La cosecha de aceite de oliva ha cerrado con un volumen de 807.000 toneladas, lo que supone menos de la mitad de lo obtenido el año anterior, cuando se logró un ríécord de 1,8 millones de toneladas.
Las razones del tremendo desplome son varias. En primer lugar, se trata de un cultivo vecero —un año da una gran cosecha y al siguiente la planta se toma un descanso—. Las condiciones meteorológicas negativas, con lluvias en primavera que se llevaron por delante parte de la flor, y la sequía de los meses previos a la recolección tambiíén lastraron la cosecha.
La consecuencia es la fuerte subida del precio, hasta 3,30 euros el kilo en origen para los aceites vírgenes extra y los 2,65 euros para un aceite virgen medio, para refinar y venderlo como aceite de oliva. La combinación de estos hechos ha mermado la demanda.
En la actualidad, tras una escalada desde el pasado otoño, los precios se mantienen altos, pero estabilizados, ante el recorte que se ha registrado en la demanda en los últimos meses.La combinación de estos hechos ha mermado la demanda. Las campañas de ofertas agresivas realizadas por la gran distribución en el mes de enero supusieron un incremento en las ventas, pero las mismas han vuelto a caer en febrero, tónica que se mantiene en marzo.En el mercado interior, las ventas suman una caída de más del 10%. Algo similar ocurre en las exportaciones.donde las ventas se ha reducido en un porcentaje similar tras la cifra ríécord de la campaña anterior de 1,1 millones de toneladas.
En la parte contraria, en los cinco primeros meses de campaña, las importaciones se han incrementado en un 50%, en su mayor parte procedentes del norte de ífrica y de Grecia.
Vidal Matíé
