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Autor Tema: Las riquezas y los peligros de la era de los combustibles fósiles...  (Leído 94 veces)

OCIN

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Por...  Martin Wolf



El panorama futuro en cuestiones de energí­a que da BP nos regala una mirada a la trayectoria probable de los mercados energíéticos mundiales hacia 2035. La "era de los combustibles fósiles" tendrá consecuencias tanto positivas como negativas.

Nuestros antepasados vivieron en íépocas que llamamos la Edad de Piedra, la Edad del Bronce y la Edad del Hierro. La nuestra es la "era de los combustibles fósiles". La energí­a que hemos extraí­do de las reservas de luz solar fosilizada ha repartido abundancia (de forma desigual) por toda la humanidad. ¿Continuará esto? ¿Podemos gestionar su impacto en nuestro medio ambiente? Las respuestas darán forma al futuro de nuestra compleja civilización global.

Como siempre, el Panorama Energíético de BP ofrece una visión de un futuro posible. Sin duda, sus previsiones serán incorrectas, pero nos dice lo que las personas bien informadas en el corazón de la industria del petróleo y el gas consideran que será "la trayectoria probable de los mercados energíéticos mundiales para 2035". Propone cinco proposiciones importantes sobre un futuro energíético plausible.

En primer lugar, se prevíé que la producción económica mundial aumentará en un 115 por ciento para 2035. Se espera que las economí­as emergentes de Asia – principalmente China e India – generen más de un 60 por ciento de ese aumento.

Se espera que el principal motor del aumento de la producción mundial sea un salto del 75 por ciento de la producción real promedio mundial per cápita, a medida que la prosperidad de las economí­as emergentes se pone al dí­a con la de los paí­ses de altos ingresos. El crecimiento de la población juega un papel claramente secundario. No es el número de personas, sino más bien su prosperidad, lo que impulsa la demanda de energí­a comercial.

En segundo lugar, como consecuencia del rápido aumento de la eficiencia energíética, se prevíé que el consumo de energí­a crecerá tan sólo un 37 por ciento. Esto es mucho menos que el aumento de la producción de bienes y servicios reales.

En tercer lugar, se prevíé que las emisiones de dióxido de carbono crezcan en un 25 por ciento, una tasa de crecimiento de alrededor del 1 por ciento al año. En tíérminos de la relación entre la producción y las emisiones, esto es un gran logro. Pero – dada la necesidad de reducir las emisiones de plano, con el fin de tener una buena oportunidad de limitar el aumento de la temperatura media global por debajo de 2C – es totalmente inadecuado. Por ende, en 2035, se prevíé que hayan 18 mil millones de toneladas más de emisiones de CO2 que los niveles sugeridos por el "Escenario 450" de la Agencia Internacional de Energí­a. Con esto se busca limitar la concentración de gases de efecto invernadero al equivalente de cerca de 450 partes por millón de CO2. Si semejantes objetivos hubieran de cumplirse, tiene que suceder algo mucho más radical.

En cuarto lugar, las mejoras en la eficiencia energíética son un factor mucho más importante en el relativamente bajo crecimiento de las emisiones que los cambios en la mezcla de tipos de combustibles. Esto es a pesar de un aumento sustancial en el uso de las energí­as renovables. Así­, entre 2013 y 2035, se pronostica que la producción de energí­a renovable crecerá en un 320 por ciento. Aun así­, se prevíé que su participación en la producción de energí­a primaria crecerá sólo de 2.6 por ciento al 6.7 por ciento. La participación combinada de las energí­as renovables, la energí­a hidroelíéctrica y la energí­a nuclear crecerá sólo del 9 por ciento al 19 por ciento. Se espera, entonces, que íésta continúe siendo la era de los combustibles fósiles.

En quinto lugar, se espera que la revolución en la producción de gas de esquisto y “tight oil” (petróleo ajustado) continúe, aumentando su participación en la producción de energí­a primaria en torno a un 10 por ciento. Un resultado importante ha sido el surgimiento de grandes cambios en los patrones de comercio. Se prevíé que EEUU pase de ser un importador neto de 12 millones de barriles diarios de petróleo en 2005 a ser un exportador neto en 2035. Mientras tanto, se espera que China pase a ser un importador neto de más de 13 millones de b/d en 2035 (desde un nivel de autosuficiencia en la díécada de 2000); e India se convertirá en un importador neto de alrededor de 7 millones de b/d. Semejantes cambios tienen enormes implicaciones geopolí­ticas.

Serí­a un error describir estas previsiones como simplemente "lo mismo de siempre". En realidad implican un aumento más rápido de la eficiencia energíética que entre 2000 y 2013. Sin embargo, no son radicales. El mundo seguirá dependiendo abrumadoramente de los combustibles fósiles y emitirá cada vez mayores cantidades de gases de efecto invernadero. ¿Cómo puede mejorarse la situación?

Parto de la presunción de que la humanidad aspirará y a menudo se las arreglará para lograr la prosperidad que ahora se da por sentado en los paí­ses ricos. Así­ que necesitamos una revolución tecnológica acelerada.

En el Foro Energíético de Oslo el mes pasado, escuchíé a Amory Lovins del Rocky Mountain Institute describir una revolución semejante.
Sostuvo, por ejemplo, que el producto interno bruto de EEUU en 2050 podrí­a ser 2.5 veces más de lo que es hoy, incluso si el paí­s dejara de usar petróleo, carbón y energí­a nuclear por completo y redujera su uso de gas natural en un tercio. Esto significarí­a que las emisiones de carbono caerí­an a sólo una quinta parte de su nivel actual. Por otra parte, según íél, la revolución podrí­a bien ser impulsada por las fuerzas del mercado, dadas las nuevas tecnologí­as. Es posible, sugiere, que no sea necesario tomar medidas directas contra el aumento de las emisiones de dióxido de carbono.

El sentido del informe de BP (como era de esperarse, tal vez) es que una revolución tan radical y rápida impulsada por el mercado es poco probable. Los supuestos obstáculos son muchos: costos, lí­mites tecnológicos, lenta rotación del capital social, la imposibilidad de aplicar la polí­tica a nivel mundial y la inercia natural. En resumen, me temo que BP tiene razón con respecto a los obstáculos. Pero el Sr. Lovins podrí­a tener razón acerca de las oportunidades, aunque sólo si los responsables polí­ticos les dieran un gran impulso.

Si los gobiernos se pusieran de acuerdo para aplicar un impuesto sobre el carbono, serí­a un gran impulso hacia un futuro energíético más eficiente y menos contaminante. Los gobiernos deben invertir fuertemente en ciencias fundamentales y nuevas tecnologí­as. Por último, los gobiernos pueden ayudar a la difusión de las nuevas tecnologí­as en el extranjero y ayudar a financiar su adopción en casa. Gracias a este impulso, las fuerzas normales del mercado deberí­an impulsar la economí­a mundial hacia un futuro más sostenible.

La pobreza masiva no es una opción. Pero tampoco debemos jugar con el futuro del clima. Hay que fijar un rumbo equidistante entre los dos. Con ese fin, tenemos que dejar atrás los excesos de la era de los combustibles fósiles. Es un desafí­o de enormes proporciones. Pero tiene que cumplirse, por el bien de nuestros hijos.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
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