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Autor Tema: ¡Orwell vive!...  (Leído 130 veces)

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¡Orwell vive!...
« en: Junio 29, 2016, 05:50:18 pm »
Por... Ian Vásquez


Ian Vásquez... recordando a Orwell en su cumpleaños, destaca ejemplos de paí­ses latinoamericanos con gobiernos que parecen sacados de una de sus novelas.

La Organización de los Estados Americanos (OEA) finalmente se acercó esta semana a reconocer oficialmente lo que los latinoamericanos hemos sabido por muchos años: el ríégimen que manda en Venezuela es una dictadura. Por primera vez, la OEA permitió que se cuestionara la democracia venezolana al presentarse un informe sobre las múltiples violaciones polí­ticas y de derechos humanos que azotan al paí­s caribeño. Si estas discusiones llevan a activar la Carta Democrática Interamericana, la organización podrí­a expulsar a Venezuela de su club.

Que los gobiernos democráticos hayan demorado tanto en empezar a admitir la realidad venezolana, sumado al hecho de que el ríégimen chavista insiste con que es una democracia, y que muchos polí­ticos en la región usen retórica semejante a la de los chavistas, no habrí­a sorprendido a George Orwell, el gran escritor del siglo veinte nacido este dí­a en 1903.

Orwell fue un ensayista y autor de la distopí­a 1984, Rebelión en la granja y otras novelas. Se preocupó por las formas en que los regí­menes totalitarios de derecha e izquierda tomaban y mantení­an el poder y, especialmente, en el uso del lenguaje que usaban para lograrlo. Acuñó tíérminos que se volvieron de uso común como la guerra frí­a, el gran hermano y el doble pensar.

La degradación del lenguaje sirve para fines polí­ticos, según Orwell. En 1946 —mucho antes de que el socialismo del siglo XXI se proclamara una revolución democrática— Orwell escribió que todo tipo de ríégimen se denomina democrático sin definir bien esa palabra. La imprecisión es el gran amigo del lenguaje polí­tico que “está diseñado para lograr que las mentiras parezcan verdades y el asesinato respetable”. Por eso, según el escritor, los defensores de totalitarismos nunca dirán “Creo en el asesinato de los opositores cuando se pueden obtener así­ buenos resultados”.

Las ideas de Orwell siguen vigentes en Venezuela y en la región. Hugo Chávez destruyó la enferma democracia venezolana al criticar la supuesta oligarquí­a que gobernaba y a la que el chavismo actual sigue culpando de los males del paí­s. En la práctica, la revolución bolivariana ha aumentado los niveles de corrupción —tal como lo documenta el informe de la OEA— y ha surgido una “boligarquí­a” que se ha enriquecido y que goza de privilegios extraordinarios. Lo ocurrido en Venezuela es muy parecido al totalitarismo que un personaje central de 1984 describió como “colectivismo oligárquico”.

El doble pensar de Orwell se usa ampliamente. Se trata de sostener dos ideas que son absolutamente contradictorias y aceptarlas como correctas. Hay muchos ejemplos. La hiperinflación ha desplomado el valor de la moneda venezolana que el ríégimen denomina el bolí­var fuerte. Ante el hambre que está pasando el pueblo venezolano por la escasez de comida, el presidente Nicolás Maduro asegura que el gobierno “garantiza la distribución casa por casa de los productos alimenticios en todo el paí­s”. Todos los ministerios venezolanos se hacen llamar de “poder popular” a pesar de que se reprime a la Asamblea Nacional y el pueblo no tiene ví­a polí­tica de expresarse si tienen ideas contrarias a las del ríégimen. Se creó un Viceministerio para la Suprema Felicidad Social del Pueblo a pesar de la plena crisis social que vive el paí­s.

Otros paí­ses no se quedan muy atrás. Ecuador creó un ministerio de la felicidad. La Argentina de Cristina Kirchner creó la Secretarí­a de Coordinación Estratíégica para el Pensamiento Nacional. Cuando el presidente ecuatoriano Rafael Correa anunció una ley de comunicaciones que restringe la libertad de prensa, se refirió a los periodistas como “sicarios de la tinta”. El gobierno ecuatoriano esta semana celebró dicha ley diciendo que lleva “tres años democratizando la palabra”. En Cuba, Raúl Castro asegura que no hay presos polí­ticos. La cadena Telesur celebra al grupo guerrillero de las FARC por sus 52 años de lucha por la paz. Un asesor de la Asamblea Nacional de Ecuador se refiere a un secuestro polí­tico como “retención”. Procesos legí­timos democráticos se llaman golpes blandos.

El problema se vuelve más grave cuando gente respetable brinda legitimidad a tales regí­menes. Tal ha sido el caso del economista Joseph Stiglitz que ha alabado a las polí­ticas chavistas, o el economista Paul Krugman quien hizo lo mismo en años recientes con Brasil y Argentina. Si la OEA logra sancionar a Venezuela, será un triunfo del lenguaje y, dirí­a Orwell, del pensamiento más claro.


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