Por... GUILLERMINA SUTTER SCHNEIDER
Desde hace unos años, el World Economic Forum (WEF) publica anualmente su “Reporte de competitividad de viajes y turismoâ€. Reportes e índices de este tipo son importantes ya que, al analizar en profundidad otros países en diferentes partes del globo, nos ayudan a comprender en quíé posición se encuentran determinadas naciones en relación a otras. Este reporte particularmente estudia el desempeño de 141 países en materia de políticas y factores que permiten el desarrollo del sector turístico que, a su vez, contribuye al desarrollo y competitividad de un país.
El clima para negocios se destaca como pilar de relevancia en la construcción de este reporte. í‰ste evalúa el entorno en el que está sumergida la empresa y sus respectivos negocios. Así, la protección de la propiedad privada y el marco legal aparecen como factores determinantes del crecimiento económico.
En el último informe, el WEF posicionó primero a Chile en la región sudamericana con el mejor clima para negocios, seguido por Uruguay y Perú. De esta forma, Chile comparte similares puntuaciones con países como Australia y Japón, y se encuentra dentro de los primeros 30 del mundo. No sorprende que Argentina y Venezuela no solo hayan obtenido las peores puntuaciones regionales, sino que tambiíén se posicionaron últimas a nivel global, por debajo de Chad, Zimbawe y Haití.
No solo este reporte da cuenta del deterioro institucional en el que Venezuela y Argentina se han aventurado. Según el índice de Miseria Mundial publicado por el Cato Institute que toma como aspectos de relevancia la tasa de inflación, la tasa de interíés y el desempleo, estos países fueron los de peor desempeño por segundo año consecutivo. En el otro extremo se encuentran Chile y Ecuador; el primero con instituciones fuertes y el segundo con una economía dolarizada que ata de manos a los gobernantes a la hora de financiar el gasto público con emisión monetaria.
La díébil estructura institucional provocada por la corrupción, la ineficiencia y favoritismo de los gobiernos, ha llevado a muchos países a perder por completo la capacidad de recuperación económica.
Estas son solo algunas de las tantas mediciones que alertan sobre la progresiva degradación de las instituciones que Argentina y Venezuela vienen sufriendo desde hace una díécada. Es preocupante el hecho de que durante varios años Argentina fue un ejemplo a imitar dentro de la región. Sin embargo, hoy en día las miradas se focalizan en países como Chile y Perú, y se alejan cada vez más del país que un siglo atrás fuera el granero del mundo que, junto con Venezuela, lideran los rankings con más vulnerables y deterioradas instituciones.