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Autor Tema: Globalización, globocolonización, desglobalización...  (Leído 57 veces)

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Globalización, globocolonización, desglobalización...
« en: Julio 02, 2016, 11:05:08 am »
Por...   Luis Manuel Arce Isaac


A la exprimera ministra de Reino Unido Margaret Thatcher y al expresidente de Estados Unidos Ronald Reagan se les atribuye un proyecto de internacionalización de la economí­a al que se le denominó globalización.

En esencia de lo que se trataba era de ampliarles el horizonte a las grandes corporaciones transnacionales para hacer más abarcador su dominio de los mercados comerciales y financieros, y garantizar con ello el poder polí­tico de Washington y Londres.

El trato consistió en coordinar polí­ticas para alejar obstáculos a la expansión económica y financiera aunque hubiera que pasar por encima de los derechos de todo tipo, e incluso usar la fuerza militar, como hicieron de forma conjunta en Iraq años despuíés George Bush y Anthony Blair.

Un hijo directo de ese pensamiento neocolonial fue la creación de los Tratados de Libre Comercio (TLC) cuyo modelo o matriz fue el firmado entre Estados Unidos, Canadá y Míéxico, conocido como Tlcan, semilla de lo que devendrí­a en la fracasada írea de Libre Comercio de las Amíéricas (ALCA).

Esa pretendida globalización conecta con lo que en aquella íépoca se denominaba interdependencia económica, es decir, las relaciones que se establecen entre las naciones en los procesos globales de producción, las finanzas y el comercio.

Cada PIB particular guarda una dependencia relativa con la enmarañada red que une a esos procesos en un todo, al margen de la cual es casi imposible que una economí­a nacional pueda subsistir. Ese mecanismo estaba bajo el dominio de un sistema económico único de interdependencias con instrumentos adecuados como el Fondo Monetario y el Banco Mundial.

La interdependencia económica actuaba, y actúa en la comunidad internacional, como una fuerza endógena cuyo núcleo rector es la policolaboración multilateral.

Por el contrario, el sistema económico único lo hací­a por encima de la comunidad, como un estado supranacional, y aunque su objetivo era la explotación de la periferia dependiente, la lucha entre los centros de poder desató en el propio seno de los paí­ses capitalistas altamente industrializados una peligrosa guerra proteccionista que repercutió de forma muy negativa en el sistema monetario internacional.

Vista como un esfuerzo para que las empresas transnacionales fortalecieran el control de ese universo de relaciones para afianzar su hegemoní­a, la globalización debí­a contribuir a que el acelerado proceso de fusión de diferentes ramas de la economí­a y de la ciencia no necesariamente ligadas entre sí­ por ciclos tecnológicos, no afectara el sistema sociopolí­tico que les serví­a de base ni generara nocivas guerras comerciales entre aliados.

Esa globalización atribuida a ambos gobernantes, no es expresión de la interdependencia económica vital entre las naciones del mundo, sino de lo que Frei Betto califica de globocolonización, o la dependencia económica y polí­tica moderna al imperialismo de una buena parte del mundo.

Esa globalización -o globocolonización-, es un reflejo de la división internacional capitalista del trabajo basada en el neocolonialismo y en el resucitamiento de doctrinas liberales o neoliberales que dan paso a inventos como los TLC en su versión más simple, o más compleja como el Acuerdo Transpací­fico de Cooperación (ATP) y su par sietemesina la Alianza del Pací­fico suramericana con su pretensión de sustituir el ALCA y barrer la integración lograda por gobiernos progresistas como siguen insistiendo en su actual reunión en Chile.

Con la salida del Reino Unido de la UE, la que Londres contribuyó a crear, la situación se les complica a los gestores de la globocolonización porque con la victoria del Brexit se tambalea el andamiaje montado desde la íépoca de la Thatcher y Reagan y hay temores de que derive en una nueva crisis financiera que impida mantener actualizada la globalización y la división internacional de los mercados en detrimento de la periferia exportadora de materias primas.

La crisis por el Brexit ha sacado a la superficie el gran rechazo popular a la UE que existe en los 27 paí­ses miembros y la insatisfacción en las clases sociales medias y pobres, que son la mayorí­a que votó por la salida británica de la Unión.

Como dice el catedrático catalán Vicení§ Navarro, la píérdida de soberaní­a nacional que conlleva la UE ha significado la píérdida de soberaní­a popular y la triste confirmación de que "esta Europa no es la Europa de los pueblos, sino la Europa de las empresas financieras y de los grandes conglomerados económicos".

Y ya están sonando campanas por el Brexit, o quiíén sabe si por una desglobalización impensada hace solo unos años como resultado de una descomposición de la empresa transnacional.

En una declaración conjunta, la canciller alemana, Angela Merkel, notificó a Londres que solo podrá acceder al mercado único o común si acepta sus "cuatro libertades": libre circulación de las personas, mercancí­as, servicios y capitales, en el área sin frontera determinada por la UE.

Acudiendo de nuevo a Vicentí§ Navarro, el establishment británico y el establishment de la UE habí­an movilizado todo tipo de presiones (por tierra, mar y aire) a fin de que el referíéndum fuera favorable a la pertenencia y Reino Unido se mantuviera en ella como desea Estados Unidos.

De esta manera, el Brexit es un claro signo de afirmación y poder que las clases populares se opusieran y ganaran al establishment y por quíé no, tambiíén a la globocolonización.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...