Por... Philip Stephens
A Donald Trump se le confirma como candidato republicano a la presidencia de EU. Recep Tayyip Erdogan, el presidente de Turquía, aprieta el ‘tornillo autoritario’ despuíés de un fallido golpe militar.
Decenas de personas fallecen en otro espantoso ataque terrorista en Francia. A esta lista se pudieran añadir el golpe a la cohesión occidental asestado por el voto del Reino Unido para salirse de la Unión Europea (UE) y la desafiante respuesta de China ante el fallo de un tribunal internacional acerca de sus reivindicaciones territoriales en el Mar de China Meridional.
A primera vista, estos eventos parecen estar desconectados. Trump probablemente nunca ha oído hablar de la línea de nueve puntos de China. Boris Johnson, el secretario de Asuntos Exteriores del Reino Unido, ha mostrado una mayor preocupación por bloquear el acceso a los migrantes turcos que por la salud de la democracia de esa nación.
Es probable que la masacre en Niza se haya debido tanto al alterado estado mental del perpetrador como al proselitismo del autodenominado Estado Islámico (EI). La locura, y la maldad, pasarán.
Al analizar la situación con mayor detenimiento se observa la aparición de algunos preocupantes patrones: el creciente nacionalismo, la política de la identidad, el desdíén por las instituciones y una fractura del sistema internacional basado en normas. Los gobiernos han perdido el control, y la fe de sus ciudadanos. La beligerancia de la política nacional se está derramando sobre el escenario mundial. No se trata de un mundo absolutamente hobbesiano, pero la dirección de desplazamiento es evidente.
El populismo de izquierda y de derecha en Europa se ha aprovechado de la dificultad económica que siguió a la crisis financiera de 2008 y de los temores acerca de los flujos de migrantes que huyen de la guerra y de los Estados fallidos del Medio Oriente y de ífrica. Francia tiene el islamófobo Frente Nacional; Italia, el Movimiento Cinco Estrellas; España, Podemos; y, más recientemente, en Alemania ha surgido Alternativa para Alemania. La fragmentación le ha dado un vuelco al juego de posguerra de ‘tomar turnos sucesivos’ entre los partidos de centro derecha y de centro izquierda.
La nominación de Trump y el voto del Reino Unido para salirse de la UE, sin embargo, son acaecimientos de diferentes tipos. Cualquiera que sea el resultado de las elecciones de noviembre en EEUU, Trump se ha apoderado del Partido Republicano y, según las encuestas de opinión, íél cuenta con el apoyo de las dos quintas partes de los estadounidenses a favor de una plataforma arraigada en la xenofobia, en el aislamiento, en el populismo económico y en el antielitismo. El Reino Unido siempre ha tenido sus euroescíépticos, pero el voto del “Brexit†expresó un desencanto mucho más amplio. A Bruselas se le culpó por la creación de la globalización, de la migración y de la marginación económica.
El candidato republicano dice que le gustaría “darles un puñetazo†a sus oponentes. í‰l expulsaría a millones de migrantes mexicanos y les prohibiría la entrada a los musulmanes a EU. Un poderoso aislamiento restaurará la grandeza de EU. Para Trump, los extranjeros son la amenaza. Del mismo modo, los partidarios de línea dura del “Brexit†prometen construir su pared en el Canal de la Mancha. Algunos defensores afirmaron, equivocadamente, que si el Reino Unido permanecía dentro de la UE su preciado Servicio Nacional de Salud se volvería disponible para millones de migrantes turcos.
El credo populista reemplaza al patriotismo con el nacionalismo, y promueve el desprecio por las instituciones tradicionales. Cualquier persona considerada “experta†está confabulando con las íélites. Todo el mundo tiene derecho a producir sus propios “hechosâ€. Las grandes empresas, los bancos, y la globalización son los enemigos de las clases trabajadoras de raza blanca. Unos cuantos pasos más a lo largo de este camino nos llevarían de vuelta a las “conspiraciones judías†de la díécada de 1930.
A los votantes no se les puede culpar por sus ansiedades. Muchos tienen quejas legítimas. El capitalismo liberal ha favorecido a los ricos. Los ingresos medios se han estancado. Los nuevos titanes del capitalismo global — Apple, Google, Amazon, Facebook — consideran la imposición fiscal un impuesto voluntario. Las instituciones políticas se han vuelto complacientes. Sin embargo, las propuestas de los populistas — invariablemente divisorias, pesimistas y cerradas — son transparentemente falsas. Una presidencia de Trump empobrecería a EU; el “Brexit†tendrá el mismo efecto en el Reino Unido.