EL PLAN DE DIOS PARA EL MUNDO
Es indiscutible que Dios, el Dios de la Biblia, tiene trazado desde el comienzo de su creación, y que se encuentra delineado en cada página de la Biblia, un plan maestro para este planeta. Una muestra de este plan se halla en las palabras de San Juan en Apocalipsis 13:8 que dicen: "Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del cordero que fue inmolado desde el principio del mundo." Todos sabemos que el Cordero de Dios es Jesucristo y que fue inmolado hace casi dos mil años, y aun mucho antes de la caída de los primeros padres. Así, en los planes de Dios, el Cordero había de ser sacrificado, y todo lo preconoció de antemano Dios, planeándolo cuidadosamente---¡Y desde la misma creación del mundo!
Nada escapa al conocimiento de Dios (Omnisapiencia), por lo que el futuro no le es desconocido para í‰l. í‰l supo que el hombre caería en pecado, pero simultáneamente Dios planeó la redención del hombre con muchísima anticipación. Cristo, su Hijo Unigíénito, sería quien cumpliría con este propósito y por eso permitió que naciera como hombre para enseñarnos, en suma, el camino para la salvación (Hebreos 5:8,9; 2:10).
Desde el principio el hombre ha desobedecido a Dios para seguir su propio camino, y ¿cuál ha sido el resultado? ¡La muerte! Dios no ha creado al hombre para que muera, sino para que viva para siempre en este planeta. La muerte, trágicamente, es nuestro peor enemigo que produce mucha tristeza a los vivos. Sin embargo, el sendero andado por la humanidad ha sido el errado, y el que le ha conducido hacia ese fin. Adán, el representante de la raza humana, transmitió el germen del pecado y la muerte a todos sus descendientes, y todos pecaron (Romanos 3:23). Un nuevo Adán, el Hijo de Dios, tomó el lugar del primer Adán y pagó el precio del pecado muriendo en la cruz. Sólo el pecado de un hombre se redime o cancela con la muerte, pero para salvar a toda la humanidad se requería que un nuevo padre que suplantara a Adán y muriera por todos ¡Y esto hizo Jesucristo el Mesías! ( Romanos 5:8, 17-21).
El plan de Dios para el hombre era que este se multiplicara y llenara la tierra y la hiciera un verdadero paraíso, en donde el ser humano, hecho a la misma imagen y semejanza de Dios, disfrutara de toda cosa buena hecha para íél y su prole (Gíénesis 1:2. En consecuencia, Dios no nos destinó para vivir con í‰l en el cielo o en algún lugar extramundano, o supramundano; sino en esta misma tierra creada para nosotros (Salmo 115:16). Entonces, si ese es el plan de Dios, ¿podría alguien cambiarlo? ¡No! Lo que Dios se ha propuesto hacer de antemano lo cumplirá y no tardará. Adán pecó y perdió aquel estupendo parque o paraíso para luego encontrar una tierra hostíl y dura para vivir. Por lo tanto, la restauración que Dios nos ofrece (Hechos 3:19-21) es aquel paraíso original perdido donde Dios era el Amo Y Señor Absoluto, y los hombres, sus servidores.
Dios se propone recuperar ese paraíso perdido por la desobediencia del hombre, y en esta oportunidad lo llenará con gente mansa y humilde de corazón, dispuesta a servir a Dios incondicionalmente (Mateo 5:5; Salmos 37:9,11,22,29,34; Proverbios 2:21).
Dios tiene sin lugar a dudas, un plan maestro para la raza humana que está oculto para la gran mayoría de Católicos, y aun entre algunos grupos protestantes. Es nuestro propósito darlo a conocer por intermedio de este estudio a nuestros lectores.