El 'efecto Bradley' es el nombre por el que se conoce en la cultura política norteamericana un fenómeno según el cual los candidatos afroamericanos -o los pertenecientes a otra minoría racial- suelen tener mejores resultados en las encuestas que en las urnas.
Merche Peña
En 1982, el demócrata Tom Bradley y el republicano George Deukmejian competían por el cargo de gobernador de California. Las encuestas dieron como vencedor al primero durante toda la campaña electoral. Sin embargo, fue su rival republicano quien obtuvo el puesto, por una estrecha diferencia. La pugna entre Bradley y Deukmejian dejó para la historia una prueba interesante del comportamiento político americano: Tom Bradley era negro y George Deukmejian, blanco.
En 1989, en las elecciones para gobernador de Virginia, las encuestas daban a Douglas Wilder, candidato negro, una ventaja considerable -unos nueve puntos- sobre su opositor blanco, Marshall Coleman, pero el margen real de la victoria de Wilder fue mucho más estrecho, apenas medio punto. Ese año, en la elección para alcalde de Nueva York, se comprobó este mismo comportamiento del electorado entre el candidato negro David Dinkins y Rudolph Guiliani. El primero ganó las elecciones, pero sólo por dos puntos frente a los dieciocho que le daban las encuestas de la semana anterior. Otros ejemplos que se citan del efecto Bradley son las elecciones de 1983 a la Alcaldía de Chicago -entre Bernard Epton y Harold Washington- y las primarias demócratas de 1988 en Wisconsin -entre Jesse Jackson y Michael Dukakis-.
Este fenómeno de los votantes blancos que exageran su apoyo a los candidatos negros en las encuestas se conoce como el efecto Bradley y refleja cómo hay un número considerable de votantes blancos cuya opinión varía según la manera en la que expresen sus preferencias. Las encuestas telefónicas y personales dan un resultado impreciso: algunos encuestados ocultan sus prejuicios hacia los candidatos negros dando una respuesta positiva hacia ellos,que no se mantiene cuando el voto es secreto. Este efecto ha sido comprobado en numerosas elecciones al Congreso o el Senado, así como en competiciones locales a Alcaldías o a Gobernador.
Los asesores de Deukmejian ya predijeron hace veintiseis años que al menos un 5% de los porcentajes de voto eran poco fiables. ¿Se enfrentará Obama a un comportamiento similar del electorado blanco? Los analistas americanos ya empezaron ayer a hablar del efecto Obama, tras el cambio de tendencia entre Iowa y New Hampshire. Hay que recordar que lo que tuvo lugar en el primer Estado fue un caucus, asambleas populares en las que el electorado demócrata expresa su opinión a mano alzada, dando la cara y responsabilizándose personalmente de su elección. En el segundo de estos Estados, por el contrario, el voto es secreto y se entrega en un sobre cerrado.
Hasta la víspera de las primarias de New Hampshire, analistas y comentaristas políticos coincidían en destacar que la estrategia de la senadora por Nueva York no había funcionado. ¿Que ha ocurrido? ¿Quíé ha conseguido que los votantes de este Estado se hayan decantado por ella en lugar de por el carismático senador por Illinois? ¿Existirá el efecto Obama?