Bloomberg
El afán de Putin por disminuir la dependencia en tecnología extranjera amenaza las ventas de los gigantes tecnológicos estadounidenses en Rusia; Moscú lo ve como un tema estratíégico y de seguridad internacional.
En una llamada telefónica del 14 de noviembre con el presidente electo Donald Trump, el presidente ruso Vladimir Putin ofreció la perspectiva de mejorar las relaciones entre los dos países. Con todo, las empresas tecnológicas estadounidenses no deberían esperar que una relación más cálida deshiele el esfuerzo del Kremlin por ‘congelar’ sus productos.
Con el afán de reducir la dependencia rusa en empresas como Google, Microsoft y LinkedIn, Putin ha alentado en los últimos años la creación de versiones domíésticas de toda clase de tecnologías, desde sistemas operativos y correo electrónico hasta microchips y procesamiento de pagos.
Su gobierno dice que Rusia necesita protegerse contra las sanciones y los virus estadounidenses, y cualquier puerta trasera que afecte hardware o software. "Es una cuestión de seguridad nacional", señala Andrey Chernogorov, secretario ejecutivo de la comisión legislativa rusa para sistemas de información estratíégica. "No reemplazar las tecnologías de la información extranjeras equivaldría a despedir al ejíército".
Desde el año pasado, Rusia exige que las compañías de Internet extranjeras almacenen los datos de clientes rusos en servidores ubicados en el país. Y en enero el Kremlin ordenó que las agencias gubernamentales utilizaran programas para gestión de bases de datos y almacenamiento en la nube de una lista autorizada de proveedores rusos, un golpe para Microsoft, IBM y Oracle. El año pasado le ordenó a Google permitir que los fabricantes de telíéfonos Android ofrecieran un motor de búsqueda ruso. Ninguna de esas cuatro firmas tecnológicas quiso comentar al respecto.
Al mismo tiempo, el Estado busca, mediante licitaciones, sustitutos nacionales que compitan con aplicaciones de voz y texto como WhatsApp y Viber. El Consejo de Seguridad ruso ha criticado el uso de esos servicios por los empleados públicos por temor a que espías estadounidenses puedan monitorear las comunicaciones encriptadas mientras que las agencias rusas no pueden hacerlo.
La elección de Trump no ha cambiado esas políticas, según Dmitry Pesko, portavoz de Putin. "Esto no depende de factores externos. Es una estrategia consistente", sostiene. El 10 de noviembre, el órgano ruso que controla las comunicaciones dijo que LinkedIn sería bloqueado por no seguir las reglas de almacenamiento de datos. Ese mismo día, el Ministerio de Comunicaciones publicó un proyecto de ley que crearía un organismo controlado por el estado para monitorear los dominios .ru y las direcciones IP asociadas. La propuesta tambiíén exigiría que la infraestructura de Internet en Rusia sea propiedad de empresas locales y que las líneas de comunicación transfronterizas sean operadas únicamente por empresas sujetas a la regulación rusa.
En octubre, las agencias de inteligencia estadounidenses culparon a Rusia de hackear a grupos políticos de Estados Unidos y filtrar correos electrónicos robados a organizaciones como el Comitíé Nacional Demócrata. En una declaración conjunta, la Oficina del Director de Inteligencia Nacional y el Departamento de Seguridad Nacional dijeron que los robos y las filtraciones "pretendían interferir con el proceso electoral de Estados Unidos". Aunque los funcionarios de inteligencia estadounidenses dicen que espiar para entender mejor los planes o motivaciones de otro país es algo que por lo general se prevíé y se acepta, Rusia cruzó la línea cuando filtró material robado para influir en las elecciones. El gobierno de Obama dice que tomará acciones punitivas, pero no publicará necesariamente lo que haga.
El mayor efecto de esta campaña del Kremlin se puede apreciar en la administración de la ciudad de Moscú, que está probando el software de correo electrónico de manufactura rusa MyOffice Mail en 6 mil máquinas del ayuntamiento. La ciudad quiere reemplazar a Microsoft Outlook con la alternativa local, desarrollada por la firma moscovita New Cloud Technologies, en 600 mil computadoras en escuelas, hospitales y agencias locales. Ahora la ciudad dice que tambiíén tiene intenciones de sustituir con software local otros programas de Microsoft como Word, Excel, e incluso el sistema operativo Windows.
Y en marzo, Putin propuso extender el requisito de usar software domíéstico para que abarcara a empresas de propiedad estatal y prometió vigilar personalmente el progreso, un poderoso incentivo en Rusia. Eso podría aumentar drásticamente el número potencial de usuarios en un país donde el Estado y las empresas paraestatales representan el 70 por ciento de la economía.
"El dinero de los contribuyentes rusos y de las empresas controladas por el Estado debería gastarse principalmente en software nacional", dijo en septiembre el ministro de Comunicaciones, Nikolay Nikiforov. "Es una cuestión de empleo, de seguridad de la información y de nuestro liderazgo estratíégico en tecnologías de la información".