Por... George A. Selgin
El Comitíé Federal de Mercado Abierto (FOMC, por sus siglas en inglíés) de la Reserva Federal está en problemas. Luego de su última reunión, sugirió que pronto empezaría a elevar las tasas de interíés como una forma de controlar la inflación. Las recientes cifras de inflación, que muestran un alza en la tasa esencial de inflación, hacen que ese paso se vea más necesario que nunca.
Pero las decepcionantes proyecciones de crecimiento, junto con la apreciación internacional del dólar, están haciendo dudar al Comitíé.
El dilema del FOMC se origina en el supuesto “mandato dual†de la Reserva Federal, obligándola a lograr tanto “empleo máximo†y “precios establesâ€. Cuando sea que la inflación y el empleo parecen estar dirigiíéndose en direcciones opuestas, la Fed tiene que equilibrar ambos objetivos.
Los equilibrios malos agravan el ciclo económico; e incluso si los equilibrios son correctos, la dirección incierta de la Fed socava el crecimiento.
Dándose cuenta de sus defectos, algunos favorecen simplemente eliminar la cláusula de “empleo máximo†del mandato dual, dejando a la Fed con el único objetivo de apuntar a un determinado nivel de inflación.
Los campeones del mandato dual responden que, mientras que apuntar a determinado nivel de inflación podría hacer que la política monetaria sea más predecible, tambiíén podría ocasionar que la Fed restrinja su política en ciertos momentos —el actual bien podría ser uno de estos— cuando hacerlo significa frenar una economía que desde ya se está desacelerando.
De manera que, ¿quíé es mejor? ¿Un resbaloso mandato dual o una camisa de fuerza de inflación estable? Ninguno de los dos.
Porque el verdadero problema con el mandato dual es que no tiene solo un mandato en exceso, sino dos. En lugar de tratar de apuntarle a un determinado nivel de inflación o de empleo, la Fed debería intentar apuntarle a un nivel general de gasto de la economía o su contraparte estadística, el PIB nominal, que significa el valor en dólares del PIB domíéstico nominal.
Un mandato único de apuntarle al PIB nominal serviría igual de bien que un mandato único de apuntarle a la inflación, haciendo de la política monetaria algo menos arbitrario y más predecible.
¿Por quíé debería la Fed apuntarle al gasto en lugar de apuntarle a la inflación? Porque la Fed puede evitar de mejor forma, o al menos reducir el impacto, del ciclo económico estabilizando el gasto en lugar de estabilizar la inflación.
El gasto excesivamente rápido fomenta las burbujas al inflar los ingresos de los negocios y las ganancias —o lo hace hasta que los costos los alcanzan, conduciendo las tasas de interíés hacia arriba y convirtiendo una burbuja en un colapso. Las recesiones de gasto, en cambio, traen consigo miseria inmediata al provocar que los ingreso de los negocios caigan por debajo de sus gastos.
Los partidarios de apuntarle a un determinado nivel de inflación dicen que esto tambiíén evita los ciclos económicos, pero eso tambiíén es así solo si la productividad de una economía no fluctúa mucho. De otra forma —si el mismo gasto en insumos resulta algunas veces en más y otras veces en menos producción— la inflación estable implica un gasto inestable, con todas sus malas consecuencias.
Mantener la inflación constante a pesar de un retroceso en la productividad solo agrega un insulto a la ofensa al agregar una escasez monetaria a una escasez de verdaderos productos; hacerlo a pesar de un incremento rápido en productividad adquiere riesgos de alimentar una burbuja insostenible en lugar de simplemente permitir una sostenible.
Este último escenario se dio a principios de los 2000, cuando la Fed permitió que el PIB nominal crezca más rápido que lo usual, mientras que un alza de la productividad mantuvo a la inflación estable. íšltimamente la productividad se ha desacelerado, así que elevar las tasas de interíés podría ocasionar que se de el primer escenario.
En resumen, aunque una tasa de inflación estable suena como una cosa buena, de hecho puede ser la receta de problemas.
Entonces, ¿por quíé no estamos nosotros los economistas clamando por un objetivo único de apuntarle al gasto? De hecho, algunos de nosotros lo estamos haciendo —aunque hasta ahora somos parte de una pequeña aunque creciente minoría. A pesar de que los pedidos de un gasto estable algunas veces está presentado en tíérminos Keynesianos, el grupo ha llegado a ser conocido como “monetaristas de mercado†debido a su compromiso con una norma monetaria precisa y estricta.
El reconocido líder de los monetaristas de mercado es Scott Sumner —un profesor de economía en la Universidad de Bentley que tambiíén es director del Programa sobre Política Monetaria del Mercatus Center. í‰l ha estado promoviendo de manera incesante el PIB nominal desde 2009 en su blog, “The Money Illusionâ€. David Beckworth, otro destacado monetarista de mercado, ha estado haciendo lo mismo en su blog “Macro and Other Market Musingsâ€.
Si el PIB nominal no ha capturado la atención que merece, todos estos blogs pueden contener un indicio del por quíé: el movimiento se ha adherido a estos blogs porque es más fácil que introducirse en los altos puestos de la academia, donde la Fed suele buscar consejos, e incluso a sus líderes.
Con suerte, y algo de aliento del público, el sesgo hacia las universidades “Ivy League†de la Fed podría ser superado. O, el Congreso mismo podría escuchar el consejo de los monetaristas de mercado y enmendar el mandato dual de la Fed en consecuencia.
Ese mandato ha sobrevivido tanto como lo ha hecho, a pesar de sus muchos defectos, porque todavía no se ha enfrentado a una alternativa sólida. Ahora que dicha alternativa está sobre la mesa, no hay una buena razón para seguir soportando ese desorden.