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Autor Tema: El increí­ble poder paranormal de los gatos: ¿predicen sucesos y sanan personas?  (Leído 541 veces)

Scientia

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El increí­ble poder paranormal de los gatos: ¿predicen sucesos y sanan personas?
Estas populares mascotas, los representantes más destacados de la zoologí­a esotíérica, pueden percibir campos energíéticos negativos.


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Desde tiempos remotos, los gatos, una de las mascotas más populares del mundo actual, han sido asociados al mundo de la noche, a la muerte y a los hechos paranormales e inexplicables. Y es que su naturaleza ha estado desde siempre ensombrecida por una bruma de misterio, la misma que ha llevado a que en diferentes culturas, tanto en el mundo antiguo como moderno, se crea que estos altivos, independientes y ágiles felinos son portadores de capacidades perceptivas extraordinarias de las que carecemos los seres humanos.

La civilización egipcia, la más esotíérica de las culturas antiguas, sintió un respeto reverencial por los gatos. Domesticados hacia el 2.800 AC, debido a su gran habilidad para mantener los templos y hogares libres de roedores, estos felinos fueron divinizados en una de las deidades más conocidas del Egipto faraónico, la diosa Bastet, que era representada con cabeza de gata y contaba con una ciudad propia, Bubastis, ubicada en el delta del Nilo. Entre los atributos de la diosa gata estaba ser guardiana de los hogares, defensora de los hijos y representante de la dulzura maternal y de la abundancia. Los antiguos egipcios sentí­an tal devoción hacia estos felinos que, si se producí­a un incendio, lo primero que se debí­a poner a salvo eran los gatos del hogar. Y cuando morí­a uno de ellos, la familia le dedicaba un duelo especial, como si de un pariente querido se tratara (el historiador griego Heródoto asegura que los moradores de la familia, principalmente el cabeza de familia, se rapaban las cejas en señal de duelo, antes que el animal fuera momificado y sepultado).

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Los comerciantes fenicios habrí­an sido los que introdujeron los primeros gatos domíésticos a Europa, aunque otros afirman que fueron los antiguos griegos, que asimilaron a la diosa egipcia Bastet a su deidad Artemisa. Los celtas, otro pueblo aficionado al mundo oculto, creí­a que los misteriosos ojos de estos felinos eran la puerta que conducí­a al mundo de las pequeñas criaturas –principalmente de las hadas- y que la cercaní­a de los gatos podí­a ponerlos en contacto con seres del otro mundo. En Japón, los gatos, llegados a las islas hacia el siglo X desde China, viví­an en el interior de pagodas y templos, ya que, además de ser considerados animales de buen augurio y portadores de vibraciones positivas, protegí­an los manuscritos sagrados de la voracidad de los ratones. Se cuenta que Confucio tení­a un enorme gato como animal de compañí­a y en algunos paí­ses del Oriente se creí­a que poner una estatua de porcelana de un gato en las puertas de las casas constituí­a un sí­mbolo protector. En la India se adoraba a una diosa-gata, que se asociaba con la fertilidad, e incluso el profeta Mahoma, en pleno siglo VII, poseí­a casi una decena de gatos y solí­a predicar con Muezza, su gata favorita, entre los brazos.

De sagrados a perseguidos

Fue a mediados del siglo XIII, en plena Edad Media, cuando, de ser considerado un animal sagrado y protector, este astuto e independiente animal pasó a ser visto como una criatura diabólica (en cualquier acto que se considerara malíéfico y demoní­aco la iglesia detectaba la presencia del gato y en algunos paí­ses eslavos y balcánicos se asociaba a los gatos con los no-muertos, los temibles vampiros.). Así­, comenzó una verdadera masacre que estuvo a punto de provocar su extinción.

En unas cuantas díécadas fueron millones los gatos asesinados (los gatos de color negro y pelaje corto eran los más temidos) y la mortandad alcanzó tal nivel que entrado el siglo XIV apenas quedaban felinos en las grandes ciudades y pueblos de la íépoca. Esta situación, creada por la proverbial y endíémica estupidez del ser humano, provocó indirectamente la peor pandemia de toda la Edad Media: la temida peste negra. En 1348, supuestamente en la India, aparecieron los primeros brotes de la enfermedad, pasando despuíés a Crimea y, desde allí­, a bordo de numerosas naves genovesas cargadas de ratas, se extendieron primero a Italia y, más tarde, a gran parte de Europa. El exterminio de los gatos europeos, depredadores por excelencia de los roedores, pero considerados como supuestos colaboradores del demonio y de las brujas, provocó que las ratas pasearan a sus anchas por pueblos y ciudades, contagiando a todos sus habitantes. La cifra aproximada de muertos ocasionada por la peste negra, que se extendió entre 1348 y 1375, fue de 25 millones de personas.

A mediados del siglo XVII el gato recuperó progresivamente su lugar de privilegio en nuestra sociedad, ya fuera como cazador de ratas o animal de compañí­a (el rey francíés Luis XIII, llamado “El Justo” y gran amante de los animales, prohibió y castigó la matanza masiva de gatos, iniciativa que se extendió a otros paí­ses europeos). Durante esta misma íépoca se comenzó a creer que enterrar el cadáver de un felino durante la edificación de los edificios podí­a servir para combatir los espí­ritus malignos y la mala suerte (en el subsuelo de históricos edificios de Europa, como la Torre de Londres, por ejemplo, se han encontrado numerosos restos de estos animales).

Increí­ble percepción extrasensorial

La superstición más popular con respecto a los gatos afirma que estos felinos de mirada fosforecente y de pupilas verticales que se ensanchan en la oscuridad tienen siete vidas, aludiendo a su independencia y su portentosa morfologí­a que lo convierten en un superviviente nato, tal y como lo demostró en las crueles masacres medievales y renacentistas.

Sin embargo, son numerosos los autores, como el periodista británico Dennis Bardens, autor del libro “Poderes secretos de los animales”, por ejemplo, que afirman que el gato posee una desarrollada percepción extrasensorial, que se manifestarí­a en cuatro habilidades: la premonición o conocimiento anticipado de acontecimientos funestos; orientación geográfica instintiva; telepatí­a o comunicación mente a mente y la percepción de fantasmas y seres de otra dimensión.

Con respecto a la precognición de accidentes, no son pocos los casos de gatos que salvaron a sus dueños o a otros seres humanos de diferentes situaciones de peligro, aún a costa de su propia seguridad. Un diario alemán relataba, por ejemplo, que en plena Segunda Guerra Mundial, en la ciudad de Magdeburgo un hombre que se encontraba afeitándose en su casa escuchó un persistente maullido en las afueras. Al abrir la puerta encontró a uno de los gatos del barrio que comenzó a tironearle los pantalones, como indicándole que lo siguiera. El hombre, intrigado por el comportamiento del animal, que iba delante de íél y lo miraba continuamente hacia atrás, lo siguió por la calle. Al cabo de una cuadra el gato se detuvo y en ese mismo instante, comenzaron a escucharse los ruidos de los motores de decenas de aviones ingleses Lancaster que surcaban los cielos de la ciudad para comenzar un inclemente bombardeo. Una de las bombas, por cierto, arrasó con la casa del hombre de la historia que, gracias al felino, salvó milagrosamente con vida.

En plena díécada de los 80’, los tabloides ingleses relataron la historia de tres familias del barrio londinense de Balham que se salvaron milagrosamente de un incendio. A las tres de la mañana, una dueña de casa fue despertada por los arañazos que se sentí­an en su puerta. Al abrir, la mujer vio a un gato que maullaba lastimeramente. Pensando que sólo querí­a comida, la mujer le cerró la puerta, pero los maullidos persistieron con más fuerza. Despuíés de unos minutos y al abrir de nuevo la puerta, la mujer vio con espanto que el pasillo estaba en llamas. La mujer alcanzó a sacar a los miembros de su familia del edificio y a avisar del incendio a las familias del piso de arriba y del sótano. 10 personas en total salvaron la vida, aunque el heroico gato que dio la alarma pereció entre las llamas.

En la localidad norteamericana de Rhode Island, en tanto, fue cíélebre el caso del gato Oscar, un felino que viví­a en un centro de reposo para ancianos. Los empleados del lugar aseguraban que el minino podí­a predecir cuando a un residente le llegaba la hora de abandonar este mundo. “Nadie morí­a en el centro sin que Oscar lo visitara y se quedara con íél un rato. En total predijo la muerte de más de veinticinco residentes”, relataron.

Con respecto a las otras cualidades paranormales atribuidas a los gatos, se cree que los gatos son capaces de desarrollar un fuerte lazo mental con sus propietarios y pueden anticipar cuando sus amos están a punto de llegar a la vivienda y predecir sucesos funestos que puedan afectarlos. Los gatos tambiíén muchas veces se comportan de forma aparentemente extraña o se quedan mirando fijamente la nada, totalmente concentrados, aunque esto se deberí­a a su capacidad de ver seres y objetos de otras dimensiones, que no serí­an perceptibles para la mayorí­a de personas. Por ello, algunos míédiums los consideran en extremo útiles para percibir entes y espí­ritus y ser una especie de nexos entre el mundo de los vivos y el de los muertos, sin mencionar que tambiíén tienen un talento natural para captar diferencias en los campos magníéticos y detectar alteraciones elíéctricas.

Se dice tambiíén que los gatos son capaces de reciclar energí­as negativas en los hogares. A ello se deberí­a que acostumbran sentarse y descansar en determinados lugares de la casa, donde captan estas impregnaciones negativas, transformándolas y eliminándolas finalmente de las casas. Algunos autores postulan que nuestros problemas y estríés diario son absorbidos por el gato (por ello, cuando el lugar está muy cargado de energí­a negativa, no es raro que el gato se enferme). Estos mismos autores aconsejan tambiíén estar muy atento a la forma como los gatos reaccionan a las visitas en las casas, ya que muchas veces ellos están intentando proteger a sus dueños de un campo energíético negativo o pesado.

Las creencias sobre las propiedades de los gatos cambian en cada paí­s. Pese a su relación directa con la brujerí­a, en el Reino Unido los gatos negros son considerados desde hace siglos portadores de buena suerte, todo lo contrario de lo que sucede en España, Italia, Portugal, sur de Estados Unidos y algunos paí­ses iberoamericanos. En el mundo rural se cree que si un gato nos precede en el paso es augurio de buena suerte, pero si se nos cruza por delante simboliza lo contrario (si se cruza de derecha a izquierda, es mucho peor que si lo hace de izquierda a derecha). Y en los paí­ses sajones y los germánicos se cree que si el gato es de color negro, pero tiene alguna mancha blanca sobre su pelaje, es portador de buena suerte y se convierte en amuleto protector.

Asombroso poder terapíéutico

Algunos estudios cientí­ficos postulan el poder terapíéutico y sanador de los gatos, afirmando que el simple hecho de acariciar a un gato eliminarí­a el estríés y la negatividad, aportando calma y quietud, mejorando el nivel cardí­aco y contribuyendo a la salud fí­sica y psí­quica del ser humano.

Con respecto al inconfundible sonido del ronroneo de estos animales, que indica que el gato está en un estado de placidez (aunque tambiíén puede indicar angustia, aflicción o dolor) se cree que es el resultado de impulsos rí­tmicos hacia su laringe. Y la frecuencia en la vibración producida por el ronroneo fomentarí­a la curación de los huesos y de los órganos del animal, explicando por quíé ronronean cuando están heridos. Lo increí­ble de todo esto es que muchos sostienen que los gatos son capaces de traspasar esta asombrosa capacidad curativa a los seres humanos que tienen cerca (por ejemplo, cuando ronronean en el regazo de sus dueños). Elizabeth Von Muggenthaler, especialista en bioacústica, por ejemplo, asegura que “hay un viejo adagio entre los veterinarios que afirman que si pones a un gato ronroneando en un pieza llena de huesos rotos, los huesos se curan. He escuchado relatos de personas que, supuestamente gracias a sus gatos ronroneando cerca de ellos, curaron lesiones de sus huesos, tendones y ligamentos. Los mismos dueños de gatos pueden atestiguar que cuando estas personas no se sienten bien o sienten un dolor especí­fico, los gatos a menudo se arriman a la parte de su cuerpo que está dolorida y empiezan a amasar con sus patas, ronroneando y lanzando una mirada meditativa en sus ojos. Y yo no tengo ninguna duda de que están tratando de ayudar a sus propietarios”