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Autor Tema: La perspectiva del FMI sobre la deuda soberana...  (Leído 115 veces)

OCIN

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La perspectiva del FMI sobre la deuda soberana...
« en: Febrero 25, 2017, 12:49:54 pm »
Por...   Sean Hagan, Maurice Obstfeld y Paul M. Thomsen


La deuda es esencial para el funcionamiento de una economí­a moderna. Las empresas pueden utilizarla para financiar inversiones que generen productividad futura, y los hogares pueden recurrir a ella para financiar compras por sumas cuantiosas, como grandes bienes de consumo duraderos o una vivienda. Pero a veces las inversiones de las empresas no prosperan, o la persona que es la principal fuente de ingresos de un hogar pierde su empleo. Los sistemas jurí­dicos de los paí­ses generalmente reconocen que en esos casos a tanto a deudores como acreedores —así­ como a la sociedad en general— les conviene que exista un procedimiento ordenado para reorganizar las deudas.

 
Los gobiernos tambiíén se endeudan, naturalmente, pero no hay tribunales que dirijan la reestructuración de deudas soberanas —las contraí­das o garantizadas por el gobierno nacional— ni es posible que todo un paí­s entre en situación de quiebra. Aquí­ es donde interviene el FMI. En los últimos 40 años, el sobreendeudamiento soberano ha sido una causa fundamental de muchas de las crisis de balanza de pagos experimentadas por nuestros paí­ses miembros. Idealmente, un programa respaldado por el FMI procurará resolver tales crisis desempeñando un papel “catalizador”; concretamente, se formulará un firme programa de “ajuste del cinturón” y de reformas estructurales que serán ejecutadas por el gobierno del paí­s miembro, y que sumado al respaldo financiero del FMI catalizará el retorno del paí­s a los mercados, de tal manera que el gobierno pueda cumplir con el servicio de la deuda conforme a las condiciones originales.

Cuando la deuda se vuelve insostenible

Hay circunstancias, sin embargo, en las que el nivel de endeudamiento del gobierno es tan elevado que resulta “insostenible”, es decir, cuando el servicio programado de la deuda excede la capacidad del paí­s miembro de atenderlo, incluso con un fuerte programa de ajuste y respaldo financiero significativo del FMI. En tales circunstancias, no es factible —ni polí­tica ni económicamente— resolver el problema mediante nuevos ajustes. Toda determinación de la sostenibilidad de la deuda ha de sustentarse en supuestos realistas —y no heroicos— acerca de las perspectivas de crecimiento futuro, teniendo en cuenta el hecho de que muchas veces las economí­as tardan más en recuperarse de una crisis de lo que se preveí­a originalmente.

Cuando la deuda soberana es insostenible, el marco jurí­dico del FMI le impide a la institución proporcionar respaldo financiero a menos que el programa contemple medidas especí­ficas —que normalmente incluyen una reestructuración de la deuda— para abordar de manera creí­ble el problema de sostenibilidad de la deuda a mediano plazo. ¿En quíé se fundamenta este requisito? En que si no existen tales medidas, el apoyo del FMI no estarí­a destinado a abordar los problemas subyacentes de balanza de pagos del paí­s, como lo exige el Convenio Constitutivo. De hecho, un programa que no logre abordar la insostenibilidad de la deuda probablemente exacerbara los problemas al sembrar más incertidumbre acerca del futuro del paí­s.

Una importante fuente de incertidumbre es la forma en que el excesivo sobreendeudamiento resta apoyo polí­tico a las reformas entre el público, que podrí­a considerar que sus sacrificios benefician sobre todo a los acreedores extranjeros. La incertidumbre creada por un problema de deuda irresuelto tambiíén puede desalentar nuevas inversiones en la economí­a, entorpeciendo así­ la recuperación de la que depende el íéxito del programa. De hecho, si un programa no marca una trayectoria para que el paí­s recupere su acceso a los mercados en el mediano plazo, el FMI no está en condiciones de determinar que se están abordando los problemas subyacentes del paí­s de una manera efectiva y significativa.

El hecho de que un paí­s sea miembro de una unión monetaria no le resta relevancia a la evaluación de su viabilidad en tíérminos de su capacidad para recuperar el acceso a los mercados. A menos que existan reglas especí­ficas que contemplen transferencias fiscales entre los miembros soberanos de la unión monetaria, ningún paí­s resuelve problemas de la balanza de pagos de manera sostenible mientras siga obligado a depender del apoyo de los demás miembros durante un perí­odo prolongado.

Si bien se ha trabajado mucho para establecer una metodologí­a que guí­e al FMI en su análisis de sostenibilidad de la deuda, la aplicación de tal metodologí­a requiere aún capacidad de discernimiento. En particular, tenemos que hacer una evaluación realista de las circunstancias singulares de cada paí­s. Dado que el análisis de sostenibilidad de la deuda que realiza el FMI es fundamental para su propio proceso decisorio, esa labor sigue siendo responsabilidad del organismo. No es posible delegarla en nadie más. Las evaluaciones de sostenibilidad de la deuda que realiza el FMI están regidas por el marco de sostenibilidad y análisis de la deuda pública en paí­ses con acceso al mercado y el marco de príéstamo y deuda soberana del FMI, con todos sus aspectos.

El marco del FMI para evaluar la sostenibilidad de la deuda

El FMI emplea dos metodologí­as principales para evaluar si la deuda es sostenible. La primera plantea si, al tíérmino del programa del FMI y cumpliendo el paí­s con el servicio de la deuda conforme a las condiciones originales, la relación entre deuda y PIB será suficientemente baja o estará en una trayectoria descendente lo bastante clara como para restablecer la confianza de los prestamistas y permitir que el gobierno acceda nuevamente a los mercados financieros. La segunda metodologí­a, que es especialmente pertinente cuando la deuda tiene un largo plazo de vencimiento y tasas de interíés particularmente bajas, consiste en plantear si las necesidades de financiamiento anual del paí­s —para cubrir los pagos brutos de capital e intereses así­ como su saldo fiscal primario— podrán ser razonablemente atendidas por los mercados en el futuro.

En cualquiera de los dos casos, en nuestras proyecciones de reembolsos factibles lo fundamental es especificar de manera realista los niveles de superávits primarios que mejorarán la sostenibilidad de la deuda en el tiempo, antes que determinar los niveles que perturbarí­an la economí­a hasta el punto de provocar una caí­da de los ingresos tributarios y el abandono de las metas fiscales. A su vez, nuestro juico se basará en las circunstancias propias del paí­s y en nuestra vasta experiencia con otros paí­ses miembros en dificultades. El marco del FMI le exige a la institución tener en cuenta los riesgos tanto para la implementación del programa como para los pronósticos económicos.

Por ejemplo, en el caso reciente de Ucrania, los acreedores aceptaron quitas (haircuts) significativas para reducir la deuda a un nivel sostenible conforme al marco sobre la relación deuda-PIB. En el caso de las negociaciones en curso con Grecia, hemos observado en cambio que el esquema centrado en la necesidad de financiamiento anual es más apropiado, principalmente porque los socios de Grecia en la zona del euro han optado por proporcionar alivio de la deuda mediante una muy significativa prórroga de los vencimientos y reducción de las tasas de interíés, en lugar de quitas directas.

Suministro de alivio de la deuda

Cuando la deuda se considera insostenible, hay diversas maneras mediante las cuales se puede ofrecer el alivio necesario. Cuando las deudas que se reestructuran son derechos de críédito a favor del sector privado, la reestructuración normalmente se implementa al inicio del programa o como condición para su primera revisión. Cuando esos derechos corresponden a acreedores bilaterales oficiales, el enfoque puede variar. Por ejemplo, si la deuda se reestructura bajo los auspicios del Club de Parí­s, cada acreedor bilateral oficial asume al inicio del programa compromisos especí­ficos de aportar alivio de la deuda (conforme a un Acta Acordada) y esos compromisos se implementan posteriormente mediante la modificación de los acuerdos de príéstamos individuales.

Puede haber circunstancias en las cuales los acreedores bilaterales oficiales prefieren supeditar la prestación efectiva de alivio de la deuda a la condición de que se ejecute í­ntegramente el programa. Este enfoque podrí­a justificarse, por ejemplo, cuando el historial del paí­s miembro en materia de ajustes económicos genere motivos de preocupación. En tales circunstancias, sin embargo, el compromiso de proporcionar el alivio de la deuda necesario —si bien puede estar sujeto a la ejecución del programa— deberí­a formularse al comienzo del programa y ser suficientemente creí­ble. En la credibilidad del compromiso incidirí­a la especificidad de sus modalidades de alivio de la deuda. Un compromiso excesivamente impreciso generarí­a incertidumbre —por ejemplo en los mercados— acerca del suministro del alivio de la deuda, y eso socavarí­a las posibilidades de que el programa tenga íéxito. Además, aunque es posible acordar que el alivio de la deuda estíé sujeto al cumplimiento de determinadas metas de polí­tica económica por parte del paí­s deudor, dichas metas deben ser realistas para que la estrategia de la deuda siga siendo creí­ble.

Es importante recalcar que, si bien puede exigirse el alivio de la deuda para que el FMI otorgue príéstamos, la decisión de solicitar dicho alivio le corresponde al paí­s miembro. Además, cuando se procurar obtener alivio de la deuda, las negociaciones tienen lugar entre el paí­s miembro y sus acreedores, aunque al FMI se le suele pedir que justifique su evaluación sobre la sostenibilidad de la deuda. En la medida de lo posible, el FMI insta al paí­s miembro a reestructurar su deuda insostenible sin entrar en cesación de pagos, algo que puede tener efectos particularmente nocivos.

Para concluir, cuando la deuda soberana es insostenible, y suponiendo que no se dispone de financiamiento proveniente de donaciones, un cierto grado de alivio de la deuda, junto con un programa de ajuste contundente pero creí­ble, es la única forma de rescatar todo lo que se pueda de una situación mala. Hacerse ilusiones de que las deudas impagables podrán ser saldadas solo servirá para minar los esfuerzos que realice el deudor, lo cual a la larga no hará sino amplificar las píérdidas que todos habrí­an sufrido si hubieran enfrentado los hechos sin demora.


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