Por... Michael Skapinker
El reinventarse no es concepto nuevo para Nokia. Y lo ha hecho en varias ocasiones desde que comenzó su existencia como fabricante de papel en 1865. Desde entonces ha sido fabricante de botas de goma, impermeables, cables y televisores.
En 2001, mientras entrevistaba a los ejecutivos de Nokia, escuchíé por vez primera la palabra finlandesa “ní¶yryysâ€. Me dijeron entonces que significaba humildad, pero humildad con una serena seguridad. Esa confianza parecía bien merecida. Nokia era entonces el gigante del mundo de la telefonía móvil, controlando el 35 por ciento del mercado global.
En los artículos que escribí durante esa íépoca, preguntíé si eso podría durar. En la actualidad sabemos que no fue posible. Despuíés de ser eclipsada por el iPhone de Apple y los telíéfonos asiáticos basados en el Android, el año pasado la empresa multinacional entregó su debilitado negocio de telefonía móvil a Microsoft. Sin embargo, Nokia no ha desaparecido. En la actualidad comprende una operación de redes móviles, una división de mapeo digital y una multitud de patentes.
El reinventarse no es concepto nuevo para Nokia. Y lo ha hecho en varias ocasiones desde que comenzó su existencia como fabricante de papel en 1865. Desde entonces ha sido fabricante de botas de goma, impermeables, cables y televisores. Ha sido una empresa generadora de electricidad; fue una vez la principal empresa productora de papel higiíénico en Irlanda; y la única proveedora mundial de neumáticos con clavos para bicicletas.
Esto es inusual. Pocas empresas cambian sus negocios tan drásticamente y sólo una minoría duran tanto tiempo. En un influyente libro, The Living Company, publicado por primera vez en 1997, Arie de Geus se preguntó por quíé algunas empresas seguían adelante mientras que otras perecían jóvenes. La compañía multinacional promedio dura menos de 50 años, pero algunas, como Nokia, tienen más de 100 años de antigí¼edad. Royal Dutch Shell, donde de Geus trabajó durante 38 años, se inició en 1833. Muy pocas habían existido durante siglos, escribió. Los orígenes del Sumitomo Group de Japón se remontan a un taller de fundición de cobre fundada en 1590.
En ningún otro tipo de organización, ya sean universidades, ejíércitos o iglesias, existe una disparidad tal entre las instituciones de vida más corta y más larga.
¿Importa realmente si las empresas perduran durante siglos o no? ¿No es la muerte de las empresas y el nacimiento de otras nuevas la manera en la cual progresan las economías y las sociedades – a travíés de lo que Joseph Schumpeter llamaba “destrucción creativaâ€?
Sí. Las empresas pueden caer en la autocomplacencia, como sucedió con Nokia y la llegada de los telíéfonos inteligentes. Los competidores más ágiles y alertas acaban sustituyendo a muchas de ellas. Pero de Geus y otros han argumentado que las empresas longevas llevan a cabo una valiosa función.
Ellas echan raíces. Establecen vínculos con las comunidades, proporcionan empleo y recuerdos a las generaciones de trabajadores sucesivas, y sirven de ‘aglutinante social’ importante. Mientras que las familias se han vuelto más fragmentadas y la gente más móvil, las empresas longevas proporcionan un sentido de cohesión y solidaridad comunal.
Cuando cierran sus puertas, las comunidades a menudo se entristecen, los proveedores de muchos años pierden negocios, y los ex empleados y sus familias se ven privados de sus recuerdos laborales.
Entonces, ¿por quíé algunas empresas logran durar tanto tiempo? En su libro, de Geus señaló cuatro características de las empresas longevas. En primer lugar, eran susceptibles a los cambios en el entorno empresarial y en sus sociedades. En segundo lugar, tenían un fuerte sentido de identidad. En tercer lugar, eran “tolerantesâ€, lo cual quería decir que no eran excesivamente centralizadas, y permitían los experimentos y excentricidades de sus empleados. Por último, eran conservadoras en su financiación – “reconocían el beneficio de contar con dinero extra en la alcancíaâ€.
Pero existen otras preguntas que podemos formular.
¿Es importante la estructura de propiedad? Algunas compañías sobreviven porque son propiedad de una familia, y educan a las nuevas generaciones para que ejerzan un papel y se conviertan en ejecutivos. Pero ser propiedad familiar no es una panacea. Es difícil inculcar en las generaciones sucesivas el deseo de tener íéxito, la dedicación y las destrezas gerenciales. Y no todas las empresas más antiguas son de propiedad familiar.