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Autor Tema: Bancos de Italia están en una crisis de 'cámara lenta'... y Europa pagarí­a...  (Leído 57 veces)

OCIN

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New York Times


La banca italiana esta destrozada por una prolongada recesión y una cartera de críédito emproblemada, lo que podrá ser una limitante para la esperada reactivación económica y un problema para Bruselas.

Victor Massiah se ha cansado de declarar que el sistema bancario italiano está tan hecho jirones y lleno de príéstamos emproblemados, que amenaza a Europa con otra crisis financiera.

La mansión que sirve como oficinas centrales para el banco que dirige, UBI Banca, uno de los prestamistas más grandes de Italia, no parece un lugar al borde de quedarse sin dinero.

Una chimenea de mármol con incrustaciones destaca en una sala de conferencias debajo de vigas de madera dignas de un castillo. Una estatua de la diosa griega Atenea se erige triunfante sobre una escalera.

“Como puede ver”, dice, recorriendo con la mano la escena, “no estamos necesariamente en bancarrota”.

Entre la alarma de los polí­ticos por las señales del próximo desastre financiero, la montaña de deuda bancaria incobrable de Italia, es un tema discutido en tonos comúnmente reservados para objetos como las pilas de plutonio.

Sus bancos parecen a la vez demasiado grandes para quebrar y eminentemente capaces de hacerlo, amenazando a la economí­a mundial.

Durante años, los prestamistas italianos se las han arreglado, esperando que el tiempo curara sus sufrimientos; pero la economí­a se ha mantenido terminalmente díébil, sin crecer nada en los últimos 13 años. Los príéstamos malos son muchos, en tanto que los príéstamos buenos se han deteriorado.


Los problemas de Italia son los problemas de Europa.

Casi una quinta parte de todos los príéstamos en el sistema bancario italiano se clasifican como en problemas, con un valor total de 360 mil millones de euros (casi 400 mil millones de dólares) a fines del año pasado, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). Eso representa aproximadamente 40 por ciento de todos los príéstamos malos dentro de los paí­ses que comparten el euro.

En las últimas semanas, la atención del mundo se ha trasladado al prestamista más grande de Alemania, el Deutsche Bank, por temor a que pudiera verse forzado a buscar un rescate.

Pero si el Deutsche se ha convertido en la crisis del momento, Italia es la amenaza perpetua que pudiera, en cualquier momento, dar al mundo una desagradable sorpresa lo suficientemente poderosa para enviar a legiones de funcionarios a Roma para tratar de contener el daño.

El gobierno italiano ha buscado gastar más dinero para estimular la economí­a. Pero los lí­deres europeos, encabezados por Alemania, han impuesto reglas que limitan los díéficits presupuestarios.

Los bancos italianos se han aferrado al efectivo y se muestran renuentes a prestar, privando de capital a una economí­a ya de por si aníémica.

Todo lo cual deja a Italia y a Europa y, en cierto grado, a la economí­a mundial, ante un dilema enorme.

Europa quizá nunca recupere el vigor económico en tanto los bancos de Italia estíén en una emergencia que se puede considerar como en cámara lenta y es que los bancos de Italia no pueden recuperar la salud sin crecimiento; y la economí­a de Italia no puede crecer sin bancos sanos.

Massiah no tiene paciencia para las historias que proyectan a la banca como la fuente del peligro. Dejando de lado unos cuantos casos irresponsables, los prestamistas de Italia no son la causa del problema, insistió. “Más bien, son las ví­ctimas de su íépoca”.

Una recesión que duró siete años eliminó a casi una cuarta parte de la industria italiana, lo que llevó la tasa de desempleo a ubicarse por encima del 11 por ciento.

Además, la población está envejeciendo, y muy pocas mujeres están trabajando, lo que limita el poder adquisitivo.

Demasiadas empresas italianas son operaciones pequeñas que son especialmente vulnerables a la globalización. Las familias de artesanos y los fabricantes de ropa han sido destruidos por la competencia de bajo costo de China.

A su vez, las tasas de interíés negativas mantenidas por el Banco Central Europeo (BCE) para alentar el críédito han recortado los márgenes de utilidad de los bancos.

“Este es un paí­s centrado en la banca, y existe una crisis enorme”, dijo Massiah. “Cuando la marea se retira, no se ve todo bonito en el mar”.

‘Un sí­ntoma, no la causa’



Los bancos italianos, problema para Europa (NYT)

El padecimiento de la banca de Italia es un sí­ntoma del estilo empresarial italiano que tradicionalmente ha favorecido las relaciones y los lazos comunitarios por encima de un análisis desapasionado del balance general; una percepción que la nación está ansiosa por cambiar.

Visitar a altos funcionarios italianos en sus oficinas decoradas como versiones personales de la Capilla Sixtina es escuchar una letaní­a de quejas de que las reformas no han sido debidamente apreciadas. Revelan resentimiento de que Italia continúe siendo caricaturizada como la debacle insensata en el centro de la declinación económica europea.

El cómicamente ineficaz ex primer ministro Silvio Berlusconi --un magnate de medios intensamente bronceado-- ha sido enviado a la historia.

En los controles está hoy el joven tecnócrata Matteo Renzi, quien ha realizado una serie de reformas polí­ticamente peligrosas, pero buscadas hace tiempo, por los funcionarios de rostro solemne en Bruselas.

Bajo la dirección de Renzi, Italia ha hecho más fácil despedir a los trabajadores.

Esto de alguna manera ha disminuido el importante desincentivo para otorgar empleo a las personas: el temor no irracional de que las contrataciones que resulten ser un problema se queden para siempre, como los hijos adultos atados al refrigerador. Italia tambiíén ha acelerado los procesos civiles en sus tribunales notablemente ineficientes.

El primer ministro está buscando ahora un cambio constitucional que reformarí­a todo el proceso legislativo en un esfuerzo por romper un atolladero en la cámara alta del Parlamento. Argumenta que eliminarí­a las obstrucciones a más medidas favorables para el crecimiento.

Sin embargo, según la versión de algunos economistas, las reformas son una atracción secundaria: el problema radica en los bancos.

Apuntalan a las llamadas “compañí­as zombis” que nunca pagarán sus príéstamos, extendiendo solo el críédito suficiente para mantenerlas al corriente en sus deudas.

Si se sugiere esto al hombre a cargo del sistema, Ignazio Visco, gobernador del Banco de Italia, retrocede como si alguien hubiera lanzado un objeto ofensivo a su elegante alfombra de seda.

El grueso de la deuda mala de Italia está respaldada por garantí­as colaterales, dijo. La mayor parte del resto tiene una sólida posibilidad de convertirse en deuda cobrable, siempre que regrese el crecimiento económico.

“Es el resultado de las malas condiciones económicas, siete años de recesión casi continua”, dijo Visco. “La banca es un sí­ntoma, no la causa”.



Cementerios de industrias

UBI quizá sea el gran prestamista italiano por excelencia.

Fue creado combinando a cooperativas de príéstamos locales; instituciones destinadas a ayudar a los comerciantes locales, no a producir utilidades para los inversionistas. Refleja un espí­ritu de proyecto colectivo que ha hecho de Italia un amado destino vacacional y una fuente confiable de alimentos y moda.

Pero esos tratos con base emocional generalmente no producen resultados positivos cuando se trata de manejar dinero.

Desde que se convirtió en director ejecutivo de UBI en 2008, Massiah ha buscado inculcar una cultura bancaria moderna. Ha estado en la posición socialmente difí­cil de tener que honrar el sentido de comunidad mientras dice “no” a las personas que se sienten con derecho de escuchar “sí­â€.

“Decimos: ‘Sentíémonos’”, dijo. “‘Veamos el plan de negocios. Porque si no es factible, solo vamos a prolongar su agoní­a’”.

Los príéstamos malos en los libros de UBI descendieron a ocho mil 300 millones de euros respecto de los nueve mil 300 millones a fines del año pasado.

Sin embargo, UBI, tambiíén, enfrenta denuncias de delitos.

Fiscales italianos anunciaron recientemente que habí­an concluido una investigación que encontró evidencia de que Massiah y otros 38 funcionarios del banco obstruyeron a reguladores italianos que habí­an estado investigando denuncias de que la compañí­a habí­a elegido inadecuadamente a un consejo supervisor en 2013. Los acusados tení­an tres semanas para probar que no merecen que se les presenten cargos.

Massiah restó importancia a la acusación como el resultado de una batalla altamente politizada por el control del banco tras una fusión.

Añadió que íél y el consejo finalmente cambiaron la estructura de UBI para asegurar la transparencia. Los votos son asignados ahora de acuerdo al tamaño de la inversión.

Massiah pasa horas con sus gerentes de sucursales, aconsejándoles cómo analizar más cuidadosamente las hojas de balance mientras dan malas noticias. Aun cuando enfrenten un choque entre las cifras frí­as y lo que íél llama “los valores importantes de la vida”; por ejemplo, una joven pareja que quiere una hipoteca para poder comprar una casa e iniciar una familia.

“Es difí­cil para la gente manejar la parte emocional de la historia”, dijo Massiah. “Las personas que tenemos en la sucursal son seres humanos y se sienten mal. Es terrible decir no, en particular en nuestra cultura.

En cierta forma, en la cultura anglosajona, hay una forma más directa de interactuar. Nuestra cultura es menos directa y se inclina menos al enfrentamiento”.



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