AFP
Nada crea más intranquilidad en el mundo de los negocios, y en Londres eso significa la City, que la incertidumbre, y las elecciones británicas del jueves prometen traerla a raudales.
Se adivinan los pasos a partir del 8 de mayo: unas arduas negociaciones para la formación de un gobierno que podrían desembocar en un ejecutivo heterogíéneo y frágil, y que además podría acabar convocando un referíéndum de salida de la Unión Europea si está encabezado por los conservadores.
Aparte de los apostadores más osados, pocos se aventuran a predecir el resultado de las elecciones del 7 de mayo. Los expertos y los encuestadores advierten que se decidirá por un puñado de votos y que ninguno de los dos principales partidos del país -los conservadores del primer ministro David Cameron y los laboristas de Ed Miliband- tienen posibilidades de lograr la mayoría absoluta.
En ese caso, las negociaciones para formar gobierno empezarán al día siguiente. Por lo general, la tarea de formarlo recaerá en quien haya conseguido más diputados, pero podría ser que lo acabe negociando quien estíé en mejor posición para sumar alianzas, y ese parecer ser Miliband.
"No hay reglas estrictas sobre la formación de gobierno en el caso de que no haya una mayoría clara en el Parlamento", recordó Olivier Harvey, analista de Deutsche Bank.
En consecuencia, este especialista del mercado de divisas espera "fuertes sacudidas en los mercados en el período inmediatamente posterior al 7 de mayo", ya que los inversores aborrecen los vacíos de poder.
Estos temores han contribuido ya a la retirada de mil millones de libras del mercado de valores de Londres en marzo, según la Asociación de Inversiones.
La bolsa, los bonos del gobierno británico y, por tanto, la libra esterlina, podrían experimentar unos días agitados durante las negociaciones.
Otros expertos consideran estos temores exagerados, señalando que las empresas que cotizan en Londres son muy internacionales y que la política monetaria flexible de los principales bancos centrales de todo el mundo es un seguro a todo riesgo.
Pero más allá del muy corto plazo, la sensación de incertidumbre podría alargarse si el gobierno que se forme no parece lo suficientemente sólido.
Los gobiernos frágiles "pueden dañar la economía alimentando la incertidumbre", dijo Samuel Tombs, del centro de investigación Capital Economics.
"Puede que las empresas no inviertan si piensan que el gobierno no va a durar. Por otra parte, los gobiernos díébiles tienden a no implicarse en reformas estructurales costosas y a menudo no logran el apoyo necesario para reducir el díéficit", enumera Tombs.
En la práctica, sin embargo, la comparación de las tasas de crecimiento registradas en el Reino Unido en los últimos 50 años bajo gobiernos "díébiles" y "fuertes" no muestran diferencias tan evidentes.
Según Tombs, el motivo es que "los ciclos económicos son más largos que los ciclos políticos" con un promedio de una recesión cada diez años y una elección cada cuatro.
Sea del color que sea, el futuro gobierno podría disfrutar de un crecimiento dinámico en el Reino Unido, de 2,7% este año y 2,3% el que viene, según el Fondo Monetario Internacional.
"Un gobierno de minoría podría llevar a un estancamiento político, pero con un crecimiento económico sólido, este estancamiento no sería forzosamente peligroso en tíérminos económicos", confirmó Michael Saunders, analista de Citi Research.
Saunders coincide con otros economistas en que hay graves cuestiones que planean sobre el futuro del Reino Unido.
Como, por ejemplo, las relaciones con Escocia, si los sondeos tienen razón y le dan más de 50 diputados a los independentistas escoceses.
O la relación del Reino Unido con la Unión Europea, si los conservadores ganan y convocan un referíéndum en 2017, tal y como prometió David Cameron.
Esta eventualidad disgusta particularmente en la City, tradicionalmente favorable a los conservadores y que en esta ocasión tendrá motivos de inquietud gane quien gane el 7 de mayo.
Así, el banco británico HSBC ha avisado de que considera trasladar su sede al extranjero inquieto por un posible aumento de los impuestos -si ganan los laboristas- o la salida de la UE.