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Autor Tema: LAS BRUJAS DE LA EDAD MEDIA: MUJERES CON CONOCIMIENTOS  (Leído 524 veces)

Scientia

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LAS BRUJAS DE LA EDAD MEDIA: MUJERES CON CONOCIMIENTOS
« en: Septiembre 17, 2016, 10:50:11 pm »
https://vademedium.wordpress.com/2015/01/09/las-brujas-de-la-edad-media-mujeres-con-conocimientos/


LAS BRUJAS DE LA EDAD MEDIA: MUJERES CON CONOCIMIENTOS

Sabí­an de anatomí­a, botánica, sexualidad, amor y reproducción, por lo que fueron mandadas a la hoguera, dice la filósofa de la UNAM. Sus recetas para curar fueron interpretadas como poder del Diablo. El modelo muy masculino, que se consolidaba para entonces, las hizo ver como amenaza.

Las brujas no eran personas malas y feas, como las ha descrito la literatura universal, sino mujeres generadoras de un conocimiento especí­fico. En el medievo, cuando predominaba un modelo social masculino, el saber de las brujas fue considerado amenazante, por lo que fue perseguido y destruido junto con ellas en las hogueras.


En el libro El retorno de las brujas, la filósofa Norma Blázquez Graf, de la Universidad Nacional Autónoma de Míéxico (UNAM), especialista en ciencia y gíénero, explica que, aunque la población femenina no tuvo acceso a la educación superior hasta el periodo transitorio del siglo XIX al XX, siempre ha generado conocimiento. Pone de ejemplo el saber de las brujas en la Europa de los siglos XIV al XVII y lo aterriza en un mundo contemporáneo, en el que la progresiva incorporación de las mujeres a la ciencia ha modificado las estructuras de las instituciones y el proceso creativo del conocimiento. En entrevista con La Jornada, la especialista aborda el contenido de su libro y subraya la contribución de la mirada crí­tica e innovadora de las mujeres al quehacer cientí­fico.

Parteras, alquimistas…

–¿Quiíénes eran las brujas?

–Eran parteras, alquimistas, perfumistas, nodrizas o cocineras que tení­an conocimiento en campos como la anatomí­a, la botánica, la sexualidad, el amor o la reproducción, y que prestaban un importante servicio a la comunidad. Conocí­an mucho de plantas, animales y minerales, y creaban recetas para curar, lo cual fue interpretado por los grupos dominantes del medievo como un poder del Diablo.

–¿Por ese motivo fueron perseguidas y condenadas a muerte?

–Sí­, pero además porque las elites eclesiásticas, polí­ticas y económicas, que se consolidaban en aquellos tiempos, comenzaron a desarrollar un modelo social muy masculino y consideraban que el saber que las mujeres tení­an, especialmente en sexualidad y reproducción, representaba una amenaza. Las brujas comenzaron a almacenar conocimiento muy importante sobre el control de la reproducción y sabí­an preparar diversos abortivos. Este conocimiento implicaba la posibilidad de ejercer una sexualidad más libre, lo cual poní­a en riesgo la hegemoní­a masculina y, por ello, los hombres expropiaron su conocimiento y las aniquilaron en las hogueras. Asimismo, la mayorí­a de estas mujeres viví­an solas, en casas en el bosque, independientes, generaban sus propios ingresos y esto provocaba mucha desconfianza.

–¿Es cierto que eran viejas y feas?

–Eso es parte del mito y de los prejuicios de aquel entonces. Habí­a brujas bellí­simas y, por otro lado, en esa íépoca una mujer de 40 o 50 años ya era considerada vieja. Por lo tanto, esos estereotipos responden más a que eran transgresoras y no a que realmente fueran viejas y feas.

–¿Resultarí­a muy aventurado afirmar que las brujas fueron las primeras mujeres cientí­ficas?

–Sí­, porque las mujeres han generado conocimiento desde hace mucho tiempo y porque, además, no se puede considerar cientí­fico un conocimiento hasta la institucionalización de la ciencia en el siglo XIX, cuando ya se empezó a enseñar en las universidades. Sin embargo, en ese momento las mujeres no tení­an permitido estudiar en las universidades y continuaban con la tradición de ilustrarse en los conventos, en los salones de tíé o en sus hogares, con el padre o el esposo. Luego, de manera gradual, la mujer se fue incorporando a la educación media y superior en áreas como enseñanza, enfermerí­a o farmacíéutica. Hasta llegar a la díécada de los 90 del siglo pasado, en que 50 por ciento de los universitarios ya eran mujeres.

Reacomodo en el siglo XXI

–¿En quíé cambia la ciencia con la incorporación de las mujeres?

–Primero cambia en número; hoy 30 por ciento de los estudiantes de ciencias son mujeres. Por eso el “retorno de las brujas”, pues todas esas mujeres que aniquilaron en la Edad Media, que conocí­an del aborto, de la fertilidad o de la sexualidad, se reacomodaron en el siglo XXI y hoy ocupan espacios importantes, sobre todo en las ciencias naturales y en la salud. Segundo, cambian los espacios institucionales porque antes en las universidades no habí­a ni baños para mujeres: ahora hay presupuestos y becas para proyectos de ellas; los lí­mites de edad para becas se han tenido que extender al tener en cuenta al ciclo reproductivo de la mujer, y se han tenido que abrir guarderí­as.

“Tercero, las mujeres se hicieron nuevas preguntas y rompieron con el parámetro cientí­fico masculino, en el que todo aquello que no se adaptara a dicho modelo era carente o inferior. Por ello, durante mucho tiempo se pensó que las mujeres no tení­an interíés por la ciencia que eran menos inteligentes o que no tení­an capacidad para razonar. Con su integración a la ciencia, se ha debido tomar en cuenta la otra parte de la humanidad, lo que significó una modificaron en los puntos de partida, las metodologí­as, la interpretación de los resultados y las teorí­as para la comprensión de la realidad.

Perpectiva de gíénero crí­tica

–En su libro, desde una perspectiva de gíénero crí­tica, afirma que el conocimiento cientí­fico no es siempre objetivo, neutro y universal. ¿A quíé obedece tal aseveración?

–Quien genera el conocimiento es una persona que tiene estereotipos y prejuicios y, por lo tanto, sus preguntas e interpretaciones cientí­ficas dependen de su gíénero, así­ como de su contexto social, histórico, cultural y polí­tico.

–¿Quíé lugar ocupa la intuición femenina en la generación de conocimiento de las mujeres?

–Para el conocimiento cientí­fico eso no cuenta, pero las epistemólogas feministas dicen que hay que incorporar la intuición porque sí­ cuenta, sobre todo en las ciencias sociales, en las que el objeto de estudio no son cuestiones materiales, sino personas.

Mariana Norandi

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