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Autor Tema: El “Infra-Reporting” y el Riesgo Operacional...  (Leído 141 veces)

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El “Infra-Reporting” y el Riesgo Operacional...
« en: Enero 14, 2017, 08:13:06 pm »
Por...  GREGORIO BELAUNDE


En noviembre del año pasado le dediquíé un post al riesgo operacional que puede generar el “sobre-reporting”, tanto para instituciones estatales como para las empresas financieras y no financieras. En uno de sus párrafos mencionaba rápidamente que tambiíén podí­a haber casos de “no-reporting voluntario”, promovido por los que en general prefieren no saber algo o poder decir que no sabí­an nada. Esta es una modalidad de lo que vamos a llamar el “infra-reporting”, y no necesariamente es algo voluntario, es más, en la gran mayorí­a de los casos es involuntario: “no se tuvo algo en el mapa” por desconocimiento, por subestimación del riesgo, o por falta de medios tíécnicos o financieros. El riesgo operacional generado puede ser grave por sus consecuencias, que pueden ir hasta las crisis financieras.

 Lo ilustraremos con varios ejemplos, sin buscar ser exhaustivos, y sin entrar en el debate de si dichos casos fueron involuntarios o voluntarios, ni en el de su causa exacta; algunos de ellos son harto conocidos para que muchos lectores puedan tener su propia opinión. Incluso pueden haberse vuelto a producir más recientemente en otros paí­ses.

 . Inicio de la Crisis Asiática en 1997: el Baht tailandíés se hunde frente al Dólar; resulta que Tailandia no tení­a todas las reservas cambiarias que reportaba; en realidad las tení­a en gran parte comprometidas en operaciones de derivados cambiarios conocidas por muy pocos en las que el banco central “apostaba” desesperadamente a que el tipo de cambio no subirí­a.

 . Continuación de la Crisis Asiática en 1997 en Indonesia: la deuda externa de dicho paí­s se suponí­a relativamente sostenible, y la deuda privada, aunque en aumento por los críéditos sindicados en Dólares de los años anteriores, parecí­a bajo control; pues no: esta última era muchí­simo más elevada de lo que se creí­a por las estadí­sticas oficiales, emitida por las empresas no directamente, sino bajo forma de “notas a tasa flotante” a travíés de vehí­culos off-shore sobre todo holandeses por razones mayormente tributarias.

 . Diferentes crisis financieras: las exposiciones a papeles de deuda privada o soberana, o incluso de deuda estructurada (como los famosos CDOs) aparecí­an en los reportings de los bancos por un monto mí­nimo calculado según diferentes modelos, o no aparecí­an  en absoluto. Porque se suponí­a que estaban destinados a ser “traded”, es decir negociados, entonces para quíé reportarlos, salvo quizás con algún cálculo minimalista de un riesgo de muy corto plazo. Y por eso estaban en el “hiding book” (del verbo “to hide“: esconder en inglíés) … perdón, quise decir el trading book, es decir la cartera de negociación

 . Reporting del riesgo paí­s que resultaba inexacto, incluso muy subestimado, a la luz de alguna crisis, porque se habí­a decidido, en ciertos bancos o hasta a nivel del regulador/supervisor que las acreencias de una duración inferior a un año no representaban realmente riesgo paí­s, y menos aún si eran sobre bancos o soberanos; añádanle ahora las acreencias mayores a un año, pero alojadas en el trading book…para obtener el coctel perfecto un infra-reporting masivo; caso extremo en Europa: los papeles de paí­ses de la Eurozona eran tratados como “domíésticos” (o sea, ya no existí­a el riesgo paí­s griego, para dar un ejemplo)

 . La exposición sobre papeles soberanos domíésticos en moneda local: “pero si no existe, el paí­s puede emitir su propia moneda como quiere…”; cierto, pero pregúntenle por ejemplo a un bonista argentino (2002) o ruso (1998), sea un particular como una empresa o un banco, cuanto le pagó el Estado cuando su paí­s entró en crisis financiera: el 100 % del monto del bono, con todos sus intereses? Hay como para un buen debate sobre la “ponderación cero”, ¿no? Problema: muchos bancos en numerosos paí­ses están obligados a tener esos bonos, declarados como “intrí­nsecamente lí­quidos” para poder ser financiados por el banco central en caso de necesidad (dándolos en garantí­a), u obligados porque al Gobierno le da la gana obligar a los bancos a financiarlo, simplemente. Y hasta los pensionistas pueden verse obligados a ello. Hay paí­ses que por la manera confiscatoria como tratan a sus ciudadanos o por la manera cómo los aplastan por razones ideológicas o persiguen por cualquier diferencia de opinión, donde uno sólo puede comprender que pongan parte de su dinero afuera o ahorren en divisas extranjeras fuera del sistema apenas pueden. El recuerdo de la conversión forzada de ahorros en dólares en hiperdevaluados Intis todaví­a lacera a muchos peruanos (no todos los taxistas muy mayores son ex ví­ctimas del CLAE). ¿Y no tenemos en nuestro continente el ejemplo de un paí­s, donde el Gobierno expropia a cambio de nada en cualquier momento cuando le da la gana, sobre todo si se es visto como opositor polí­tico?

 . La parte no utilizada de las lí­neas de críédito de consumo por tarjetas: “pero si se pueden recortar en cualquier momento prácticamente sin pre-aviso, entonces esa exposición no existe o sino, sólo lo es de manera insignificante”; mejor pregúntenles a muchos bancos en cuanto aumentó en promedio la lí­nea utilizada por un cliente que terminó en impago durante el año anterior a íéste (o mejor, cuánto de esa lí­nea no utilizada fue utilizada antes de que el banco se diera cuenta de algo y la recortara); ¿alguien habló de factor de conversión crediticia? En muchos paí­ses esa estadí­stica no se tiene, en otros sí­â€¦y donde se la tiene, a veces se prefiere ignorarla.

 . Los montos de los derivados financieros: muchos todaví­a defienden que sólo se reporten según modelos matemáticos o según el valor de mercado en un dí­a D, ponen mil argumentos para decir que no vale la pena reportar tambiíén los montos nominales (o nocionales); bueno, suficientes crisis financieras han demostrado de manera flagrante lo erróneo de ese enfoque, por lo que más vale investigar por quíé insisten tanto con ese tema…

 . Las obligaciones financieras del Estado; durante mucho tiempo se creí­a que sólo se trataba de la deuda pública stricto sensu; bueno, con las diferentes crisis, y el aumento no previsto de díéficits fiscales, primero se “descubrió” que el Estado, cuando daba su garantí­a para deuda de empresas públicas o de gobiernos sub-nacionales, tení­a que honrarla; luego que en realidad íél era el que financiaba el díéficit creciente de los sistemas de pensiones públicos vueltos insostenibles por razones demográficas (algo muy complicado de cifrar: involucra cálculos actuariales); y bueno, que tambiíén podí­a en ciertas situaciones, generadas por ejemplo por juicios o por contratos de concesiones, tener que pagar montos no previstos en el presupuesto (obligaciones contingentes); el reporte de esas obligaciones está mejorando mucho en numerosos paí­ses, como el nuestro

 . Las estadí­sticas de la inflación: en muchos paí­ses se ha visto cosas como publicar varias tasas, diciendo que una de ellas, calculada de manera muy misteriosa, era la “verdadera”, o quitar un montón de productos clave, los más “diarios” para la mayorí­a de la gente, del cálculo, o sencillamente dar una tasa oficial, sin decir cómo se calculaba, y prohibir con penas severas publicar otros números calculados de manera independiente (no confundir esto con los conocidos cálculos de inflación a dos niveles, que son herramientas de vigilancia muy útiles para diferentes fines; por ejemplo entre precios mayoristas y minoristas, o aislando ciertos elementos como alimentos o energí­a)

 . Las estadí­sticas ligadas a los actos delictivos basadas únicamente en denuncias: en ciertos paí­ses, como bien lo sabemos, la confianza en ciertas instituciones es tan baja que la gran mayorí­a prefiere no denunciar; con eso se puede decir que la criminalidad es baja y no hacer gran cosa para combatirla; eso puede ser peor en el caso de las diferentes agresiones contra las mujeres, la diferencia entre lo denunciado y lo que sucede en realidad puede ser abismal: en ciertos paí­ses, se supone que a ellas nunca les sucede nada, cuando en realidad la cantidad de ví­ctimas de violencia es monstruosa, y ¡ay de ellas si lo denuncian!, pueden terminar en la cárcel (en paí­ses así­, oficialmente casi no hay violencia criminal, por si acaso). Por actividades pasadas pude descubrir que numerosas mujeres microempresarias eran maltratadas y hasta robadas por sus cónyuges o convivientes; una aníécdota ilustrativa que conocí­ de manera directa: una mujer vio sus ahorros guardados bajo el colchón robados en la habitación que alquilaba porque habí­a dejado el domicilio familiar a causa del maltrato fí­sico por su marido; le preguntíé porque no los habí­a puesto en un banco; la respuesta: mi marido tiene plata como para pagar coimas, meterme una denuncia inventada, y hacerme embargar lo poco que tengo; sin comentarios …. ¿pero cuántos casos así­ habrá?

 . El reporting a las autoridades competentes de operaciones sospechosas de lavado de activos y de financiamiento de terrorismo (LAFT); en numerosos paí­ses, donde además se trata muchas operaciones de montos grandes en efectivo, el infra-reporting es tan grande que son verdaderos paraí­sos para el crimen organizado y para la entrada de íéste en los partidos polí­ticos a travíés del financiamiento; ¿cuántos notarios, abogados y otras profesiones saben perfectamente o intuyen que los clientes que vienen son en realidad delincuentes con dinero mal habido? ¿Lo reportan siempre? ¿no estarán siendo amenazados? ¿Cuántas empresas son puras fachadas? Desgraciadamente es el caso de nuestro paí­s a pesar de los denodados esfuerzos de la UIF y de los meritorios esfuerzos de muchas entidades financieras, con tanto dinero informal y tanta transacción grande en efectivo, somos muy probablemente uno de los mayores casos de infra-reporting de lavado de activos del continente, con riesgos muy elevados para el futuro institucional del paí­s y para el del control del crecimiento del crimen organizado y de la inseguridad ciudadana.

A modo de conclusión:

Mi post de noviembre último podrí­a haber alegrado a muchos que preferirí­an que no se reporte ciertas cosas. Lamento decirles que todaví­a hay campos donde no se reporta suficiente información, con riesgos operacionales, no sólo para las empresas, sino sistíémicos para los paí­ses, sea económico-financieros, sea institucionales, con deterioro del riesgo-paí­s y de la sostenibilidad de la capacidad de atraer inversionistas (de los verdaderos, no especuladores o bandas criminales). En realidad, entre el sobre-reporting y el infra-reporting hay que encontrar un buen equilibrio, en función de lo que está en juego, en cada empresa, en cada entidad estatal, y sobre todo para el paí­s; hay que tratar de no equivocarse en las prioridades. Y  a veces no puedo dejar de pensar que para que haya menos dinero informal en un paí­s, es tambiíén indispensable que la gente crea en las instituciones, que no va a ser esquilmada o perseguida en cualquier momento. Todaví­a se reportan de manera puntual demasiados casos de gente inocente acosada judicialmente y hasta en la cárcel (otra estadí­stica que falta conocer mejor, como la de cantidad de delincuentes que sale libre de manera indebida o la de corruptos que se salen con la suya), como si fuíésemos una dictadura. Es paradójico, porque como escribí­ en otro post sobre el riesgo de las grandes sumas en efectivo, en el Perú, el dinero en una entidad financiera regulada está mucho más seguro que bajo el colchón; por lo menos, tener al sistema financiero sólido y bien supervisado, a un banco central de primer nivel y finanzas publicas responsables ya es un enorme paso. Pero no es suficiente, faltan más reformas institucionales profundas…y buenos reportings, que inspiren confianza; y estos , en algunos temas, son muy difí­ciles de lograr con tanta informalidad; esta misma se convierte en una fuente muy significativa de infra-reporting. Para las reformas institucionales, la OCDE puede ser de gran ayuda.


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...