Como decía, mi madre realizó su sueño, montó su empresita y le fuíé bien durante 12 años. Se levantaba a las 6 de la mañana para ir a comprar las materias primas, y llegaba a casa a las 9 o mas de la noche, sábados incluidos. Nunca gastó ni una peseta en ella, ni en mas ropa que la necesaria, ni en coches, ni en viajes, ni en nada aparte de dar de comer a sus hijos. En cambio, con todo ese sacrificio compró algunas propiedades para asegurarse el dia de mañana vivir medianamente bien.
Al cabo de los 12 años se le instalaron 2 competencias de grandes distribuidores a menos de 500m contra las que era realmente dificil competir por el simple hecho de su tamaño, y al año siguiente vino una mini-crisis que acabó de rematar las cuentas. Por suerte el negocio era familiar, y aunque disfrutaba y se realizaba con íél, decidió echar el cierre antes de que la cosa fuera a peor, que para otros lo fuíé y mucho, llegando incluso a tardar varios años en poder volver a alquilar el local donde estaba instalada.
Las lecciones aprendidas de esta empresaria gladiadora fueron que cuando le daba la ciática dos o tres veces por año y no se podía ni mover tenía que trabajar igual, que cuando cogía una gripe no se podía coger la baja ni hacer reposo, que despuíés de cotizar una porrada de años y seguir cotizando los cinco últimos mes a mes de su bolsillo para que no le bajase la media de cotización... ¡¡¡mi madre tiene ahora una pensión de 400 euros!!!. Lo cual, si no se hubiera buscado la vida por otro lado, o hubiera aguantado con el negocio perdiendo dinero mes tras mes, la hubuiera dejado poco menos que en una indigente mas.
Las lecciones aprendidas de mi padre, que estuvo toda su vida en una factoría de automóviles, le ofrecieron varias veces promocionar y no quiso porque se sentía muy a gusto con la tranquilidad del trabajo que hacía, son que tuvo bastante mejor vida que mi madre, le prejubilaron a los 60, le soltaron un buen dinero y le pagaron las cotizaciones hasta los 65, le quedó una pensión dos veces y media que la de mi madre, y aunque tiene sus achaques con el poco desgaste que tuvo tiene cuerda para rato.
Así que por mi experiencia en mi familia, en las empresas que he estado y en los dos años que pasíé como dinamizador de una zona comercial con 200 comercios asociados, no es nada práctico ser empresario. Yo disfruto en cada trabajo que tengo y doy siempre lo mejor de mi, no síé hacerlo de otra manera, pero si viene un tsunami y mi empresa solo tiene un diquecito para pararlo me temo lo peor. Y lo peor no es que yo me tenga que ir al paro, que ya me vendría bien un año sabático. Lo peor es que este tsunami se va a llevar por delante cantidad de negocios como el de mi madre, como el de los pequeños comercinates, las PYMES, los autónomos, etc, y toda esa gente se va a quedar con el culo al aire. ¿Donde están las medidas para ayudar a esos millones de valientes?.