incremento anualizado del 7,6 por ciento en los volúmenes registrado en el último trimestre de 2014, podría
Josíé Luis de Haro (Nueva York)