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Autor Tema: Más sobre coyuntura y las ideas de fondo...  (Leído 168 veces)

OCIN

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Más sobre coyuntura y las ideas de fondo...
« en: Abril 16, 2016, 06:55:34 pm »
Por... 
Alberto Benegas Lynch (h)



Alberto Benegas Lynch (h) considera necesario todo esfuerzo para difundir los fundamentos íéticos, económicos y jurí­dicos de una sociedad abierta
.

Parece una perogrullada insistir en el hecho de que para que se entiendan los fundamentos íéticos, económicos y jurí­dicos de una sociedad de hombres libres es indispensable trasmitir con claridad esas fundamentaciones con todo el rigor que resulte posible ya que el receptor es en general hospitalario y sensible a la argumentación y no a las simples afirmaciones.

Es por ello que resulta indispensable contar con espacios para elaborar sobre ideas de fondo. Esa es la manera de correr el eje del debate al efecto de abrir plafones para que el polí­tico pueda articular discursos compatibles con la sociedad abierta ya que no puede proponer polí­ticas que la opinión pública no entiende ni acepta.

Ahora bien, si nos dedicamos solo a la coyuntura nunca salimos del pantano. Más aun, con este procedimiento cada vez la coyuntura se hace más negra,  precisamente porque nadie se dedicó a explicar las ideas de fondo y se dejan terrenos abiertos para que el espí­ritu totalitario avance con sus ideas colectivistas.

Es cierto que a la gente en general le resulta más atractivo y más fácil leer sobre la coyuntura que bucear en ideas de fondo pero, como queda dicho, es necesario hacer que las raí­ces de la libertad se exhiban en todas sus facetas. El dedicarse exclusivamente a la coyuntura es poner el carro delante de los caballos, es ocuparse de los efectos sin prestar atención a las causas. Por ello es que con toda razón el marxista Antonio Gramsci ha reiterado “tomen la cultura y la educación y el resto se dará por añadidura”. La coyuntura es el resultado de las ideas de fondo que prevalecen para bien o para mal.

No hay conflicto ni incompatibilidad entre ideas e intereses que en no pocas ocasiones se suelen presentar en conflicto. Los intereses son tambiíén ideas, por lo que debe prestarse especial atención a este campo. En la mayor parte de las acciones y propuestas no hay maldad sino buena voluntad y las mejores intenciones, el tema estriba en la idea que se encuentra tras las conductas, es decir, como se conciben los nexos causales correspondientes, en otros tíérminos, cual es la teorí­a que fundamenta tal o cual polí­tica. “Nada hay más práctico que una buena teorí­a” ha dicho con mucha razón Paul Painlavíé.

Todo lo que ha creado el hombre se basa en una teorí­a, si el resultado en bueno quiere decir que la teorí­a es correcta si es malo significa que la teorí­a es equivocada. Esto va desde el míétodo para sembrar y cosechar, la fabricación de una computadora, hasta la plataforma de un partido polí­tico.

Ideas y teorí­as son conceptos que interpretan diversos sucesos, como se ha apuntado tantas veces no se trata para nada de “ideologí­as” esa palabreja que en su acepción corriente significa propuestas cerradas e inexpugnables, por el contrario, se trata de procesos abiertos dado que el conocimiento tiene el carácter de la provisionalidad sujeto a refutaciones y en un contexto siempre evolutivo.

Entonces, si la raí­z del asunto estriba en las ideas es allí­ donde debe concentrarse el trabajo: en debates abiertos y en el estudio desapasionado de diversas corrientes de pensamiento ya que la cultura forma parte de un entramado de príéstamos y donativos, de recibos y entregas múltiples que se alimentan entre sí­ conformando una textura que no tiene tíérmino.

Sin embargo, se observa que la mayorí­a de quienes desean de buena fe terminar con la malaria paradójicamente se dedican a la coyuntura y a repetir lo que está en los diarios y que todo el mundo sabe. Los que comentan coyunturas son espectadores pasivos de la agenda que determinan otros, los que se preocupan y ocupan de las ideas de fondo marcan su propia agenda.

El relato de la coyuntura no escarba en el fondo del asunto, se limita a mostrar lo que ocurre lo cual ni siquiera puede interpretarse si no se dispone de un adecuando esqueleto conceptual. Más bien es pertinente subrayar que la buena coyuntura se dará por añadidura si se comprende y comparte la teorí­a que permite corregir lo que haya que corregir.

Por parte de los que se dicen partidarios de la sociedad abierta hay un gran descuido de las faenas educativas, muy especialmente en lo que hace a la gente joven en ámbitos universitarios que constituye el microclima del que parirá el futuro. En cambio, se dirigen a quienes al momento tienen posiciones de poder sin percatarse de la futilidad de la tarea. Se dice que no hay tiempo que perder y que el trabajo estudiantil es a muy largo plazo, lo cual se viene repitiendo desde tiempo inmemorial. Por otra parte, los espí­ritus totalitarios operan con notable íéxito en colegios y casas de estudio universitarias desde siempre, con lo que han logrado un plafón intelectual de enormes proporciones que naturalmente empujan a la articulación de un discurso polí­tico en sintoní­a con esa tendencia.

Está bien ilustrar la idea algunas veces con la coyuntura como anclaje para algún ejemplo, pero sin perder de vista que es aquella la que marca el rumbo y nada se gana con inundar de series estadí­sticas si no se tiene clara la teorí­a que subyace. Es que son pocos los que se circunscriben a los datos de coyuntura  que conocen los fundamentos de la propia filosofí­a que dicen suscribir. Esto se percibe ni bien surgen en el debate temas de fondo de la tradición liberal.

La dedicación a la enseñanza es tanto más necesaria cuanto que los socialismos de diversas tonalidades apuntan a sentimientos de superficie y evitan hurgar en razonamientos que permiten vislumbrar las ventajas de la libertad. En este mismo sentido, el premio Nobel en economí­a Friedrich Hayek nos advierte que “la economí­a es contraintuitiva” y el decimonónico Fríédíéric Bastiat insistí­a en que el buen analista hurga en “lo que se ve y lo que no se ve”, lo cual demanda esfuerzos adicionales.

Como la energí­a es limitada y los recursos disponibles tambiíén lo son, conviene establecer prioridades para enfrentar los crecientes desmanes de los gobiernos, supuestos defensores de las autonomí­as individuales. Correr tras las coyunturas es equivocar las prioridades, se requiere como el pan de cada dí­a el prestar debida atención al debate de ideas ya que son íéstas precisamente las que generan tal o cual coyuntura.

Debe subrayarse que en el plano polí­tico se requiere el consenso y la negociación entre posturas diferentes al efecto de permitir la convivencia, pero lo que destacamos en esta nota es la imperiosa necesidad de esforzarse en incentivar debates de ideas en la esperanza de que la comprensión de los beneficios de la libertad se hagan más patentes, para lo que el enfrascarse en  mediciones y estadí­sticas no contribuye al objetivo de marras.

Es clave comprender y compartir el esqueleto conceptual de la sociedad abierta puesto que las estadí­sticas favorables son el resultado. Por el contrario, si se tratara de demostrar las ventajas de la libertad a puro rigor de estadí­sticas ya hace mucho tiempo que se hubiera probado la superioridad del liberalismo, el asunto es que, en definitiva, con cifras no se prueba nada, las pruebas anteceden a las series estadí­sticas, el razonamiento adecuado es precisamente la base para interpretar correctamente las estadí­sticas. Es por eso que resulta tan esencial la educación y no perder el tiempo y consumir glándulas salivares y tinta con números que desprovistos del esquema conceptual adecuado son meras cifras arrojadas al vací­o.

El oxí­geno vital es la libertad, si los debates se centran exclusivamente en las cifras se está desviando la atención del verdadero eje y del aspecto medular de las relaciones sociales. Como bien ha escrito Wilhelm Rí¶pke en Más allá de la oferta y la demanda: “La diferencia entre una sociedad abierta y una sociedad autoritaria no estriba en que en la primera haya más hamburguesas y refrigeradoras. Se trata de sistemas íético-institucionales opuestos. Si se pierde la brújula en el campo de la íética, además, entre otras muchas cosas, nos quedaremos sin hamburguesas y sin refrigeradoras”.

En otras palabras, correr tras la coyuntura es un certamen destinado al completo fracaso puesto que los números serán cada vez peores debido, precisamente, a que no se han comprendido las ideas que posibilitan la corrección de datos que constituyen la expresión de lo que ocurre. Comprendo que en la desesperación -porque la barranca abajo puede es muy empinada- haya quienes se empeñan en batallar con cifras con la pretensión de que se entienda el desastre pero, como queda dicho, es equivalente a correr tras la sombra de uno mismo con el sol a las espaldas que nunca se alcanza, hasta que en nuestro caso se decida “tomar el toro por las astas” y encarar el problema de fondo y aclarar las ideas que subyacen en los datos de coyuntura.

Sin duda que los diarios y equivalentes se alimentan de noticias, es decir, de coyuntura puesto que de eso se trata y las columnas de opinión en gran medida se focalizan en torno a ese material, lo cual no excluye que una proporción de esas columnas inviten a los lectores al ejercicio de pensar y abrir cauce con ideas de fondo al efecto asegurar un futuro más despejado rumbo a la sociedad libre, lo cual tiene lugar en los medios de mayor peso ya que son conscientes que no puede comenzarse por el final.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...