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Autor Tema: La polí­tica de tasas negativas del BCE ha sido eficaz, pero tiene lí­mites...  (Leído 93 veces)

OCIN

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FONDO MONETARIO INTERNACIONAL

Por...   Andy Jobst y Huidan Lin



Hace más de dos años, en un esfuerzo por reactivar una economí­a moribunda, el Banco Central Europeo (BCE) puso en marcha una nueva medida de polí­tica monetaria: cobrar intereses sobre la liquidez excedentaria que los bancos mantení­an en el banco central. La decisión complementaba una serie de otras medidas de distensión monetaria con las que se procuraba lograr que la inflación volviera al nivel fijado por el BCE como objetivo para lograr la estabilidad de precios, es decir, cerca pero un poco por debajo de 2% a mediano plazo.

Una tasa de polí­tica monetaria negativa tiene su lógica. Si en lugar de pagarles se les cobrara intereses por sus depósitos de liquidez excedentaria en el BCE, los bancos comerciales estarí­an más inclinados a conceder príéstamos a consumidores y empresas. Los consumidores entonces adquirirí­an más bienes, y las empresas invertirí­an en nueva capacidad productiva. El crecimiento económico más rápido ayudarí­a a impedir que la inflación descendiera a niveles demasiado bajos, o incluso que se tornara negativa, lo cual serí­a una señal de desaceleración económica.

Durante mucho tiempo numerosos economistas y autoridades habí­an pensado que los bancos centrales no podí­an recortar la tasa de polí­tica monetaria más allá de cero. Sostení­an que, si lo hací­an, los bancos comerciales empezarí­an a cobrar intereses a sus clientes por sus propios depósitos. Así­, las empresas y los hogares empezarí­an a retirar efectivo y a esconderlo debajo del consabido colchón (Bech y Malkhozov, 2016). Pero no bajar las tasas a menos de cero significaba que las denominadas tasas de interíés reales —las tasas nominales menos la inflación— no podrí­an reducirse en mayor medida cuando la inflación fuera demasiado baja. Y las tasas de interíés reales demasiado altas frenarí­an la inversión y el consumo. De hecho, en la zona del euro las tasas reales probablemente aún eran bastante superiores a la tasa que era necesaria para elevar el producto por encima de su nivel potencial (tíécnicamente, la tasa de interíés “natural”). Por lo tanto, para llevar las tasas reales a un nivel más bajo, el BCE tendrí­a que reducir la tasa de polí­tica monetaria nominal a menos de cero.


Historial de las tasas de interíés negativas

¿Quíé resultados ha obtenido al cabo de dos años el BCE con la polí­tica de tasas negativas (la cual tambiíén fue adoptada por otros bancos centrales, en particular los de Japón y Suiza)? Según nuestro estudio, los resultados hasta ahora han sido satisfactorios. El recorte de la tasa ha flexibilizado las condiciones financieras, reduciendo los costos de endeudamiento tanto para los bancos como para sus clientes (BCE, 2016; Heider et al., 2016). Los costos más bajos de financiamiento para los bancos tambiíén han afianzado la “orientación anticipada” del BCE, es decir, su compromiso de mantener las tasas en un nivel bajo por un perí­odo prolongado. Las tasas activas más bajas para los hogares y las empresas tambiíén han contribuido a una cierta expansión del críédito, algo favorable para el crecimiento y la inflación. Por último, los recortes de la tasa pasiva del BCE han ayudado a amplificar el impacto de sus compras de activos, cuyo fin es estimular a los mercados y la economí­a. Esto se debe a que los bancos han reducido sus saldos de efectivo y han optado por invertir en activos más riesgosos pero de mayor rendimiento.

No obstante, las tasas negativas presentan singulares desafí­os en la zona del euro. Como el BCE cobra intereses solo sobre los excedentes de liquidez, el monto cobrado es mayor en los paí­ses cuyos bancos mantienen cuantiosas reservas excedentarias. Estos suelen ser paí­ses con abultados superávits en cuenta corriente en comparación con otros paí­ses miembros de la unión monetaria. Al mismo tiempo, la capacidad de los bancos para generar ingresos a partir de intereses por cada euro de activos se ha visto perjudicada porque, como dependen de una amplia base de depósitos, los bancos no han logrado reducir el monto que pagan a los depositantes en la misma medida que el monto que cobran por los príéstamos. Y en varias economí­as importantes, los príéstamos suelen estar indexados a la tasa de polí­tica monetaria (los denominados “príéstamos de tasa variable”). Los bancos en estos paí­ses se enfrentan a márgenes reducidos no solo en los príéstamos nuevos sino tambiíén en los existentes, como se explica en la edición de abril del Informe sobre la estabilidad financiera mundial (Informe GFSR) (gráfico 1).


En cierta medida los bancos han podido mitigar la contracción de la rentabilidad aumentando los volúmenes de príéstamo, reduciendo los gastos financieros, obteniendo ganancias de capital de las inversiones, disminuyendo las provisiones por riesgos, incrementando levemente los cargos y las comisiones y recortando costos para generar ahorros (Rostagno et al., 2016). Pero estas estrategias de mitigación obviamente tienen lí­mites.


Rendimientos a la baja


En general, el BCE dispone de un margen limitado para seguir recortando de forma sustancial las tasas sin perjudicar la rentabilidad de los bancos. Como se expone en nuestro estudio y en el informe del personal del FMI sobre la zona del euro, la posibilidad de que se produzca un perí­odo prolongado de tasas de polí­tica monetaria bajas ha empañado las perspectivas de ganancias de la mayorí­a de los bancos, lo que hace pensar que las ventajas de una tasa de interíés de polí­tica monetaria negativa quizá disminuyan con el tiempo, mientras que el crecimiento futuro de los príéstamos tal vez no sea suficiente para compensar la contracción de los márgenes financieros en algunos paí­ses (gráfico 2).

Recortes adicionales de las tasas de polí­tica monetaria podrí­an poner de relieve las potenciales disyuntivas entre la transmisión eficaz de la polí­tica monetaria y la rentabilidad de los bancos. Una disminución de la rentabilidad de los bancos y de los precios de las acciones podrí­a presionar a los bancos con menores reservas de capital a reducir los príéstamos, sobre todo en las instituciones que presentan altos niveles de morosidad de los príéstamos (gráficos 3 y 4).

Por lo tanto, es posible que en adelante el BCE tenga que recurrir en mayor medida a las compras de activos. Los recortes adicionales de las tasas podrí­an minar la eficacia de la polí­tica monetaria si las tasas activas no se ajustan o si los clientes retiran efectivo de los bancos. Al centrar la atención en las compras de activos se elevarí­an los precios de dichos activos y se incrementarí­a la demanda agregada, estimulando a la vez los príéstamos bancarios. Esto tambiíén facilitarí­a el traspaso de la mejora de las condiciones de financiamiento bancario a la economí­a real.


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