INICIO FOROS ÍNDICES DIVISAS MATERIAS PRIMAS CALENDARIO ECONÓMICO

Autor Tema: El pesimismo en una perspectiva histórica...  (Leído 134 veces)

OCIN

  • Moderador
  • Excelente participación
  • ***
  • Mensajes: 97.566
  • Karma: +8/-12
  • Sexo: Masculino
El pesimismo en una perspectiva histórica...
« en: Agosto 20, 2016, 09:43:04 am »
Por...  Chelsea German


Chelsea German...  señala cómo en el pasado muchos se opusieron a nuevas tecnologí­as como las radios, los autos, los elevadores, entre otras.


El pesimismo alrededor de las tecnologí­as que potencialmente mejoran nuestras vidas no es nuevo. La cuenta de Twitter Pessimist’s Archive (una de las preferidas por el gurú de Internet, Marc Andreessen) documenta la interminable corriente pesimista con viejos extractos de periódicos.

Las reacciones pesimistas van desde ser simplemente dudosas (como esta respuesta a la idea de la iluminación a gas en 1809, o íésta al concepto de la anestesia en 1839) hasta ser pura y simplemente alarmistas (como esta advertencia de 1999 de que el comercio electrónico “amenaza con destruir más de lo que alguna vez podrí­a crear”).

En algunos casos, los pesimistas insisten con que una tecnologí­a más antigua es superior a una nueva. Algunos, por ejemplo, afirmaron que el ábaco es superior a la computadora y a la calculadora de bolsillo, mientras que otros sostení­an que los caballos eran más duraderos que el peligroso “terror del automóvil”.

Otros argumentaron que las nuevas tecnologí­as perjudicaban a los negocios y a las costumbres existentes. Un artí­culo particularmente emocional de 1918 describí­a cómo los automóviles estaban destruyendo el negocio de las caballerizas y, junto con “el show de las pelí­culas”, cambiando para siempre las citas poniíéndole fin a la romántica tradición del paseo en carruaje.

Otra queja frecuente es que la nueva tecnologí­a exacerba la desigualdad, porque los ricos tienden a adoptar las nuevas tecnologí­as primero. Un artí­culo de 1914, por ejemplo, lamentaba que los “telíéfonos inalámbricos” solo “serán una ayuda para las personas privilegiadas”. El artí­culo se referí­a a los primeros radiotelíéfonos inalámbricos que estaban siendo fabricados en ese momento, que no eran dispositivos portátiles ni ligeros. Hoy, por supuesto, los telíéfonos inalámbricos pueden caber en tu bolsillo, tienen más capacidades y son omnipresentes. Eventualmente, el libre mercado tiende a reducir el costo de las tecnologí­as, haciíéndolas accesibles a más personas.  

Quizás lo que es más notable sobre las respuestas pesimistas frente a la nueva tecnologí­a, es la frecuencia con la que los pesimistas utilizan con íéxito el poder del Estado para intentar detener el progreso tecnológico.

En la díécada de 1930s, los pesimistas temí­an que las radios serí­an una amenaza para la democracia y se preocupaban de que los dispositivos estaban arruinando la infancia. Para 1936, los pesimistas habí­an tenido íéxito prohibiendo las radios en los autos en numerosas ciudades de EE.UU., argumentando que eran una distracción y que podrí­an evitar que los conductores escucharan las sirenas de los bomberos.

Lamentablemente, los tecno-pesimistas han logrado promulgar prohibiciones totales o parciales sobre una gran variedad de tecnologí­as. Estos incluyen “carruajes sin caballos” (automóviles), “elevadores automáticos” (ascensores) y bicicletas (que son “lo más peligroso que se ha inventado para la vida y la propiedad”, según un artí­culo del New York Times de 1881). La lista tambiíén incluye, más recientemente, video juegos, auriculares y patinetas elíéctricas.

A medida que los nuevos avances siguen ocurriendo prácticamente todos los dí­as, mirar hacia atrás a cómo las personas criticaron y combatieron el progreso en el pasado, permite poner los debates tecnológicos y cientí­ficos actuales en perspectiva.

Este artí­culo fue publicado originalmente en el blog HumanProgress.org (EE.UU.) el 5 de febrero de 2016.


Suerte en sus vidas...


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...