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Autor Tema: LOS ESENIOS  (Leído 2031 veces)

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LOS ESENIOS
« en: Octubre 16, 2008, 10:22:51 pm »
ORIGEN

Durante el patriarcado de Moisíés sobre el pueblo de Israel, íépoca dura y conflictiva, donde habí­a que conducir todo un pueblo por el desierto rumbo a la promesa de Jehová, la tierra de promisión, donde fluye leche y miel. Moisíés, quien liberó a su pueblo del yugo egipcio, debí­a soportar y a su vez encarrilar ese pueblo rebelde, ansioso y temeroso de la ira de Jehová.

Dí­a a dí­a se le presentaban problemas y conflictos entre los integrantes de las diferentes tribus que conformaban el pueblo israelí­. Durante los pocos momentos que disponí­a Moisíés para el descanso y la meditación,  lo acompaña un joven de una gran belleza, tanto fí­sica como espiritual, quien con su cí­tara ayuda al maestro en su relajación fí­sico-espiritual.

Ese joven, de nombre Esen, bebió durante toda la vida de Moisíés, su doctrina y enseñanzas, hasta el dí­a en que su maestro subió solo al monte Nebo, situado en el valle de Beth-Peor para entregar su alma a Dios.

Esen, hijo de Nadab (hijo de Aaron), pertenecientes  a la casta sacerdotal de Israel, sigue a su maestro, sin que este lo supiera; por lo que se convierte en el único testigo de la muerte de Moisíés.

Esen sepulta el cuerpo de su maestro en una gruta del Monte Nebo, extrae de entre sus ropas cinco rollos escritos y prolijamente cubiertos, además de estar muy bien conservados, cada uno con su correspondiente tí­tulo, así­ tenemos  los originales y verdaderos textos del Gíénesis,  í‰xodo, Leví­tico, Números y Deuteronomios, los que dan origen a lo que más adelante se denominó La Biblia..

Esen decide quedarse a vivir en el Monte Nebo para estudiar en profundidad los textos. En desacuerdo con la doctrina impuesta por la secta sacerdotal que gobernaba el pueblo israelí­, un grupo de seis jóvenes siguen los pasos de Esen y suben junto a íél al monte Nebo; donde además de dedicarse al estudio de las enseñanzas recibidas de Moisíés, comienzan a estudiar e investigar las propiedades medicinales de los vegetales, preparando remedios en base a estos, para luego bajar y  calmar dolores del cuerpo y alma de toda la gente necesitada, convirtiíéndose así­ en los “Terapeutas Peregrinos”.  Esta actitud llevó a mucha gente, tambiíén en desacuerdo con los sacerdotes israelitas, a seguir las verdaderas enseñanzas de Moisíés a travíés de Esen y sus seguidores.  Dí­a a dí­a se sumaban los hombres y mujeres que se plegaban a esta nueva casta donde la comunidad de bienes y el amor al prójimo eran virtudes sobresalientes.

Con el transcurrir de los años, se crean rangos para diferenciar los novatos de los que tienen un estudio avanzado. Así­ tenemos a quienes ceñí­an su túnica con una faja o cinturón con un nudo, estos pertenecí­an al primer grado y eran los integrantes de las familias de viví­an entre el pueblo  israelí­, ofreciendo alojamiento y comida a quien lo necesitase.

Dos nudos era la marca para los de segundo grado, quienes tení­an ciertos conocimientos terapíéuticos.

Así­ iban ascendiendo hasta el grado máximo que era el síéptimo, al que llegaban ya ancianos y que justamente formaban el “Consejo de Ancianos”. A esta altura eran verdaderos sabios.

Esen muere a una edad muy avanzada y es sepultado junto al cuerpo de Moisíés. Sus seguidores, en su homenaje y como tributo a su memoria, deciden llamarse Esenios



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EL ADVENIMIENTO DEL CRISTO, BAJO LA í“PTICA DE LOS ESENIOS
« Respuesta #1 en: Octubre 16, 2008, 10:24:06 pm »
EL ADVENIMIENTO DEL CRISTO, BAJO LA í“PTICA DE LOS ESENIOS

En esta parte del artí­culo tendremos otra visión de un hecho fundamental en la historia de la humanidad, como es el advenimiento de Cristo a la Tierra, como así­ tambiíén su vida y aprendizaje, bajo la óptica de los Esenios.

El estudio por parte de los Esenios no se limitó solamente a los pergaminos de Moisíés. La investigación del pasado de la humanidad, hasta prácticamente los inicios de nuestra civilización actual, por medio de papiros. rollos o pergaminos antiquí­simos, muchas veces conservados en muy buen estado, ya que al morir su autor, era sepultado con ellos, dejando así­ para las futuras civilizaciones, tesoros históricos y literarios de incalculable valor para las venideras generaciones.

Es así­ que los esenios en sus grados superiores, habí­an rastreado en el tiempo la presencia del “avatar divino” (como ellos denominaban al Hijo de Dios), por sus huellas dejadas en el tiempo, huellas marcadas a fuego en hechos y plasmadas en los documentos hallados.

Buceando en la profundidad de los tiempos, los sabios esenios  detectan las ocho reencarnaciones del Hijo de Dios entre los humanos, a saber: Juno (el mago de las tormentas), Numu  (y sus profetas míédicos), Anfión (y sus profetas blancos), Antulio (rey atlante, fundador de la actual civilización europea), Krishna (fundador de la doctrina víédica), Abel (hijo de Euana y Adamú, quien dio origen a la civilización  adámica actual), Buda (con sus mendicantes) y por último Moisíés (con sus profetas terapíéuticos).

Ahora bien, la última y definitiva reencarnación del Hijo de Dios en la Tierra, estaba marcada por la conjunción de los planetas Júpiter y Saturno, hecho que se producirí­a en el año 747 de la fundación de Roma, o sea el año 8967 del comienzo de la civilización adámica.. Este hecho era conocido solamente por cuatro agrupaciones de sabios: Los Esenios en número de 70 en sus grados superiores.

En el monte Horeb (Arabia) un grupo de 84 sabios y astrólogos, quienes eran dirigidos por un prí­ncipe moreno de nombre Melchor.

En Persia, donde habí­a una escuela de meditación y sabidurí­a, la que era dirigida por el consejero Baltasar.

La cuarta agrupación se halla en los montes Suleimán, donde el prí­ncipe de Bombay y señor de Srinaghar, Gaspar, se dedicaba al estudio del mundo sideral y  los poderes internos concedidos por Dios a los hombres.

Al aproximarse la trascendental fecha, los tres prí­ncipes desde sus lugares de origen se ponen en marcha hacia la región de Galilea, donde deberá producirse el más grande suceso del mundo cristiano, el nacimientos del hombre que con su sangre redimirá los pecados de la humanidad.

El nacimiento se produjo, según nuestro actual calendario, entre los dí­as 4 y 6 de octubre, cuatro años antes del inicio “oficial” de nuestra era.

Al llegar los prí­ncipes a la zona de Galilea debieron extremar cuidados ya que, enterados del suceso, tanto Herodes como  los principales sacerdotes judí­os, tení­an espí­as diseminados por toda la región, con el fin de dar con el paradero del niño, para terminar así­ con el temor que les producí­a la venida del nuevo Mesí­as, con lo cual se les acabarí­a su reinado polí­tico-religioso y por ende, sus suculentos negocios.

Mientras se sucedí­an las vigilancias, indagatorias y crí­menes de los niños menores a los dos años, Myriam y Joseph, junto a su hijo, al que le dieron el nombre de Jhasua, descansaban a buen recaudo en la casa de una familia esenia de primer grado, quienes advertidas del acontecimiento, dieron su hospitalidad y todo su amor a la familia del Niño-Dios.

Sabemos ya del nacimiento tan esperado por los sabios y astrólogos por un lado y por los miembros del Sanedrí­n Judí­o por el otro; quienes guiados por las sagradas escrituras, tambiíén lo sabí­an y pretendí­an conocer al niño, para así­ influenciarlo, dominarlo y por último, amoldarlo a sus costumbres y preceptos con el fin de preservar su privilegiada posición socio-polí­tico-religiosa.

La discreción era una de las virtudes fundamentales de los Esenios en todos sus grados, razón por la cual era casi imposible dar con el paradero del reciíén nacido.         

Como dijimos anteriormente, los  Esenios estaban  diseminados  por toda la región, incluso los habí­a en las sinagogas y con el cargo de rabinos o sacerdotes. Myriam y Joseph debieron esperar hasta que uno de estos estuviera de turno, para así­ bautizar al niño.

La sencilla ceremonia se realizó según las costumbres judí­as, pero a la usanza esenia, es decir, sin sacrificio de animales, ni la consabida circuncisión, hechos a los que se oponí­an terminantemente por considerarlos tan inútiles como herejes.

Los primeros meses de vida Jhasua recibí­a todo  el amor de sus padres y el respeto por parte de quienes conocí­an su verdadera identidad.

En los montes de Moab, Tabor, Carmelo y Quarantana, se hallaban los principales santuarios esenios. Estos eran grutas naturales acondicionadas y muchas veces ampliadas por ellos mismos,. Allí­ viví­an los Esenios en sus grados superiores y se instruí­a a los de grados inferiores.

En esos meses se viví­an dí­as de gozo y esperanza, y más aún ante la llegada del Niño-Dios, a quien sus padres llevarí­an ante los ancianos-sabios (por expreso pedido de íéstos), ya que por su avanzada edad, esta serí­a tal vez la única oportunidad de ver en persona al Hijo de Dios, antes de morir.

El ascenso se hizo difí­cil, ya que los caminos eran prácticamente senderos, por los que pasaba una persona por vez. Ya en el santuario, Myriam tuvo oportunidad de encontrarse con una prima suya, quien tambiíén tení­a un hijo de meses, Johanán, el mismo al que luego llamarí­an el Bautista.

Fue esta la primera ascensión de Jhasua a los santuarios esenios, hecho que se repetirí­a muy a menudo, ya que los sabios, debí­an guiar el espí­ritu del Cristo, en los primeros años de vida en Jhasua.

Con el transcurrir del tiempo, Jhasua, ya joven debe aprender a dominar la increí­ble energí­a espiritual que posee, a la vez que se dedica a estudiar las escrituras archivadas y custodiadas por los Esenios, las que contaban con miles de años de antigí¼edad. Allí­ reconoce sus anteriores encarnaciones; como así­ tambiíén su papel ante los hombres en un futuro muy cercano y por supuesto, conocí­a cual serí­a su final.

Jhasua aprendió a dominar sus fuerzas tanto mental como fí­sica, y es así­ que tenemos  que sabí­a utilizar lo que hoy conocemos como telepatí­a, viajes astrales, bilocación, clarividencia, etc..

Todo esto, sumado a su gran amor por los seres humanos, nos da una imagen de lo que fue su vida, no solo en sus tres años de apostolado, sino en el total de su vida, lo que lo llevó a producir curaciones increí­bles, hechos catalogados como milagros.

Esta es una sí­ntesis muy compacta de la vida de Jesús entre los Esenios. Estoy seguro que muy pocos la conocí­an, por lo que llevará a distintas opiniones y/o crí­ticas.

Por último les dejo dos frases muy habituales en Jesús: “Amaos los unos a los otros”  y  “Ama a tu prójimo como a ti mismo; y a Dios por sobre todas las cosas”.


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LOS ESENIOS Y LA BIBLIA
« Respuesta #2 en: Octubre 16, 2008, 10:26:22 pm »
LOS ESENIOS Y LA BIBLIA

Hasta aquí­ he puesto a su consideración una visión distinta de la vida de Jesús el Cristo (por supuesto desde el punto de vista de los Esenios).

Así­ pudimos apreciar su nacimiento y desarrollo entre los maestros Esenios, como así­ tambiíén el origen de los “tres reyes magos”.

Lo que nuestra actual Biblia no nos enseña  con respecto a la vida de Jesús (ya que entre los diez o doce años  y los treinta, Jesús “desaparece”), los Esenios lo explican de una manera sencilla.

En este lapso de tiempo Jhasua sube constantemente a los santuarios, que como ya dijimos estaban ubicados en los montes Tabor, Moab, Carmelo y Quarantana. Allí­ le son enseñados antiquí­simos rollos donde se encuentra la historia de la humanidad; miles de años anteriores a su íépoca. Jhasua pasa largas jornadas en los santuarios junto a su madre Myriam y por supuesto a los sabios Esenios, sus maestros.

El aprendizaje de Jhasua no solo se limitaba al estudio de los documentos, sino que tambiíén acompañaba a sus maestros cuando estos debí­an  ir fuera de los lí­mites de  los santuarios. Es así­ que en uno de estos viajes Jhasua visita una biblioteca increí­ble, ya sea por la calidad de su contenido como por su ubicación: la mí­tica Esfinge egipcia, en cuyo interior se guardaban verdaderos tesoros literarios y a la cual solo algunos “elegidos” tení­an acceso.

En una de sus visitas a los santuarios, Jhasua se reencuentra con alguien que desde hací­a varios años no veí­a, su ;primo Johanás, al que hoy  conocemos como “Juan el Bautista”. Allí­ comparten horas de aprendizaje y charlas con sus maestros.

En un acto tan sublime como reservado, se les muestra a ambos cual serí­a su misión y su final. Se les hace saber que en el camino de la vida siempre hay dos alternativas y que en ellos estaba la decisión de continuar sus caminos como se les ha mostrado, o tomar el camino sin los padecimientos  que sufrirí­an. Ambos deciden continuar con su misión hasta las últimas consecuencias.

Por supuesto que la misión de Jhasua no se limitaba  solamente al estudio de documentos o aprender a dominar la gran energí­a del espí­ritu del Cristo en su cuerpo, sino que, al bajar a su pueblo debí­a llevar alivio espiritual y fí­sico a quienes lo necesitaban.

Es así­ que comienza a ser seguido por una muchedumbre que presentí­a que el Mesí­as anunciado en las antiguas escrituras estaba entre ellos.

Junto a Jhasua se encontraban hombres de poder, tanto polí­tico como económico, quienes contribuyen con alimentos, calzados y prendas de vestir. Estos elementos son entregados a toda esa gente que realmente lo necesitaba.

Estas entregas se realizaban en lugares reservados, donde el Cristo les enseñaba el verdadero significado de palabras como Amor, Justicia y Libertad; pero íéste pueblo cansado de la dominación romana veí­a en íél al nuevo Mesí­as guerrero anunciado por los profetas.

Jhasua recibí­a propuestas de sus allegados para que miles de hombres lo siguieran a fin de expulsar a los romanos de Jerusalíén. ¡ Que lejos estaban del pensamiento de su maestro !..

Dijimos que las reuniones se realizaban en lugares secretos y reservados para así­ evitar los “espí­as” de las autoridades religiosas judí­as, quienes guiados por rumores, desean conocer al “nuevo profeta”, cosa que les resultaba sumamente difí­cil ya que sus amigos lo cuidaban y protegí­an y además los constantes viajes impedí­an que estos espí­as lo conocieran personalmente.

Los dí­as de Jhasua transcurren entre viajes, curaciones y sermones a su pueblo; todo esto hasta casi los treinta años en que sus maestros le indican el comienzo de su misión, al menos en una forma más abierta.

Los sabios Esenios comprueban que Jhasua habí­a aprendido todo lo que debí­a conocer, incluso dominar a voluntad esa enorme fuerza espiritual responsable de innumerables milagros.

Al bajar de su última visita al santuario principal se une a quienes serí­an sus discí­pulos haciíéndoles saber que “a llegado la hora”. De aquí­ en más sus sermones no serán reservados, sino al aire libre, donde miles de personas con males fí­sicos y espirituales acuden en busca de alivio.

Ahora sí­, el Sanedrí­n Judí­o sabí­a quien  serí­a su directo rival y por consiguiente a quien debí­an dominar o destruir.

Debí­an dominar a Jhasua, para así­ seguir con sus negociados con las ofrendas para Jehová, con las que comerciaban los carniceros de su confianza.

Por supuesto, esto falló. Ahora directamente debí­an acabar con íél, es así­ que lo presentan como un auto-titulado “nuevo Mesí­as” ante las autoridades romanas, pero como respuesta reciben una negativa de parte del gobernador, ya que íéste era un problema de los judí­os.

Jhasua continúa con su príédica; cada dí­a se suman nuevos seguidores, mientras las sinagogas ven disminuir el número de fieles, como así­ tambiíén las ofrendas para Jehová (becerros, cabras, ovejas, etc..).

El Sanedrí­n se juega su última carta: presenta a Jhasua como el nuevo Rey de los Judí­os, tratando de desplazar la autoridad del Cíésar. Esto inclina la balanza en su contra.


cristalino23

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Re: LOS ESENIOS
« Respuesta #3 en: Octubre 17, 2008, 03:05:25 pm »

 Que biíén explicado y creible, no lo que nos cuenta la Iglesia........ Añadiria a las frases que dijo JESUS,
aquella que dice....PEDIR QUE SE OS CONCEDERí....seria lo que conocemos como la ley de la atracción,
todo lo que pensamos y deseamos lo atremos como si fueramos imanes. Si pedimos mucho siempre
octendremos algo, en cambio si pedimos poco, pues poco tendremos, o nada.
 Jesus curaba tambiíén con sus manos, tenia poderes para sanar a los enfermos con ellas.......

       Salud y suerte en la vida....... Saludos.......

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Re: LOS ESENIOS
« Respuesta #4 en: Octubre 17, 2008, 09:27:38 pm »
Lo mismo te deseo, amigo. :023:

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Principios Esenios y Reglas de Vida
« Respuesta #5 en: Octubre 18, 2008, 08:02:27 pm »

Los Principios Esenios
y las Reglas de Vida

 Las reglas de vida y la estricta disciplina que íéstas implicaban no constituí­an un freno para los esenios, sino una libre aceptación de un medio de forjar el carácter y desarrollar la parte más elevada del ser. Su fundamento en la sabidurí­a era de todos reconocido por su propia inteligencia. No habí­a árbitro alguno reinando en la Escuela Fraternal.
Los esenios recibí­an muchas enseñanzas de la antigua sabidurí­a universal, la cual llevaron a sí­ mismos como una forma de servicio sagrado a la humanidad. Estaban conscientes de que la mayor parte de esta sabidurí­a era para una humanidad futura, y pensaban que los grandes Maestros que vendrí­an en el futuro podrí­an utilizar su trabajo. Ellos creí­an que sin ellos --los Maestros--, los benefactores no podrí­an ayudar a los seres humanos, y las personas se hundirí­an por tanto en la oscuridad de la ignorancia y la depravación, y eventualmente se destruirí­an unos a otros mediante cruentas guerras y otras atrocidades innombrables.
Esta forma viva de las Enseñanzas de la Luz se daban en grupos durante las ceremonias, a travíés de cantos, danzas y movimientos, o incluso mientras trabajaban en los campos o en los viñedos, o realizaban cualquier otro trabajo manual o de construcción. Tambiíén tení­an lugar a travíés del trabajo individual, cuando estaban solos dentro de tu propio templo personal.


A todo esenio se le exigí­a el respeto a la privacidad de los demás --su soledad, su intimidad y sus vidas privadas. La soledad era considerada sagrada, porque cuando uno está solo consigo mismo se encuentra ante la presencia de Dios, del Sublime, de la Fuente.
La vida de una pareja tambiíén se consideraba sagrada, como la vida comunitaria. Estos eran los tres grados: la vida privada, correspondí­a al interior del templo; la vida interna, a la pareja; y la vida externa, a la comunidad. El discí­pulo tení­a que observarse cuidadosamente en estos tres niveles de vida y mantenerse honesto, moralmente recto, puro, y autíéntico en los tres.

Habí­a una regla que prohibí­a revelar las Enseñanzas a personas que no estuvieran preparadas para recibirlas. La ley del silencio y el discernimiento se imponí­a de manera estricta. Así­, un esenio nunca trataba de convertir a otra persona a sus creencias.
"No deis lo santo a los perros, ni echíéis vuestras perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, se vuelvan y os despedacen." Mateo, 7:6


 
Los esenios practicaban regularmente la hospitalidad, y tení­an edificaciones especialmente construidas para este propósito. La forma en que sanaban a los enfermos dentro de estos edificios es el origen de la existencia de nuestros hospitales modernos.
A travíés de ellos, la hospitalidad tuvo un gran alcance, porque ellos aprendí­an desde muy jóvenes a ver la parte divina de cada persona. Así­, era Dios quien los visitaba como si fuera otro individuo y ellos tení­an que comprender lo que í‰l querí­a decirles o lo que deseaba de ellos. De esta forma, estaban siguiendo las enseñanzas de Tobí­as y Abraham, quienes ofreciendo hospitalidad a los hombres, habí­an estado en realidad recibiendo a ángeles. 
Cuidando del individuo, ellos cuidaban del Ser de Seres que estaba en ellos. Ese es el profundo significado de toda verdadera medicina y de cada proceso terapíéutico.
El cuerpo y la persona eran, para los esenios, la vestidura del Espí­ritu Universal. Por lo tanto, no lo desdeñaban ni tampoco ignoraban al Espí­ritu Divino. Sin el Espí­ritu Divino no habí­a verdadera hospitalidad. Por eso, en nuestro tiempo, el dinero ha reemplazado la visión del Supremo.



 Los Hermanos y Hermanas de la túnica blanca, como se les llamaba por entonces, tambiíén practicaban mucho los actos humanitarios, ayudando a los pobres y a los desamparados. Un gran número de esenios en los cí­rculos externos de la orden reencarnaron y se convirtieron en la fuente de todas las grandes organizaciones humanitarias modernas. Por supuesto que esto escapó a su control y se perdió, porque la orden sagrada iniciática ya no estaba allí­ para apoyarlos. Sin iniciación, la salvación no serí­a posible y ninguna ayuda serí­a efectiva, porque el bien se transformarí­a en mal, y viceversa.

Los esenios reconocí­an la igualdad de los sexos y concedí­an a las mujeres, en el mayor secreto, el lugar que les correspondí­a por derecho. Así­, las mujeres podí­an participar en todas las actividades espirituales.
Los esenios estudiaban enseñanzas esotíéricas andróginas, que les proporcionaban una percepción del alma más allá del concepto dual de los sexos. Sus blancas ropas de lino eran un sí­mbolo de esta visión de la unidad del alma.


La Escuela condenaba fuertemente la esclavitud y todas las formas de servidumbre. Ningún esenio podí­a tener un sirviente, eso era un pecado. Tambiíén lo era el trabajar únicamente para hacer dinero, porque al final, eso se convierte igualmente en una forma de esclavitud. La esclavitud y la servidumbre eran, para ellos, cosas relacionadas con la existencia de entidades oscuras y demoní­acas, pertenecí­an a los que ellos denominaban el mundo de la ira divina.
Cualquier hombre (o mujer) que se afiliara a la comunidad tení­a que liberar a sus esclavos y abstenerse de comer carne. Para ellos, la esclavitud tambiíén estaba vinculada a ser carní­voro, porque aquíél que no puede dejar de comer carne animal y de beber sangre, no puede controlar las pasiones de su naturaleza animal y, por lo tanto, no puede pensar con claridad. Está reducido a la esclavitud por su propia naturaleza.