Si creías que las agujetas, los tirones, el sudor pegajoso y el flato eran las peores consecuencias de practicar running, es que no has descubierto estas otras.
1. Los charcos.
Vas corriendo como Caperucita por el bosque y ¡chas!, un asqueroso charco. Lo puedes pisar, te puede salpicar, y en los peores casos sumergirte en íél… Pero lo más terrible es que te “riegue†un coche o un autobús que pasa por tu lado.
2. El misterio del calcetín raptado.
Todos tenemos unas zapatillas que misteriosamente “se comen†los calcetines (en especial los que son tobilleros). Este fenómeno se produce, sobre todo, cuando llevas las Converse en modo botín. Es un horror tener que descalzarte para volvíértelos a colocar.
3. Los auriculares que te odian.
¿Por quíé, en el mejor momento de la canción, se te cae SIEMPRE un auricular?, ¿y por quíé te odian tanto que aunque los guardes bien enrollados, los sacas más liados que unos espaguetis?
4. El abuelo spídico.
Que te adelanten fastidia, pero que además lo haga un octogenario te saca de tus casillas. ¿Quíé desayunan nuestros mayores deportistas?
5. El tostón de las llaves.
Salir a correr y tener quien te abra cuando vuelves, ¡es una bendita maravilla! Y es que las llaves no son un artículo cómodo que pegar a tu cuerpo mientras haces deporte.
6. La ropa interior y el hueco internalgar.
En cristiano: que te metan las bragas o los calzoncillos por el culo. ¡Quíé molestia!, ¡quíé irritación! Y lo peor de todo es buscar la manera sutil de extraerlo y liberarte.
7. Ellas van por libre.
Las mujeres entenderán este punto como una de las peores desgracias de la práctica del running. Los hombres se lo tomarán bastante mejor. Y es que no sabíéis lo que es encontrar una prenda que te aporta 100% de sujeción mientras corres.
