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Autor Tema: Todos no somos iguales...  (Leído 104 veces)

OCIN

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Todos no somos iguales...
« en: Febrero 25, 2017, 09:18:33 am »
...


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...

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Re:Todos no somos iguales...
« Respuesta #1 en: Febrero 25, 2017, 09:26:10 am »


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...

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Re:Todos no somos iguales...
« Respuesta #2 en: Febrero 25, 2017, 09:30:14 am »
Condenado a cuatro meses por robar un solomillo valorado en 68 euros

Una pieza de solomillo. EL MUNDO

La sentencia recoge que el hombre pretendí­a salir del supermercado con la carne escondida en el pantalón a la altura de "sus partes"
EFESan Sebastián
21/02/2017 11:23Un hombre ha sido condenado a cuatro meses de prisión por robar un trozo de solomillo, valorado en 68 euros, de un supermercado de Irún, cuyos vigilantes de seguridad retuvieron al presunto ladrón, tras descubrir que escondí­a la carne en su pantalón.

Según la sentencia del caso, a la que hoy ha tenido acceso EFE, los hechos tuvieron lugar sobre las 12.30 horas del 25 de octubre de 2014, cuando el procesado entró en el citado establecimiento de la localidad fronteriza y se dirigió a la carnicerí­a, donde pidió que le prepararan un trozo de solomillo.Una vez con la carne en su poder, el acusado se dirigió a uno de los pasillos del comercio y, según un testigo, se escondió el solomillo, que iba envuelto en papel, en el pantalón, a la altura de "sus partes", mientras era observado por los guardas de seguridad, a travíés de las cámaras del local.Al ser interceptado por los vigilantes, el ladrón lanzó el solomillo al suelo y propinó un fuerte empujón a uno de los guardias, que se tropezó con una barandilla y cayó al suelo.Seguidamente, el imputado salió corriendo, hasta que fue interceptado por un cliente en la lí­nea de cajas, donde fue detenido más tarde por la Ertzaintza.La resolución judicial condena ahora a este hombre a cuatro meses de cárcel como responsable de un delito de robo en grado de tentativa con la agravante de reincidencia, y le obliga a indemnizar al supermercado con 68 euros.
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Re:Todos no somos iguales...
« Respuesta #3 en: Febrero 25, 2017, 09:33:12 am »
Entra en prisión el joven condenado a 6 años por pagar 79,20 euros con una tarjeta falsa


Alejandro Fernández, de 24 años, cumplirá condena por un delito cometido cuando tení­a 18 años
RAMí“N RAMOSGranada
07/06/2016 21:01La cuenta atrás terminó diez minutos antes de las siete de la tarde, cuando se cumplí­a el plazo marcado. Alejandro Fernández, de 24 años, descuenta desde este martes los seis años de cárcel que por sentencia del Tribunal Supremo debe cumplir por utilizar una tarjeta falsificada y pertenencia a banda organizada- Con camiseta, barba de pocos dí­as y acompañado hasta el último segundo por su pareja estable, Alejandro entraba en la prisión provincial de Albolote, donde deberá esperar una final esperanza: un indulto parcial que le facilite el tercer grado.

Todo, por una compra de 79'20 euros seis años atrás en un establecimiento de Málaga mediante una tarjeta falsificada que le proporcionó -dice- quien entonces consideraba su amigo. Las movilizaciones y apoyos de los últimos dí­as quedan, por el momento, fuera del alcance de quien es ahora un preso más de la prisión de Granada.
Resignado al no haber prosperado las gestiones que a distintos niveles trató de movilizar, Alejandro se presentaba voluntariamente en la solanera que a esa hora caí­a sin piedad en la explanada anterior a la cárcel. Informes negativos de la Audiencia Nacional y la Fiscalí­a han jugado en contra de una suspensión cautelar de su entrada en prisión.

A su favor estaba que tiene empleo fijo en una cafeterí­a, que sus jefes le confí­an las llaves y la caja, que mantiene una relación estable de pareja... Nada de eso ha servido ante la maquinaria administrativa implacable que le obliga a pagar por un error de juventud. Su abogado, Javier Gómez Rosales, ha recordado que los informes no son vinculantes y que el Ministerio de Justicia podrí­a haber valorado las restantes variables, ante todo "por lo desproporcionado" de la pena.

Un recurso de reposición es la última arma que la defensa de Alejandro utilizará a partir de ahora, agotada la cuenta atrás desde que el Tribunal Supremo dictaminó por los hechos de aquel fatí­dico dí­a de 2010 en que acompañó "a alguien a quien yo entonces consideraba algo así­ como mi hermano mayor" que, a la postre, iba a marcar una pesadilla que se proyectarí­a para todo el tiempo transcurrido y los años sucesivos. Era "un hombre mucho mayor que yo, por lo menos veinte años más" que habí­a conocido "porque era amigo de mi novia de entonces". Alejandro lo conoció con 16 años, en 2008, una relación "de camaraderí­a", era "muy enrollado, divertido, nos invitaba en todas partes..." y la 'fecha negra' sucede dos años despuíés. "Me preguntó si podí­a acompañarlo a Málaga".

Alejandro asintió. Nunca lo hiciera: se recuerda aquel dí­a entrando en una tienda "con una tarjeta de monedero que me dio íél" a nombre de Alejandro, "que yo ni habí­a visto ni sabí­a que existí­a". Confiaba en íél, al punto de no sospechar que habí­a falsificado una tarjeta a su nombre. Le encargó comprar unas bebidas alcohólicas "y un batido de chocolate, que yo compríé para mí­, porque no bebo alcohol".Pagó sin problemas con la tarjeta, volvió al coche donde le esperaba este entonces amigo y ahora desaparecido. Fueron a un Carrefour tambiíén en Málaga, "con otra persona que acababa de conocer". En el centro comercial esperaron en el coche mientras su 'amigo' entraba al servicio y, estupefactos, contemplaron cómo cuando salí­a "lo rodearon policí­as, 'seguratas' del centro...". Sin entender nada, nerviosos, "salimos del parking y aparcamos un par de calles más allá. Volvimos al Carrefour a por mi amigo y ya allí­ no pasaba nada, como un dí­a normal..." De vuelta al coche, "una patrulla de la Policí­a estaba parada al lado", por lo que decidieron regresar a Granada en el primer taxi que pasó.El tribunal no creyó su versión de los hechos

La sentencia que lo condenó resta totalmente credibilidad a su versión de que desconocí­a que las tarjetas eran ilegales, basándose, entre otros argumentos, en el hecho de que se dieran a la fuga cuando la Policí­a intentó detenerlos a la salida del Carrefour. Para cuando llegó a casa la Policí­a ya lo habí­a identificado a travíés de su pareja de entonces y comunicado a su madre que debí­a presentarse en Comisarí­a el lunes a las 8 de la mañana o lo pondrí­an en busca y captura. Estuvo en los calabozos hasta el viernes, en que no se celebró el juicio rápido que querí­a la Policí­a porque el caso habí­a pasado a la Audiencia Nacional. "Estábamos allí­ otra persona tambiíén mayor y el que me habí­a acompañado en Málaga". Todos fueron acusados de pertenecer a banda organizada y estafa, unos delitos que cuando llegaron a juicio se saldaron con condenas de ocho años por el primero y cuatro más por el segundo.En libertad provisional desde entonces que ha cumplido presentándose en Comisarí­a los dí­as 1 y 15 de cada mes, pretendieron llegar a un acuerdo con la Fiscalí­a -año y medio de condena- que fue imposible "porque uno querí­a ser guardia civil y no querí­a tener antecedentes". Y como el 'amigo' que está en el origen de todo habí­a desaparecido y no se presentó al juicio en la sentencia se entrevíé que el tribunal estima que Alejandro y los otros dos condenados "le cargábamos a íél las culpas porque no podí­a defenderse".

La pena, finalmente, recurrida en el Supremo quedó en seis años (cuatro y dos) por pertenencia a banda organizada y estafa.Alejandro era a sus 18 años un estudiante de FP en los Salesianos. "Toda mi vida cambió", dice ahora sin entender cómo 79,20 euros se traducen "en seis años de cárcel, por muy falsificada que estuviera la tarjeta". Ni antes ni despuíés hay rastro delictivo de este joven del que dependen "mi padre, enfermo" y su pareja, con quien convive desde hace cinco años, "parada, porque a sus 31 años tiene dificultades para encontrar trabajo".
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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...